La misión.

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/ Carlos Elizondo Mayer-Serra /

Morena cumplió la misión: colocar en el Poder Judicial a gente cercana a AMLO. Lo de menos es cuántos votaron. Incluso con solo un millón de votantes, lo celebrarían como una victoria democrática.

Lo fundamental estaba en el control de la Suprema Corte y del Tribunal de Disciplina Judicial. Ganaron los indicados en los acordeones promovidos desde arriba. La historia será similar en buena parte de los otros cargos en juego, salvo donde otro actor con poder, como el crimen organizado, los haya derrotado; no la ciudadanía.

Sin manera de coordinarse para centrar su voto en personas con trayectoria conocida y con amplia aceptación social, la ciudadanía optó por anular el voto o quedarse en casa. Hay quienes critican a la oposición por no haber movilizado a sus bases, pero se olvida que la participación de los partidos políticos es ilegal.

Por ello, con una autoridad electoral realmente autónoma, los comicios deberían de anularse. La prueba de la trampa está en el resultado mismo de la votación. Con pequeñas diferencias, porque el apoyo de los gobernadores no fue igual a todos los del acordeón, alguien impulsó en particular a Hugo Aguilar, el sorpresivo futuro presidente de la Corte; ganaron los candidatos de los acordeones filtrados. Salvo las tres ministras, eran individuos desconocidos para el público. Eso requirió mucha organización y grandes cantidades de dinero público.

“Presenten su denuncia”, le gusta decir a Sheinbaum en las mañaneras cuando alguien le pregunta sobre algo que parece ilegal. Sabe que ya controlan todo el mecanismo de procuración y administración de justicia.

La gran mayoría de los electos no tiene carrera judicial. Viene una nueva época. En el pasado, los ministros que provenían del Poder Judicial tendían a ser respetuosos de los precedentes y eran vistos por los estudiosos como conservadores. En cambio, los ministros que no venían de la carrera judicial transformaron la jurisprudencia y buscaron acercarse a estándares de derechos humanos propios de las Cortes en países democráticos. Claro que había problemas de corrupción y tráfico de influencias, los habrá ahora incluso más, pero se expandieron los derechos.

El grueso de los ganadores de esta elección son políticos cercanos a Morena. Se verá muy pronto en las decisiones del nuevo Poder Judicial. Como tantas cosas que ha hecho Morena, son buenos para imponer su visión del mundo, pero no para dar los resultados que prometen. Por ejemplo, el Seguro Popular desapareció y el Tren Maya ahí está, pero el resultado es un peor sistema de salud pública y un tren casi vacío.

El foco de toda la operación de Morena ha sido el control político. Ya lo lograron. Han aprovechado cada resquicio del poder, desde controlar al Tribunal Electoral para validar la sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados, hasta lograr el voto del senador faltante para la mayoría constitucional al precio que fuera.

La impartición de justicia por parte de un árbitro imparcial a partir de reglas claras no les interesa. Estos políticos electos priorizarán criterios no jurídicos. En Morena han dicho que Hugo Aguilar es un nuevo Benito Juárez. Juárez, sin embargo, era un abogado liberal preocupado por expandir los derechos individuales. En cambio, entre las propuestas de campaña de Aguilar estuvieron la iliberal idea de que el Poder Judicial no debe ser un obstáculo para el cambio social y la creencia de que la justicia debe incorporar la visión colectiva de los pueblos.

Si el talento político de Morena para eliminar la separación de poderes se empleara para impulsar la economía, mejorar los servicios públicos y recuperar la parte del territorio que hoy está en manos del crimen organizado, ahí sí viviríamos en Dinamarca. Aunque bueno, una Dinamarca sin división de poderes, y esto termina casi siempre en decisiones arbitrarias contrarias al bienestar de la población, y sobre todo de las minorías.