La habitación de Maricela en un torbellino de violencia.

Maricela, del pueblo indígena náhuatl, era originaria y vecina del municipio de Copanatoyac, Guerrero. Tenía 32 años. Le gustaba ser maestra de danza en la secundaria del pueblo. Al ritmo del viento dejaba caer sus pasos en la cancha de la escuela para mostrarle a sus estudiantes.

En 2010 inició una relación de pareja con un médico. Con el tiempo tuvo tres niñas de 5, 3 y 2 años. Poco a poco la violencia física y psicológica en su contra fue ganando terreno. El ambiente hostil siguió, porque su pareja era posesivo y controlador.

Acudió con el Juez de Paz en febrero de 2016, donde acordaron que iban a continuar con su relación sin violencia, pero su esposo no cumplió. Las agresiones no cesaron. El primero de junio de 2016 tras una discusión no le permitió salir del domicilio. Sus familiares la fueron a buscar, pero al no salir decidieron entrar. Nunca imaginaron encontrarla en la recámara tapada con una sábana sin signos vitales. Inmediatamente dieron parte al ministerio público y Semefo. Los peritos determinaron que murió de asfixia por estrangulamiento.

El agresor tenía su consultorio médico en el interior de la casa de su suegra. Trató de borrar toda evidencia para ocultar el crimen. Encontraron en el cuarto varias cartas que el médico le escribía a Maricela para decirle cuánto la amaba y que cambiaría para ser mejor persona. Cuando se fue de la casa se llevó el vehículo de la víctima. A 8 años del lamentable feminicidio no se ha detenido al agresor.

Publicado originalmente en Tlachinollan