La noticia ha muerto, ¡Viva la noticia!

Por Laura Coronado Contreras. 

La dictadura de las redes sociales nuevamente ha sido implacable. La escritora estadunidense Siri Hustvedt ha sido la víctima más reciente. En sus propias palabras señaló: “Nos robaron esa dignidad. Desconozco la historia completa sobre cómo pasó, pero sí sé una cosa: está mal”. Así se refería a una realidad cada vez más cotidiana: ante la muerte de su esposo, el escritor Paul Auster, el pasado 30 de abril, las plataformas digitales viralizaron la noticia, incluso, antes de que ella pudiera escribir su obituario o contactar a sus amigos más cercanos. Ella misma comparte su indignación en Instagram: “Fui ingenua, pero me hubiese gustado haber sido la persona que anunciara la muerte de mi marido”.

¿La voz de una mujer no es suficiente para dar una noticia? ¿Paul Auster es de todos?

Con una carrera personal brillante, Siri Hustvedt fue galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2019 y reconocida por varias universidades con el grado de Doctor Honoris Causa por sus novelas en las que contribuye a unir temas como el feminismo, el arte y la ciencia. Sin embargo, las redes tenían que ser alimentadas y no podían esperar por sus palabras. ¿Lo harían ellas mejor que la misma viuda del escritor?

La propia escritora ha señalado en su obra que “la comunicación es una búsqueda constante de significado.” ¿Qué nos revela que se le hiciera a un lado ante la noticia de la pérdida de su esposo?

La violencia digital, por desgracia, tiene muchas y muy variadas formas de instrumentarse y, por ello, gran parte de ellas son normalizadas y por desgracia, hasta promovidas.

Al tratarse de situaciones que no son física o directamente observables, en ocasiones, pasan desapercibidas por quienes no son víctimas.

La propia ONU Mujeres ha identificado a la “invisibilidad” como una forma de violencia de género que consiste en la falta de reconocimiento a su persona, o bien, con aquellas conductas para minimizar o ignorar sus experiencias. Ello, obviamente daña la autoestima de la víctima, lesiona su bienestar emocional y su desarrollo personal y, además, respalda estereotipos creando una sociedad inequitativa.

Obviamente, la noticia es la muerte de Paul Auster, una figura trascendental para lectores de todo el mundo y, especialmente, todos aquellos amantes de la ciudad de Nueva York, a quien volvió el personaje principal de su obra. No obstante, el respeto por la mujer con la que compartió más de 40 años de su vida y quien deseaba dar un mensaje de su familia y de sus últimos momentos tras sufrir cáncer pasaron a un segundo plano.

Tristemente, no son sólo los creadores de contenido, sino el público –todos nosotros–quienes permitimos que estas situaciones se repitan.

¿Hemos perdido la capacidad de esperar por una primicia o el respeto por la pérdida de un ser humano, sea falsa o verdadera la noticia?

Más allá de la lamentable anécdota, esta situación nos revela cómo estamos construyendo una “sociedad de likes” en lugar de cumplir una de las grandes promesas que la era digital nos auguraba: “Vivir en una sociedad del conocimiento”. Como diría Siri Hustvedt en su novela El verano sin hombres, “desprovistos de nuestra intimidad y vistos desde cierta distancia, todos somos personajes cómicos, bufones ridículos que avanzamos a trompicones por la vida”.

¿Nos hemos convertido en títeres del algoritmo o usamos realmente a las redes para comunicarnos? ¿Somos parte de la violencia digital?

Catedrática de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac

X: @soylaucoronado

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