*Palabra de Malinche.
/ Escrito por Cirenia Celestino Ortega /
Los días de asueto nos hacen sentir que estamos ante una celebración. Hay suspensión de clases el 10 de mayo, Día de las Madres; 15 de mayo Día de las y los maestros, nos hacen sentir en descanso y en el marco de días para conmemorar la maternidad y la educación. Sin embargo, seguimos sin explicar que estas dos fechas tienen un sentido profundo en la enseñanza para las infancias y que se viven olvido, con violencia y en luto.
La educación formal, la institucionalizada, se enfrenta a grandes rezagos en materia de respeto a los idiomas o lenguas indígenas y la pertinencia cultural de los contenidos, aulas y pedagogías.
Las niñas, jóvenes y maestras particularmente viven acoso sexual y otras violencias que incluso han llevado a huelga a las instituciones para obligarlas a tomar acciones para garantizar espacios seguros para todas.
También violaciones que las obligan a la maternidad y la falta de educación sexual integral que genera embarazos tempranos y no deseados con los que verán frenados sus proyectos de vida.
A esta realidad se suman las escuelas que deben cerrar ante la violencia criminal o las infancias que abandonan sus estudios ante desplazamientos forzados resultado de los conflictos armados.
Es necesario negarnos al olvido, recordar por supuesto, a los 43 maestros rurales que no llegaron a serlo porque fueron desaparecidos hace ya 11 años en Ayotzinapa.
Por otro lado, la educación no formal pero la más importante, la que se recibe en casa y que ha quedado relegada al trabajo no remunerado de las mujeres.
Mujeres que se enfrentan a maternidades autónomas por la irresponsabilidad de los progenitores. Maternidades precarias debido a la baja inserción laboral derivada de la carga de trabajo no remunerado como el cuidado. Maternidades obligadas a ejercerse en condiciones adversas como en prisión. Maternidades complejas porque el sistema social no les garantiza condiciones para el desarrollo pleno de sus hijas e hijos, como las madres de hijas e hijos con discapacidad.
Madres obligadas a vivir con dolor y rabia por la búsqueda de sus desaparecidas y desparecidos. Madres que buscan justicia para sus hijas víctimas de feminicidio. Abuelas obligadas a la maternidad des sus nietas y nietos en orfandad por el feminicidio. Las madres que han visto morir a sus hijas e hijos en medio de las guerras.
Todas las maternidades que se reivindican cada día como la mejor escuela porque nos enseñan a pelear, las que se vieron obligadas a aprender lenguaje jurídico para defenderse frente a las autoridades.
Por cada madre y maestra que nos enseña a cuestionar, las que muestran el camino para la dignidad.
*Periodista feminista y defensora de los derechos humanos de las mujeres.