La difusión cultural en la UV: tareas pendientes.

 

/ Juan José Barrientos /

De acuerdo con el Dr. Miguel Ángel Casillas  la UV no tiene un proyecto de difusión cultural con objetivos, metas y acciones precisas, y Roberto Aguirre Guiochìn contesta, en un escrito publicado en un periódico local, que se han realizado conciertos didácticos y talleres de manera constante, reparado y adquirido instrumentos musicales, que la OSX se presentó en  Xalitic y otros espacios públicos, etc. con lo cual defiende su labor, que es la de un buen (o regular) administrador o gerente, pero nada más.

Obviamente no ha realizado nada comparable al festival Junio musical o al que organizó Erasmo Capilla, y desde que el Hay Festival se trasladó a Querétaro,  Xalapa se encuentra muy apagada.
Y no se puede culpar exclusivamente al actual rector, porque Sarita descuidó mucho la difusión cultural, y en un artículo de Samuel Máynez Champion publicado en la revista Proceso, se le reprochó, igual que a los responsables del IVEC, que no se celebrara debidamente el centenario de unos de los principales compositores de música para piano nacido en este país.

Me refiero, claro, a Mario Ruiz Armengol (1914-2002), que era originario de Veracruz y cuyo legado urge rescatar.
Hace décadas, el IVEC publicó sus Danzas cubanas y la Universidad Veracruzana, sus Piezas infantiles, pero hay que reimprimirlas y publicar todas sus partituras, pues solo se consiguen en ediciones caseras, aunque ya fueron revisadas y editadas por Alejandro Corona, que además las grabó en varios discos, que se deben reponer.

Hay muchas tareas pendientes.

En el periodo de Arias Lovillo se publicó una colección de libros con tirajes de 15 y 18 mil ejemplares que se regalaban a los estudiantes, pero en vez de coeditarlos con el COBAEV o la SEV para aumentar el tiraje y podérselos ofrecer a los alumnos de los bachilleratos, Sarita lo redujo a los 2 mil acostumbrados anteriormente.
La idea de la colección era excelente, pero se echó a perder en seguida, porque la selección no fue muy acertada y por complacer a los investigadores que redactaron las  introducciones, por lo general indigestas.
(Nada que ver con los prólogos de  Borges).

El actual rector no parece por lo demás muy interesado en las actividades culturales, no va seguido a los conciertos y Guiochìn tampoco es asiduo, a diferencia de Manolo Zepeda que no faltaba.

Por cierto, Zepeda me consta que hizo innumerables gestiones ante las embajadas   para traer músicos, como la violinista Deborah Nentanu, que interpretó la sonata de Ravel, y Guiochin no veo que haya hecho algo parecido.

En general, la difusión cultural deja mucho desear.