Guadalupe Loaeza
“Francia me permitió ser quien soy; estoy dispuesta a dar mi vida por Francia”. Ahora su país por adopción le abre las puertas de par en par del Panteón, a la gran Joséphine Baker (1906-75), de este modo se convertirá en la sexta mujer del selectísimo grupo de 80 personas enterradas en mausoleo destinado a “grandes hombres”. Además, será la primera mujer negra en el monumento parisino. Emmanuel Macron fue muy explícito al escribir un tuit el 23 de agosto: “llevó alto el lema de la República Francesa, libertad, igualdad y fraternidad”. Hay que decir que Joséphine Baker fue la primera gran artista negra, en la década de los veinte y los treinta, de gran éxito internacional, reconocida por su participación en la resistencia francesa a la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial, pero sobre todo, gran luchadora contra el racismo y “en todos los combates que unen a los ciudadanos de buena voluntad en Francia y en el mundo” de allí que fuera condecorada con la Cruz de Guerra, la de Lorena y la Legión de Honor.
¿Quién fue esta mujer brutalmente erótica que bailaba vestida nada más con una falda de cuya cintura le colgaban plátanos, y que hechizaba a los parisinos, el día que se presentó en el Teatro de los Campos Elíseos, donde la consideraron como una verdadera diosa de ébano? Joséphine y su pareja de baile inflamaron la imaginación de los espectadores cuando bailaron un charleston haciendo un alarde de contorsiones y ondulaciones frenéticas. Esa noche, los parisinos amantes de las revistas musicales descubrieron un espectáculo nuevo y totalmente exótico. Fue así que Joséphine se convirtió, de la noche a la mañana, en una verdadera sensación.
Hija de una lavandera, Baker nació en San Luis Misuri el 3 de junio de 1906. Su padre, de raza blanca, Eddie Carson, abandonó el hogar. La familia vivía en una pobreza extrema. A los 13 años, trabajó de mesera en un antro llamado el Old Chauffeur Club, en donde conoció a Willie Wells, con quien se casó y del que se divorció. A los 16 años seguía haciendo su lucha y en 1925 se le presentó la oportunidad de actuar en París. Su aparición en solitario, bailando con frenesí el Black Bottom, en el Teatro de los Campos Elíseos, contorsionándose como una serpiente, gesticulando, poniéndose bizca, inflando las mejillas y, saliendo a gatas de una manera cómica, enloqueció al público. “Yo improvisaba. ¿Hermosa yo? Todo es cuestión de suerte. Nací con un par de estupendas piernas. En cuanto al resto… hermosa, no. Eso sí muy divertida”. A los 19 años de edad, era ya una celebridad quien seguramente hubiera sido vetada en su propio país. En Estados Unidos le hubiera sido imposible sentarse donde quisiera en un restaurante, un autobús o un tren. La carrera de Joséphine prosperó aceleradamente en la sociedad parisina, mucho más abierta para la gente de color que la sociedad racista estadounidense. Convertida en la principal estrella emplumada de las grandes revistas musicales de Folies Bergère y del Casino de París, la triunfante Joséphine se convirtió en primera figura indiscutible del music-hall. Para 1927, era la artista mejor pagada de toda Europa y una de las mujeres más fotografiadas del mundo, era la primera estrella en mostrarse prácticamente desnuda. Esa misma libertad de la que disfrutaba Joséphine como pasearse por los Campos Elíseos con una pantera que llevaba en una correa… En 1940, Joséphine se enamoró de un imponente castillo, construcción de finales del siglo 15 y terminada en el 19. El castillo de Mirandes era una joya.
La Baker no sólo era un ilustre cinturón de plátanos, en 1940, se unió a la Francia libre, sirvió en Argelia como enfermera, conductora de ambulancia y agente de información, arriesgando su vida. Además, dio refugio a los soldados franceses y aliados y cantó en el frente para entretenimiento de los mismos. Su activa participación en la Resistencia le valió que fuera premiada con la Cruz de Guerra y una carta de agradecimiento del general De Gaulle. Joséphine se unió a la marcha por los derechos cívicos de los negros, en 1963, al lado de Martin Luther King. Adopta a 12 niños asiáticos, africanos y europeos… Ella es feliz con sus hijos en su castillo, al lado de su marido que la adoraba.
Desafortunadamente Joséphine, con muchos sueños y proyectos pendientes, muere de una hemorragia cerebral, el 12 de abril de 1975. Más de 20 mil personas siguieron el cortejo fúnebre, encabezado por sus 12 hijos, por las calles de París hasta la Iglesia de la Madeleine. Se le dieron los honores reservados a los militares y muy pronto reposarán sus restos en el Panteón.