LA NUEVA RUTA DEL PRI

DE FRENTE Y DE PERFIL

RAMÓN ZURITA SAHAGÚN

Se terminó el PRI de las cúpulas y la nomenclatura, anunció su nuevo dirigente nacional, Alejandro Rafael Moreno Cárdenas, con lo que el PRI inicia la ruta de la reunificación y su intento por sobrevivir como partido político en un futuro que se advierte sumamente incierto.

Pero también el otrora partido mayoritario no permitirá persecuciones políticas ni solapará a nadie, de acuerdo a lo expresado por el campechano, lo que viene a trazar una nueva ruta para el partido que fue fundado en 1929.

Con esto, tal vez, se pueda frenar la desconfianza que genera el partido entre la ciudadanía y las renuncias de sus agremiados, las que se hacen, principalmente, para jalar notoriedad pública, aunque dejaron de ser atractivas para la opinión pública desde hace mucho. Es cierto, arrastran morbo, por dos o tres días y después se esfuma ese interés.

No importa si el renunciante fue gobernador, aspirante presidencial, intelectual o simple militante, ni siquiera interesan cuáles fueron los motivos de su salida del partido.

Atrás quedaron aquellas fugas masivas de cuadros importantes del partido que provocaban el éxodo hacia el naciente Partido de la Revolución Democrática o de los militantes que se les negaba el derecho de ser candidatos a gobernador y bajo otras siglas derrotaban al partido en que militaban unas cuantas semanas antes.

Y es que de los más recientes renunciantes a la militancia del PRI no se advierte que pueda afectar la mermada militancia de este partido, ya que ninguno de ellos es convocante de concurrencia a las urnas.

Es cierto que Beatriz Pagés mantiene reconocimiento como periodista, pero su carrera política se sustenta en una diputación plurinominal y en una diputación constituyente en la CDMX, recogida de igual forma. Su participación como candidata uninominal al Senado, la llevó a juntar unos pocos votos.

Rogelio Montemayor es un ex funcionario salinista vinculado al escándalo, ya que como director de PEMEX fue factor primordial de lo que se llamó PEMEXGATE, aquellos recursos provenientes de la paraestatal que fueron a la campaña presidencial de Francisco Labastida.

José Ramón Narro renunció a su militancia cuando desapareció la seguridad que le habían dado de ser el siguiente presidente nacional del partido y la última en hacerlo es Ivonne Ortega que compitió por ese cargo y mientras duraron sus expectativas de ganar dijo que se mantendría dentro del partido, aún después de perder la contienda interna y ahora anuncia que se va.

Se marcha en los momentos en que su partido se encuentra en la mayor desgracia con algunos de sus militantes sospechosos de desvío de recursos y omisiones y cuando se anuncia la nueva ruta para mantenerlo vigente.

Los escándalos que rodean al priismo no son ahora de fugas masivas o cambios de camiseta o acusaciones aisladas de abusos, sino de la propiciar la mayor corrupción en un sexenio.

Corresponde ahora a una nueva dirigencia unificar a una militancia que fue engañada por sus principales cuadros y motivarla para que continúe participando dentro del organismo político.

Su padrón de más de seis millones de personas registradas es uno de los más altos de cuanto partido político con registro existe en México, pero sus menos de dos millones de votantes en la elección interna da cuenta de su desinterés en todo lo que se realiza al interior del partido, si es que no es motivada por una pronta transformación.

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