Escrito por Lucía Lagunes Huerta.
La Comisión de la Verdad llamó a todas las víctimas de la llama Guerra Sucia en México a dar su testimonio con un acento especial en las mujeres, quienes hasta ahora han quedado en la sombra de la historia de 25 años de persecución política del Estado Mexicano con las graves violaciones de derechos humanos que esto implicó. Qué ocurrió con ellas, más allá de las guerrilleras y la desaparición forzada, es la historia que se intenta contar.
Esta convocatoria me llevó a recordar la primera ocasión que tuve en mis manos la investigación hecha por Isis Internacional sobre las vejaciones que vivieron las mujeres en manos de torturadores en los diferentes países latinoamericanos que enfrentaron golpes militares y guerras civiles. La crudeza de los testimonios, desgarraban el alma y alimentaba la indignación, porque no se encontraban en ninguno de los informes ni documentales de la época, la historia de la represión que se había contado hasta entonces había excluido otra vez a las mujeres.
Poco después surgió, en 1997, el primer informe de Anmistía Internacional sobre los Derechos Humanos de las Mujeres en el marco de conflicto armado de alta o baja intensidad, que recoge la violencia sistémica que viven las mujeres y niñas en el mundo en contextos de guerra, donde concluye, entre otras cosas, que las mujeres se ven atrapadas en conflictos armados que no iniciaron, convirtiéndose en botín de guerra, donde la violencia sexual se transforma en un arma para dañar no solo a las mujeres sino a poblaciones enteras.
El velo de las vejaciones vividas por las mujeres en la represión política-policial en México se ha empezado a correr en los trabajos que ha llevado a cabo la Comisión de la Verdad instalada el 10 de diciembre de 2021 y cuyo mandato termina en 2024.
De acuerdo con David de Jesús Fernández Dávalos, comisionado experto del mecanismo de esclarecimiento histórico de la Comisión de la Verdad, a quien tuve oportunidad de entrevistar, la Comisión está convencida que la represión del Estado Mexicano ocurrido entre 1965 1990, en cuanto a las violaciones a los Derechos Humanos se infligió de manera distinta entre mujeres y hombres, haciendo de la violencia en contra de las mujeres un instrumento de control político que no termino en los años 90 sino que se mantiene hasta el día de hoy.
Para las mujeres, este llamado de la Comisión, es la oportunidad de evidenciar lo que hasta ahora ha estado oculto, que son las violaciones graves a sus derechos humanos como instrumento de represión política-social.
Entre las atrocidades que ha identificado hasta ahora la comisión se encuentra; por ejemplo, la violencia obstétrica, es decir, mujeres que abortaron o quedaron incapacitadas para gestar debido a la tortura a la cual fueron sometidas.
Por supuesto que entre las graves violaciones a los derechos humanos de las mujeres esta la violencia sexual y la tortura sexual, así como la reclusión clandestina probablemente por ser hija, hermana, compañera, madre de un hombre que el Estado Mexicano identificó como enemigo.
Las vulnerabilidades sociales, económicas y políticas que emanan de la discriminación y desigualdad que vivimos las mujeres, en contextos de conflicto sociopolítico, elevan su riesgo de vivir alguna violación a sus derechos humanos. Recordemos el conflicto de Boznia y Herzegovina, donde las mujeres fueron secuestradas para ser violadas hasta quedar embarazadas, para luego liberarlas a punto de parir, Ni que decir de los cientos de mujeres indígenas de Guatemala quienes fueron violadas por todas las fuerzas militares involucradas en la guerra civil cuya historia hasta hace muy poco ha salido a la luz tenuemente.
Esto es lo reconoce la Comisión de la Verdad de México, parte de que “hasta el día de hoy las mujeres no han sido reconocidas como víctimas de la guerra sucia porque el enfoque que se ha priorizado es la desaparición forzada”, sin embargo, el trabajo de la Comisión que ha llevado hasta hoy ha permitido identificar que “en las ocupaciones militares a las comunidades campesinas las mujeres fueron objeto de violencia sexual; fueron, incluso, esclavas sexuales de los militares”, explica Fernández Dávalos, hechos que no ha sido recogido ni documentado en la dimensión que se merece, y por lo cual llaman a las víctimas a dar su testimonio.
David Fernández me explicó que ni las propias mujeres que han padecido estos horrores se reconocen como víctimas, aun cuando lo son, porque estas violencias no son dimensionadas socialmente como graves, sin embargo, por supuesto que son víctimas de la política de contra insurgencia llevada a cabo por el Estado mexicano.
Incluso, asumen la importancia de documentar las torturas cometidas en contra de enfermeras y médicos que practicaban abortos clandestinos en el entonces Distrito Federal y que fueron torturadas en el viejo cuartel de la policía de tránsito de Tlaxcoaque, en los años noventa; si bien ya cuentan con algunos testimonios de estas violaciones terribles, es necesario poder llegar a muchas más víctimas; incluso a las mujeres que fueron detenidas por practicarse un aborto y quienes también fueron torturadas en este temido cuartel de Tlaxcoaque.
La comisión busca documentar el volumen y la profundidad de la violencia contra las mujeres como parte del ejercicio de control del Estado Mexicano y va un poco más allá, que es mostrar la continuidad de esa violencia, hoy en día y el hecho de no mirar la estructura patriarcal que la sostiene y permite su repetición.
Esta continuidad de la violencia contra las mujeres en los actos represivos del Estado, está reflejada en, Atenco, y de acuerdo con las pesquisas de la comisión estos abusos contra las mujeres continúan en el combate al narcotráfico o en la detención de las migrantes.
La problemática que vivimos las mujeres tanto en la guerra sucia como en las acciones represivas que ocurren por parte de las fuerzas armadas, Señala Fernández, son una herramienta del estado patriarcal para someter al conjunto de la población.
Robustecer los indicios obtenidos hasta el día de hoy con testimonios directos, es también la oportunidad para poder desmontarla.
Sacarla de la oscuridad el uso de la violencia contra las mujeres como herramienta de control político, no solo es un deber, sino un paso a la verdad, la reparación y la no repetición. Para ello quienes integran la Comisión deben garantizar un espacio seguro y confiable en el cual las mujeres atestiguar y desterrar la guerra sucia que hemos vivido..
Cuando se hace el recuento de los gobiernos autoritarios y represivos es necesario reconstruir la historia colocando a las víctimas en el centro, en un ejercicio importantísimo de acceso a la verdad y a la reparación. Es reconocer de cara a la sociedad las graves violaciones a los derechos humanos que fueron perpetrados por el Estado.
Sin embargo, es frecuente que las mujeres queden excluidas de esa historia o apenas sean mencionadas como hechos aislados, ocultando la violencia sistémica vivida por ellas, negando con ello el acceso a la verdad y por supuesto a la reparación que se merece.
Ejemplo, tenemos varios en América Latina, donde existe un largo camino en la creación de comisiones especiales para evidencia las graves violaciones a los derechos humanos en el marco de gobiernos emanados de golpes militares como en Argentina, Chile, Brasil y en aquellos en donde han existidos conflictos de guerra civil como en Colombia y Guatemala por mencionar algunos, que han demostrado la trascendencia que tiene en un país reconocer las atrocidades vividas por la población por parte de los grupos gobernantes en aras de mantener el control político.
El papel de estas comisiones es trascendente en términos sociales y políticos, porque hacen una suerte de sanación. Estas comisiones cuentan la historia desde las víctimas para brindar a la población en general y en especial a las propias víctimas la verdad de lo ocurrido, con el propósito uno de evidenciar responsabilidades y evitar que se vuelva a repetir. Traer a la luz la verdad del poder y sus atrocidades en cuanto a violaciones de derechos humanos.
Sin embargo, no es fácil que lo ocurrido con las mujeres en los conflictos sea un eje primordial de estas comisiones, incluso, en ocasiones, han jugado en contra.
Por ello, quiero resaltar el llamado que han hecho quienes integran la Comisión de la Verdad en la llamada Guerra Sucia en México, que de inicio reconoce la trascendencia de hacer una investigación poniendo en el centro los derechos humanos de las mujeres para reconstrucción este periodo histórico de nuestro país y las graves violaciones de derechos humanos.