La historia de Lía, la pequeña violada impunemente por pederastas, sale a la luz durante marcha feminista

* La violencia institucional que contribuye a la ola de violencia contra las mujeres, no se detiene en México.

/Redacción/

Cdmx. 16 agosto 2020.- “Estoy aquí porque a mi niña la utilizaron para pornografía infantil, violada por hombres y mujeres (en la escuela) y me la dejaron muerta en vida… Mi niña intentó suicidarse a los 5 años, reveló Marcela, la madre que con voz cada vez más alta demandó al gobierno justicia.

“Pero, su papá y yo, que la amamos tanto, estamos aquí para pedirle a este país, a México, a Andrés Manuel López Obrador, a la Suprema Corte de justicia, que… ¡ya basta con la violación de los derechos de los niños!, exigió finalmente a gritos la dolida mujer cuando le dieron la oportunidad de dar a conocer su calvario, durante otra marcha más de la rabia.

Al explotar en llanto contenido, Marcela reclamó con dolor e ira “¿A nadie le importa!!” acusó, “como usan a la infancia de este país, para pornografía”, reprochando a las autoridades que lo permiten, al no castigar a las y los responsables.

“Ya estoy cansada, como Yessenia, como muchas madres que no pueden venir, porque no tienen los medios. Nos dejan en la calle, nos hacen desplazarnos, nos obligan a muchas cosas y a nadie le importamos, ¿a nadie!! ¿En qué gobierno vivimos, en qué país estamos? A veces pienso que estamos en el infierno, no necesitamos más”, refirió a punto de caerse”.

¡Les pido me apoyen para exigir justicia por Lía!!! exclamó envuelta en sollozos y las jóvenes en su entorno levantaron el puño y arengaron inmediatamente el nombre de Lía, y con un abrazo solidario gritaron: “¡No estás sola, No estás sola, No estás Sola!!!” para levantarla de su quiebre emocional, de nuevo.

Marcela se recobró y siguió exhibiendo a las autoridades de México y San Luis Potosí. “No es posible que me encuentre a los violadores de mi hija a donde quiera que vaya y qué hago?”. Expresó que ahora entiende la existencia del crimen organizado, “porque el crimen organizado está dentro de las instituciones, que nos niegan el apoyo, ¡¿Dónde están Derechos Humanos? ¿Dónde están para defender los derechos de los niñas y de las mujeres?! Me pregunto yo, ¿dónde están tantas instituciones que existen? SIPINNA, Derechos humanos”, inquirió.

“Nos traen como pelotas, de institución en institución. ¡Ya estamos agotados!” concluyó Marcela quien una vez mas como desde hace más de dos años, exigió castigo a los violadores de su hija en el instituto “Luis Gonzalo Urbina” de Río Verde, en San Luis Potosí.

Durante la marcha otra vez la rabia, otra vez emergen nuevos casos de violencia feminicida donde van creciendo los ataques a niñas y niños que impulsan marchas como la del domingo. Donde la furia se alimenta de las historias que solo ahí, como gritos ahogados, se conocen ante la inexorable impunidad.

La familia de Lía vivía del comercio en Matehuala y han dejado todo para seguir en su lucha de hacer justicia a su pequeña hija a la edad de tres años y medio fue abusada sexualmente por varias profesoras en San Luis Potosí en el 2017 y más tarde se sabría por hombres, como lo han venido descubriendo.

Marcela “N” ha transitado por el calvario de la indolencia institucional, amenazada e ignorada por todo tipo de autoridades, por gobiernos que dicen proteger a la niñez, por la delincuencia organizada, y su hija torturada con la discriminación social, por haber sido violada.

Lía de apenas 3 años y medio fue violentada sexualmente en el Instituto “Luis Gonzalo Urbina” por maestras que todo indica se dedicaban a la pornografía infantil, encabezadas por una de nombre María Teresa N, imputada que la liberaron mientras que a otra profesora de nombre Yvett del Carmen N. no la procesaron porque no apareció en los videos que sirvieron de prueba.

Solo dos diarios consignaron su dramática historia: Cultura Colectiva y el Sol de San luis, aquí un fragmento: “Lía asistía al colegio Luis Gonzaga Urbina, ubicada en Rioverde, San Luis Potosí, lugar que quedó impresionado por lo que le pasó a la pequeña en este kínder que contaba con cámaras de seguridad y equipo de cómputo avanzado. De pronto, la pequeña no quiso ir más a la escuela, porque aseguraba que una de las maestras le pegaba”.

“Los padres dejaron de llevarla a la institución y al cuestionarlos por su inasistencia durante un mes, comentaron lo que había sucedido. Las autoridades escolares refirieron que la profesora ya no laboraba para ellos, por lo que si la llevaban de vuelta, todas sus faltas serían justificadas.

El 6 de marzo del 2017, Lía llegó a casa con el pantalón manchado de excremento, lo que extrañó a los padres pues ella avisaba cuando quería ir al baño. No quiso comer y aunque la niña les decía que ya no quería ir a la escuela, los padres pensaron que era un caso de desapego, por lo que la enviaron de vuelta a la institución escolar. Dos días después, el 8 de marzo, fue cuando todo se descubrió dice el reportaje de cultura Colectiva.

El 8 de marzo del 2017, Lía fue cuestionada por su mamá y en su habitación ella le contó todo. “Ya te dije que las maestras malas me pegan”, algo que le extrañó porque la profesora ya había sido despedida del plantel. La pequeña se levantó la blusa y mostró los pezones a su madre. “Me pegó aquí, me pegó aquí”. Bajó su pantalón y su calzón y confesó: “Aquí me pegó y me dolió mucho, porque me pegó con algo dentro”.

Al ir con la ginecóloga, ella les recomendó acudir a la Subprocuraduría Regional de la Zona Media, en donde fueron remitidos a la Procuraduría General de Justicia de San Luis Potosí. Luego de ser examinada por el médico legista, se determinó que la pequeña había sido abusada sexualmente.

Los padres interpusieron la demanda, se realizaron investigaciones en las que se recabaron videos en donde se veía que cuando Lía iba al baño, la seguía la psicóloga de la escuela. Las agresoras fueron identificadas como María Teresa de Jesús Rodríguez Galván e Ivette del Carmen Méndez Zavala. A María Teresa la procesaron, a Ivette no, porque no aparecía en el video, pese a que ya se había identificado por parte de la menor.

Los padres de Lía han sido amenazados por el ‘Cártel de Los Rojos’, y aunque hicieron la denuncia, los judiciales les indicaron que “no tienen gasolina para moverse e investigar”. Un año y ocho meses después, María Teresa de Jesús Rodríguez Galván fue liberada porque “las pruebas no estaban claras” para los jueces Zamay de la Soledad, Giovanni Efrén Camarillo y José Luis Ortíz.

Aunque existía un dictamen médico y psicológico que determinaba violación, se determinó que la profesora era inocente. Aunque la familia apeló ante la Fiscalía General del Estado, estos les informaron que no podían contradecir a los jueces que emitieron la sentencia. Con las pláticas que tuvo la niña con el psicólogo, confesó que la sacaban de la escuela con peluca, que le ponían blusitas arriba del ombligo y que la sacaban de la escuela para jugar con hombres, señala el diario.

El único que fue separado de sus funciones por denuncias públicas y de corrupción fue Fernando Lemoine. Ni en la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas, ni en la Coordinación de Derechos Humanos de Matehuala les hicieron caso. A casi dos años, la pequeña sigue siendo discriminada en la escuela en la que fue inscrita y sus compañeros la llaman “la niña violada”. Sus hermanas siguen sin poder ser señaladas cuando caminan por las calles de San Luis pues al parecer la escuela en donde sucedieron los hechos, es propiedad de Lalo Botica, personaje que maneja diversas farmacias en el municipio y la procuración de justicia.

“Hasta la fecha, parece que mi niña violó a la maestra”, declara Marcela, consolando a Lía y a sus hijas por las secuelas psicológicas que siguen martirizándolas hasta el día de hoy”.

Cómo la historia de Lía cientos de casos que no atienden las instituciones, que desvían la mirada para continuar con el círculo perverso de la impunidad que las nutre porque las mujeres -y más las niñas- son cosificadas sexualmente para sus fines.

Historias que explotan en rabia, en ese enojo de las nuevas generaciones envueltas en el olvido y la agresión constante.

Otra vez la rabia, otra vez los casos de violencia feminicida donde van creciendo la ola contra niñas indefensas y que no acaba e incluso se alimenta con el desdén presidencial y su gobierno, que simula con discursos y becas lo que en estas marchas se manifiestan.

“No somos violentas, somo madres que cargamos una cruz por nuestras hija. No somos violentas somos madres que pedimos justicia por nuestras niñas”, enfatiza otra mujer-madre que porta en su pecho la foto de su hija muerta y una cruz en la mano recordando a María de Jesús, asesinada.

“Es más conveniente para este gobierno hacernos quedar como las delincuentes, como las vándalas, pero no les va a funcionar argumentaba la mamá de una de tantas miles de víctimas de la indolencia gubernamental ante la emergencia feminicida. “Nuestras manifestaciones siempre han sido pacíficas. Si muchas se encapuchan es por miedo, porque nos han desaparecido a muchas, nos han asesinado a muchas estudiantes, acusó.

“No nos van a callar”, advierte, “así nos manden mil o dos mil policías, no nos vamos a callar!”, avisa, con esa rabia que la mantiene en pie, frente a la actitud negligente de las autoridades capitalinas y federales.

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