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/Por Inocencio Yáñez Vicencio./
Hace no mucho, al terminar de leer el libro de José Luis Moreno Pestaña, titulado : Retorno a Atenas, editado en 2019 por Siglo XXI de España, me llamó la atención un tema que trata y que su comprensión depende del concepto de política que se asuma. Para los que definen la política como una lucha por el poder ( Maquiavelo, Weber…) la verdad es un asunto moral y por tanto la política tiene su propia moral. La verdad es cuestión de estrategia, según convenga para la conservación o reproducción del poder, se hará uso de ella. Para quienes creemos y defendemos un concepto de política como dialogo, deliberación, persuasión y acuerdo, como una acción concertada para lograr el bien común ( un bien común surgido del debate de todos los interesados); sostenemos que: ” La democracia se lee desde la franqueza, la parresía, la capacidad de decir lo que no todos se encuentran preparados para escuchar ” ( Pág. 161). Quedando con esto claro que en el realismo político, basado en relaciones de mando y obediencia, ya vemos que no sólo no predomina la franqueza sino que escalar el poder y ejercerlo sobre los contrarios se sustenta en la mentira. En un hermoso libro de Maurizio Viroli, llamado De la política a la razón de Estado, narra y explica su trayectoria, facilitando el entendimiento de la política en su sentido ético, porque la politica nace en el Ágora ática, en los siglos VI y V antes de Cristo. Y nace como un derecho igual y un derecho a hacer uso de la palabra. Como un asunto de todos y no como una práctica de unos cuantos.
No aguanto la tentación de transcribir el siguiente párrafo del texto de José Luís Moreno Pestaña, un libro sesudo: ” Por lo tanto la democracia requiere coraje : para decir lo que se piensa sin certidumbre, para asumir los resultados sean cuales sean éstos. En el coraje precisa Castoriadis, se ve como en ningún lugar la diferencia entre la capacidad reconocida legalmente de hablar y la sinceridad de un discurso, la parresia, que no puede garantizar ley alguna, sino que depende del ethos ciudadano, de la integridad pública. Tener derechos en el Ágora no basta, si con ellos nos dedicamos a halagar a conveniencia, ya sea a los poderosos o a la muchedumbre. El coraje permite llenar de contenido veraz y consciente los derechos”.
Bajo esta concepción de la política y estos valores, desde hace muchos años vengo reclamando un giro a la cultura del Partido Revolucionario institucional, que es el partido donde he militado toda mi vida y ni siquiera en esta etapa de profunda crisis observo señales de rectificar, no lo demando porque el PRI, sea el peor, paradójicamente, puedo asegurar que sus adversarios históricos y circunstanciales están peor, pero sus muchos años en el poder, hace que lo asocien con todas sus desviaciones.
Definir su público y construir el discurso para ese público, es uno de los retos que tiene, entre una veintena, que no puede esperar. Recuerdo que en una sesión de consejo, Don Jesús Reyes Heroles, hizo una relación de quienes caben y quienes no, en el Tricolor. Esa es la primera condición, porque un partido es eso, parte, no todo. Los priistas necesitamos saber quienes somos y contra quienes luchamos y por qué. De ahí vendrá el discurso que no sólo les animará sino que les dotará de ideas y propósitos para alcanzar las grades metas trazadas.
UNIR ES RESOLVER, es el estandarte con el cual Alejandra Del Moral, quiere guiar a sus huestes a la victoria en el Estado de México, pero resulta que con esa arenga se insiste en flotar, en situarse por encima de la lucha social y , como siempre, limitarse a señalar inmoralidad y deficiencias en el contrario, simplemente es presentarse personalmente como el menos peor y ofrecer que nada cambiará, asumiéndose no como partido político sino como una fraternidad o hermandad. De por si la descolorida propaganda que trae Alejandra Del Moral, ya la hace sospechosa de buscar ganar y luego con esas arengas que ni alientan ni marcan rumbo, pues más.
En descargo me decía un directivo que ella es valiente, que esas omisiones son de su equipo. Lo que no aminora la falta. La hace más grave, porque muestra que no es deficiencia personal sino del partido, enseñando que lo que menos tiene es ser valiente, porque valiente es que rompiera esas ataduras e hiciera el deslinde que le hace falta a su partido, con todas las consecuencias que ello lleva, porque sus votantes necesitan saber por quién van a votar, qué obtendrán con su voto y principalmente , por qué no deben votar por los otros y por qué, por su opción si.
Quienes esperan que los dioses los elijan para un cargo o recibir una recompensa, nunca van a hablar con la verdad, pero por fortuna no faltará alguien que no sea adicto a la reverencia y lo hará pensando en la rectificación, remota pero posible.
Morena está destruyendo la nación y las instituciones, pero no debemos apostar al desencanto sino a construir una alternativa social y ética, que cierre las puertas por donde se coló la demagogia y el populismo.