*Zurda.
/ Ruth Zavaleta Salgado /
No cabe duda, aunque los datos oficiales están incompletos, la tendencia es clara: los feminicidios, las lesiones dolosas, el abuso sexual y las violaciones contra las mujeres se incrementaron en los últimos tres meses. En el primer caso pasaron de 48 a 74 de agosto a octubre; sobre las lesiones dolosas contra mujeres los datos sólo se encuentran publicados hasta julio, comparados entre 2024 y 2025, fueron 5 mil 607 denuncias contra 7 mil 403, respectivamente. En los casos de abuso sexual, aun cuando los datos de hombres y mujeres no están separados, se conoce que el mayor porcentaje de estos actos fueron en contra de ellas. Así tenemos que en agosto hubo 2 mil 595 denuncias de abuso sexual contra 3 mil 35 en octubre. A estos datos se suman las crecientes denuncias de desapariciones forzadas de niñas y mujeres que en algunos estados de la República son más que la de los hombres, fenómeno que apareció en el sexenio pasado y ha crecido en éste.
Quizás, por estas circunstancias, la presidenta Claudia Sheinbaum presentó el 25 de noviembre, Día Internacional de la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, lo que parece ser un ambicioso programa estratégico que incluyó la presentación de una nueva iniciativa de reformas a 17 leyes en la Cámara de Diputados entre las que se encuentran la General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, la de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, y el Código Nacional de Procedimientos Civiles y Familiares. Además, 10 compromisos entre los que se distinguen la instalación de una mesa de coordinación con las instancias locales, capacitación a las y los servidores públicos y la instalación de una mesa permanente entre la Secretaría de Mujeres, Poder Judicial y fiscalías.
Lamentablemente, aunque la presidenta Sheinbaum quiere construir una narrativa en la que parezca que su gobierno es el que tiene las mejores ideas para combatir la desigualdad y la violencia contra las mujeres, lo cierto es que desde 2008 se impulsa una política estratégica sobre el tema y se ejerce un presupuesto transversal con perspectiva de género que, año con año, creció a 28 mil millones de pesos hasta 2019. Todo esto se realizaba en coordinación con más de 20 secretarías de gobierno federal y las 32 entidades federativas, las cuales, en teoría, reprodujeron etiquetas de recursos en sus respectivos anexos presupuestales locales y avanzaban en diferentes acciones coordinadas con la federación mediante dos sistemas fundamentales: el de la Igualdad de Género y el del combate a la Violencia, pero todas esas acciones fueron descuidadas en el sexenio pasado. Hoy, con la sustitución del Instituto de las Mujeres y su transformación en secretaría y la desaparición del Conavim, las cosas no son mejores. En primer lugar, porque la titular de la nueva Secretaria poca experiencia tenía sobre el tema desde el ámbito de las instituciones de gobierno, y eso conlleva a que la curva de su aprendizaje le haga tomar decisiones de forma más lenta que lo que le hubiera tomado a alguien que ya conociera sobre el trabajo desarrollado, no sólo internamente en las dos instituciones desaparecidas, sino además en la coordinación estrecha entre la Secretaría de Hacienda (no sólo por el gasto, sino también por la evaluación de los programas) y las diferentes instituciones locales, llámense institutos o secretarías de la Mujer.
Así que no, no es la primera vez que se impulsa un programa estratégico, por el contrario, muchas de las acciones propuestas se parecen mucho a las que ya se realizaban antes de que Morena llegara al poder, de ahí que el repunte de la violencia contra las mujeres puede ser por los malos resultados del sexenio anterior, la impunidad y los efectos del reforzamiento de una cultura misógina en voz de diversos personajes de la vida pública, por ejemplo, las expresiones y actitudes de algunos diputados de Morena en contra de las mujeres, quienes, por cierto, cuentan con el cobijo de los líderes de su partido y de sus aliados ¿así quieren cambiar la cultura machista?












