La desgracia de niños y migrantes.

Juan Ibarrola / Milenio Diario.

La realidad del fenómeno de las autodefensas en México tiene características diferentes a la que muchos piensan respecto a ellas. Las imágenes de esta semana donde niños de entre 6 y 14 años se adiestran para enfrentar criminales que tienen asolada la región de la tierra caliente guerrerense son, sin duda, tanto alarmantes como conmovedoras; sin embargo, difícilmente son ciertas, por lo menos como nos las quieren presentar.

La aparición de las “autodefensas” o “guardias comunitarias” tiene en su mayoría objetivos distintos al que profesan como pretexto de su existencia. El control de acceso y “paso” a sus comunidades es el principal fuero del que quieren gozar; el segundo, asegurar el libre tránsito de grupos delictivos y sus mercancías.

Los grupos de autodefensa han generado mayor violencia en estados como Guerrero y Michoacán que las propias autoridades y sin resultados beneficios para sus poblaciones.

Las autodefensas no tienen regulación por parte de ninguna autoridad, situación que convierte a sus comunidades en rehenes de estos grupos. Las imágenes de los niños con fusiles tienen el propósito de distraer lo que verdaderamente sucede, es decir, los niños no tienen ninguna posibilidad de enfrentar a grupos criminales como Los Ardillos o Los Rojos. Suponiendo sin conceder que efectivamente los “niños autodefensas” enfrenten criminales, el Estado mexicano debe prepararse para una tragedia de grandes proporciones.

Cabo de guardia
La Guardia Nacional no es la solución a todos los problemas de seguridad pública e intermedia del país. Se ha insistido en este espacio sobre la urgencia de fortalecer a los municipios y estados para que disminuyan la comisión de delitos del fuero común, que son los que más afectan a la sociedad.

Sin embargo, la GN tiene un liderazgo a toda prueba con el general Luis Rodríguez Bucio. La GN está alcanzado la espiral que toda institución vive cuando se crea, amén de que la experiencia y capacidad de muchos de sus mandos habla por sí sola.

El problema son los ataques a los que se ha sometido a la GN y más por los últimos eventos en la frontera sur, con la nueva caravana migrante. Se debe comprender de manera objetiva que el alcance de la GN no tiene que ver con política. La GN actúa y actuará con el gobierno en turno para fortalecerlo y beneficiar a la sociedad.

Por donde se vea, aun y a pesar de la coyuntura de la relación México-Estados Unidos, la necesidad de impedir y controlar el cruce ilegal de migrantes a nuestro país por diferentes puntos de nuestra frontera sur era una urgencia de seguridad nacional. Efectivamente es la Guardia Nacional quien puede hacerle frente a esta realidad de desgracia humanitaria.

El problema de instituciones como la GN, así como las fuerzas armadas, es que además de responsabilizarse del problema, también deben hacerlo con los efectos mediáticos y en algunos casos sociales.

No es la GN el enemigo a vencer, en todo caso, es la desgracia —insisto— de la que seres humanos quieren huir para alcanzar mejores estados de vida.

No es México su destino final; sin embargo, la desgracia también los persigue en nuestro país y para eso está la Guardia Nacional.
Es rescate humanitario. No abuso de poder.

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