Natalia de la Rosa / Instituto de Investigaciones Estéticas
Carmen Mariscal (1968), artista mexicana nacida en Palo Alto, California, explora constantemente medios como la fotografía, la instalación, el video y la escenografía, en ocasiones con objetos que ella misma elabora o adquiridos comercialmente. De forma continua, Mariscal trabaja en torno a temas vinculados con hechos que marcaron su vida, como un accidente automovilístico que sufrió a los veintidós años, o reflexiones sobre su propia familia. Dicho acercamiento la ha llevado a redefinir una suerte de autorretrato sustentado en el cuerpo y las distintas experiencias que la han impactado, que suma a un ejercicio analítico sobre los estereotipos de la feminidad y otros constructos sobre el género determinados por el patriarcado. En cambio, los distintos medios que trabaja le permiten construir imágenes, fragmentos de realidad o proyecciones ficcionales que responden de forma distinta a las nociones tradicionales o impuestas hacia la corporalidad femenina, o revelan algún aspecto concreto desde un desmantelamiento crítico. La misma autora explica, en su página electrónica, que la memoria, la vida personal, la conciencia social y un análisis sobre los procesos actuales son elementos que inspiran su obra y la construcción de sus narrativas.
La esposa esposada presenta una profunda reflexión en torno al matrimonio y las condiciones colectivas y personales implicadas en este contrato social, así como las tensiones privadas y públicas que condicionan dicho entorno y situación para la mujer. Mariscal realiza una serie de esculturas que recuperan el diseño y la estructura de las antiguas crinolinas. Esta arquitectura portable es completada por medio de una serie de marrocas metálicas. Con ello, presenta un juego por medio del lenguaje que funciona en el español, ya que “esposa” tiene un doble significado, ya sea para referirse a un dispositivo de seguridad destinado a mantener juntas las manos, características de una lógica policial, o para una mujer casada o que ha formalizado un compromiso con un cónyuge. Mariscal también describe este vestido como una especie de control espacial, debido al tipo de resolución que mantiene un doble referente, entre el pasado y el futuro.
La serie se completa con un registro fotográfico a 20 mujeres en distintos contextos (algunas casadas, otras divorciadas y algunas otras solteras) que portan estos diseños de crinolina, que también refuerzan un sentido de control y grillete para el cuerpo. En estas imágenes observamos varias interpretaciones hechas sobre la escultura, ya sea detalles de esta obra en acero y aluminio, y a estas modelos interactuando de distinta manera con el objeto, reforzando el discurso sobre el sometimiento, el aislamiento y la frustración. Asimismo, como parte de la exposición realizada en torno a la serie, organizada por la Casa de América Latina de París y curada por Christine Frérot, Mariscal produjo una obra sonora compuesta por Chloé Catoire, que utiliza las voces de las mujeres que fueron retratadas.

En esta misma exhibición, se presentaron dos piezas más, que se entrelazan a otra propuesta: Chez Nous (Casa-candado). Se trata de una estructura en metal que dibuja una silueta a manera de maqueta de una casa-habitación, a la que satura de pequeños candados. Con este ejercicio refuerza la idea del hogar y el espacio doméstico como el ámbito que ha permitido la separación de la mujer del espacio público, así como la potencialización de su aislamiento para dedicarse a realizar las tareas reproductivas y de cuidado que sostienen la acumulación del capital sin reconocimiento alguno.
Por otro lado, como parte de la versátil producción de Mariscal, este tipo de elemento escultórico y de vestuario mantiene un lazo con la obra de teatro Laodamie, de Catherine Bernard (1698). Para esta pieza del siglo XVII, que retrata la historia de una reina que tiene como requisito estar casada para poder gobernar, Mariscal recupera el trabajo de La esposa esposada, con el propósito de presentar una escenografía-escultórica que reutiliza el diseño del corsé con candados, esta vez representando también un trono. “Cilindros de diferentes tamaños representan el templo de Diana; estos objetos recuerdan las ruinas romanas de Macedonia, donde tuvo lugar la obra”.
El proyecto de La esposa esposada, como estas otras obras vinculadas, confirma el interés de Carmen Mariscal por exponer de formas diversas y entrelazadas aspectos que atraviesan el cuerpo, ya sea personal o social; una profunda reflexión sobre los contextos y el habitar de las mujeres, así como los conflictos que conlleva; al mismo tiempo que una relación con textos y referencias a autoras que también han significado un aporte a dichas temáticas, referencias que van de Madame Ulrich a Virginia Woolf.
