**De memoria.
/ Carlos Ferreyra Carrasco /
A nadie se oculta que los Morenistas ya comenzaron la carrera por la postulación a la Presidencia Imperial, con sede en el Palacio Virreinal, y opción a cambio futuro al Castillo de Chapultepec, con carroza y boudoir de Carlota al canto.
En punta, sin límites, Claudia Cheimbaun a quien nadie conoce fuera del ámbito capitalino, donde una mayoría cercana al 60 por ciento expresa casi horror al rechazarla. Pero es la gallina ponedora de los huevos de oro para el mandatario.
Claudia da los pasos necesarios: se pone en manos de maquillista y peinadora, presenta una imagen menos cercana al 2 de noviembre, y cada fin de semana, con pretexto o sin el, recorre algunas entidades, hasta ahora con nulos resultados, la reconoce menos del 40 por ciento.
Repite letra a letra las frases inconsecuentes de su guía pero sin el rostro simplón ni la mirada a ningún lado. El recordado Cantinflas no hubiese sido Cantinflas sin la cara de pillo callejero.
Comer tacos de canasta debía haberlo patentado López, sólo que ahora se convierte en bandera ideológica, Cheimbaun por un lado, mientras Ricardo Monreal vela sus armas y publica por todos lados que comió tlayudas.
Este suspirante si tiene facha y costumbres de pillo, pero no callejero sino de alta escuela con pandilla, así sea por ahora nada mas familiar. A trasmano negocia con varios partidos y considera una candidatura vía Movimiento Ciudadano, MC, con la mira de sumar o otros partidos.
La otra posibilidad y la situación amerita explorarla, es obtener la candidatura de la coalición PAN, PRI, PRD, posible en la medida que estos grupúsculos carecen de figuras de primera línea.
La tarea, como lo hizo Vicente Fox, es sacar a patadas al partido en el poder.
Sotto voce, mencionan a Juan Ramón de la Fuente, el idolatrado rector Unamita que se derrumbó solo al aceptar la representación de López ante la ONU. Si analizamos su actuación, hasta ahora, encontraremos que poco o nada le ha importado sufrir ridículos sosteniendo las peregrinas tesis de quien se cree el guía del Universo.
Mencionan a Lorenzo Córdoba, éste con temor porque saben que la antipatía de López es enfermiza y que en arranque de furia para impedirle inclusive la postulación, ordene cambiar las reglas del juego, con apoyo o con ausencia total del Congreso.
Dos muestras, el presidente consejero de la Suprema Corte, Zaldívar, se unce al yugo pejiasno y sugiere a Lorenzo reducir el lesionado presupuesto sin pedir apoyos para la consulta de revocación. Y lo hace dejando ver la posición del tribunal en caso de que el INE apele.
En previsión de desacuerdos graves y para imposibilitar argumentos como incapacidad económica, desde ahora se habilitan comercios populares como casillas emergentes, tapizadas de publicidad de Morena y con exigencia de respaldo a la continuación del mando.
Los partidos coaligados, en sí, no cuentan entre los tres con una figura carismática, como tampoco se ve alguna en la pared de enfrente. Deberán apoyar a un aspirante externo como los dos mencionados, el primero, ya lo vimos, presto para un barrido y un fregado; el segundo en choque frontal con el mandatario.
Dejamos fuera a Magcel, que encontró su olla de oro al final del arcoiris, refugiado tras las entretelas de alguien poderoso que le permitió hacer y deshacer sin el riesgo de asumir responsabilidades.
No sólo los muertos de la Línea Doce, la del Bicentenario, sino su cobarde ausencia que permitió a una horda de subnormales, quemar vivos a tres agentes de la policía. El pueblo enardecido, incitado por los narcomenudistas de Tláhuac.
De esta sucesión puede surgir el Movimiento Obradorista, sueño del Okupa en el Palacio Virreinal, que le permitiría convertir en sectores, como en el viejo tricolor su biberón político, a los trabajadores, los campesinos y las clases populares. Los grupos de integración social superior, podrán sumarse, con humildad a quienes sean de su simpatía.
Por lo pronto, quedamos advertidos, no será la Guerra de las Galaxias sino la lucha de un hombre solo para conservar el poder.
Sólo que la historia, gran maestra, nos enseña cómo cada sucesor al darse cuenta de que el poder y la gloria son suyas, desbarata la obra de su antecesor y le pega donde más le duela.
Y mucho cuidado, gran señor, que una mujer sometida y por lo mismo humillada, se revuelve contra su protector cuando logra la libertad, su capacidad de decisión y puede ejercer lo antes vedado…