La danza de José Ramón López Beltrán y Los otros millones de Baker.

**LINOTIPIA.

/ Peniley Ramírez /

Baker Hughes obtuvo más de 100 millones de dólares de ampliaciones de un contrato con Pemex. La primera ampliación entró en vigor en septiembre de 2019, cuando Carolyn Adams y su esposo, José Ramón López Beltrán, se mudaron a una residencia de un alto ejecutivo de la compañía en las afueras de Houston. La última ampliación entró en vigor en enero de 2020, cuando el ejecutivo, Keith. L Schilling, dejó Baker. Ambas se hicieron sin licitación y sin la aprobación del Consejo de Administración de Pemex.

Estas ampliaciones, que están en registros públicos, son distintas al contrato por 85 millones de dólares que Pemex firmó con la empresa de servicios petroleros Baker en agosto de 2019, revelado por Latinus y Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad.

El 24 de junio de 2019, en una sesión extraordinaria, el Consejo de Administración de Pemex cambió la estructura operativa de la petrolera. Creó una nueva dirección, encargada de administrar los contratos de perforación de pozos marinos.

La oficina comenzó a operar el 1 de julio. Una semana después, su director solicitó modificar un contrato de Pemex y Baker. El contrato se había firmado en marzo de 2018, para perforación en la zona de Campeche. La modificación no era poca cosa. Significaba pagar 49 millones de dólares extras, un 75% más del precio original contratado.

Una modificación que casi duplica el contrato original debe estar bien justificada. Varios expertos me dijeron que eso ocurre si la suspensión de los servicios resulta peligrosa o Pemex tiene necesidades urgentes que solo esa empresa está en capacidad técnica para resolver. Este no era el caso, ya que varias empresas usan tecnología similar para la perforación.

Revisé decenas de convenios similares, firmados en el mismo periodo. Tienen conceptos de cobro, tablas, detalles que explican cómo se gastará el dinero. En este hay un solo párrafo que justifica los 49 millones para “acelerar la incorporación de reservas”, es decir, hallar más petróleo, lo que todo el tiempo hace Pemex. La modificación se aprobó en menos de un mes.

En septiembre, como revelaron Latinus y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, el hijo y la nuera del Presidente se mudaron a la casa del ejecutivo de Baker. López Obrador ha dicho que su hijo no interviene en el gobierno.

La compañía ha dicho que el ejecutivo no estaba involucrado en operaciones en México, aunque sí estaba empleado por Baker. Los mercados y gobiernos consideran que una buena práctica internacional para combatir la corrupción y el lavado de dinero es evitar cualquier conflicto de interés con personas políticamente expuestas.

En diciembre de 2019, Pemex aprobó otro aumento al mismo contrato de Baker, ahora por 60 millones de dólares más. Como justificación, repitió el párrafo de agosto. De nuevo, la oficina creada en julio lo tramitó en cuestión de días, sin pasar por el Consejo de Administración. El contrato ahora representa un 167% más de lo que costó cuando lo adjudicaron en 2018, unos 176 millones de dólares en total.

En 2021, la Auditoría Superior de la Federación presentó los resultados de una revisión a la modificación del contrato de Baker. Los auditores no cuestionaron por qué se había hecho la ampliación, qué servicios cubría, ni cómo se había decidido. Pedí a dos especialistas que analizaran el documento. Ambos consideraron extraño que la Auditoría no hiciera casi ningún señalamiento, ni indagara más. Únicamente sancionó a Baker con 95 mil dólares, por haber entregado unos trabajos con 12 días de retraso.

Entre los pocos detalles que analizó, la Auditoría apuntó que la modificación del contrato no había sido firmada por el entonces director de Pemex Exploración y Producción, la filial de Pemex que contrataba a Baker. Lo firmó un suplente.

El suplente, según el acta del Consejo de Administración de Pemex, era Ulises Hernández. En septiembre de 2019, Hernández fue nombrado director de PMI, la filial internacional de Pemex, en Houston. Ahora dirige el Consejo de Administración de Deer Park, la nueva refinería que Pemex compró en Texas.

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