*Mis proyecciones en el espejo .
/ Por Paula Roca /
Yo sé lo que hice. Aunque me vista de víctima, aunque me muestre fuerte, espiritual o inquebrantable… en el fondo, lo sé.
Sé que tomé decisiones que dañaron. Que mentí, que manipulé, que actué desde la soberbia. Y aunque afuera finja que no pasó nada, adentro la culpa me taladra.
Me invento historias para justificarme, distorsiono la realidad para que otros me crean. Pero hay algo que no puedo engañar: mi conciencia.
Puedo dormir con pastillas, puedo convencerme de que hice lo correcto, pero en la soledad más cruda… esa verdad me alcanza.
Y lo peor es que ni siquiera sé cómo detener esta caída silenciosa. Porque no sé pedir perdón. No sé soltar el control. No sé amar si no estoy por encima.
El destino y el karma existen. Lo he visto en la mirada de los que se alejaron.
Me quedo sola, rodeada de todo lo que aparenté tener, pero vacía por dentro.
Porque, aunque jamás lo diré en voz alta… yo sé perfectamente que la culpa es mía.
Dedicado a las personas que:
Sin conciencia pueden engañar a muchos con discursos bonitos y mentiras bien contadas, pero nunca podrán engañarse a sí mismas. Tarde o temprano, la culpa que intentan ocultar les pasa factura. Porque el reconocimiento no se compra ni se impone: se construye con acciones honestas, con la capacidad de corregir, de pedir perdón y de asumir los errores sin disfrazarlos.
Un narcisista jamás entenderá esto, porque su orgullo le impide mirar hacia adentro, donde realmente florece la integridad. Y sin integridad, todo lo que aparenten es solo una máscara más.
Tengas conciencia o seas indiferente el karma existe…