/Por Norma Meraz /
De candidato a Presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha sido fiel a su “ filosofía “, la filosofía del engaño.
Como candidato, fue opositor contra el gobierno y como gobierno, es el encubrimiento y la mentira .
En campaña, se comprometía a regresar el ejército a los cuarteles, a no dejar un solo mexicano sin servicios de salud, sin escuela, sin trabajo bien remunerado a hombres y mujeres, sin protección a su persona y sus bienes; a respetar la Constitución, el estado de derecho y la división de poderes.
Ya como inquilino de Palacio Nacional , se opone y destruye todo lo que no vaya de acuerdo a su mandato único e intransigente .
Un Presidente “amurallado “ defendiéndose de la verdad.
La única verdad es la suya y para él, el país es sólo suyo.
Desplantes , sobra enumerar , como: “ yo vendo petróleo a quien yo quiera”!
Se llena la boca para ofender y descalificar a otro Poder de la Unión, como es el Judicial . La Suprema Corte de Justicia de la Nación es la Institución a la que los mexicanos nos asimos para buscar justicia frente a quienes nos agravien .
Más de 50 mil hombres y mujeres trabajan en este Poder establecido en la Constitución y hoy son acusados de flojos e irresponsables, son injuriados estos impartidores y administradores de la justicia .
Su obsesión es asfixiar económicamente a este Poder y lograr así, adjudicarse sus funciones de juzgador.
Absorber a los dos poderes, el Legislativo y el Judicial es desaparecer los contrapesos para concretar su absolutismo .
El estatismo es la doctrina que predica desde el púlpito de Palacio Nacional.
Desapareció a capricho, la agencia de noticias Notimex, erigiéndose como el único informador oficial, igual como lo hacen en Venezuela, Nicaragua y Cuba.
Con un agravante, se ha convertido en un predicador del perdón a los criminales, predica la austeridad cuando vive en un palacio, viaja en aviones de la Fuerza Aérea Mexicana, se traslada en una camioneta de super lujo blindada, seguida por otras cuatro para su cuidado, cuando antes decía que no necesitaba nada de eso porque “el pueblo lo cuidaba”.
Todo eso fue un simbolismo hipócrita.
Como la humedad, el estatismo ha carcomido a las Instituciones que han dado cuerpo a nuestra democracia , como: el Instituto de transparencia INAI, el INE, y el CONACYT , entre otros .
López Obrador, dispara como escopeta, descalificando a los críticos de su gobierno, ya sean periodistas, que por cierto, México es considerado como el país más peligroso para ejercer el periodismo; sean padres de familia que claman por medicamentos para sus hijos y reclaman también libros de texto, pues a más de dos meses de haber iniciado el ciclo escolar no cuentan con ellos; sean mujeres ultrajadas que no tienen donde resguardarse de los maltratos y violaciones que padecen a diario, sean madres buscadoras de hijos desaparecidos .
Hoy también, muchos mexicanos reclaman el reintegro del boleto que pagaron para viajar por Mexicana de Aviación luego del anuncio hecho por el Presidente, de que a partir de diciembre de este año, Mexicana volaría saliendo del AIFA, a Acapulco pagando 429 pesos, a Cancún por 509 pesos, a Mazatlán por 839, con la misma tarifa a Los Cabos y habría descuentos especiales a las personas mayores presentando su credencial del INAPAM.
Ahora, Mexicana de Aviación anunció que suspende la venta de boletos hasta nuevo aviso.
Y es que el Presidente López Obrador desconocía que: la línea aérea oficial -de los militares-, no contaba con la certificación de explotador de servicios aéreos AOC, que otorga la Agencia Federal de Aviación Civil AFAC.
La certificación valga aclarar, se otorga cuando se comprueba que la línea cubre todos los requisitos y estándares como: la estructura orgánica de la aerolínea , tipo de aeronaves, talleres de mantenimiento y personal capacitado, pilotos y sobrecargos. Iniciar operaciones sin la certificación violaría la Ley de Aviación Civil, la Ley de Vías Generales de Comunicación y quebrantaría también, los acuerdos internacionales.
¡Qué caray, pequeño olvido o gran ignorancia!
La doctrina AMLO, podría calificarse como: “un pecado social” (frase del Presidente).
¡Digamos la verdad!