*Mis Proyecciones en el espejo:
/ Por Paula Roca /
“La principal causa de la infelicidad no es la situación, son tus pensamientos sobre ella”: Eckhart Tolle
¡Cuántas veces me he encontrado atrapado en pensamientos que no tienen motivo para ocupar mi presente! Es como si mi mente tuviera un botón rojo, capaz de activar el ego, que está listo para atraparme sin sentido en una tribulación que me puede arrastrar a las peores tormentas internas, esas que dañan, que me inundan y contaminan. Aprendí con mucha meditación a desconectar mi mente y quitarle al ego el poder y la oportunidad de arrastrarme a momentos de desesperación, ansiedad, y, sobre todo, a recordar a personas que en algún momento permití que su veneno me intoxicara lentamente.
Con esa intención puedo llegar a ver lo que verdaderamente necesito: un suave resplandor del ocaso que se asoma por mi ventana, ese que te cobija para lograr un buen descanso y apagarte por un momento.
Simplemente cierro los ojos para permitir que los sueños me encuentren, viajando a ese mundo interno donde vive mi esencia, no siempre es fácil, pero cuando lo logro con gratitud agradezco ese poderoso momento.
Muchas veces mi mente sin preguntar intenta boicotear mi momento, llevándome a la fuerza al futuro, o recordando vivencias con difíciles aprendizajes para alejarme de lo único real: el contacto con ese instante que vivo.
He aprendido que detener ese flujo interminable de pensamientos y regalarme la calma es tomar las riendas y colocar cada pensamiento en su lugar, regresándolo a su lugar de origen o a quien le pertenece, lejos de mi ser.
Muchas veces siento al ego tocando a la puerta, queriendo entrar, pero soy yo quien decide si le doy la llave.
¿Cuántas veces me he parado frente al espejo, cuestionando momentos que ya no puedo cambiar?
Frases repetitivas y estériles que solo alimentan un ciclo de enojo y frustración.
Algunos ejemplos cuando me he juzgado y cuestionado:
“¿Por qué no reaccioné?”
“Si la vuelvo a ver…le voy a decir”
“Deja que me la encuentre…”
“¿Qué hice?”
Por mencionar algunos sin palabras ofensivas.
Pero hoy, frente a mi espejo, elijo abrazar la mirada que veo reflejada ahí. Y cuando esos pensamientos regresan, les doy la espalda y les digo: “No es momento, luego hablamos”. Así me libero de esa energía que no me lleva a ningún lado.
No debo perder mi centro por pensamientos que llegan a mi mente y que no me pertenecen y que son ajenos a mi esencia. Debo aprender a observarlos, como lo hacemos con los fenómenos naturales: tormentas, ciclones, huracanes, etcétera… No podemos controlarlos, pero sí podemos protegernos de ellos y mantenernos firmes mientras pasan cerca.
El tiempo siempre encuentra su forma de responder, y la vida su manera de sanar. Hoy me recuerdo: vive aquí y ahora, que es lo único que importa. Y cuando llega la noche, me despido de mis pensamientos con la promesa de un nuevo amanecer.
En la noche sueño, descanso y sé que la verdadera luz no está afuera. Está dentro de mí, esperando ser reconocida una y mil veces por mi ser de luz, que alberga en mi corazón.
Permanezco con mi luz y en mi centro…