La peor semana de López Obrador

Razones.

JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ.

En esta crisis, la única funcionaria del gobierno federal que no ha perdido la cabeza es Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, quien sigue trabajando sobre cosas concretas en el caso Fátima y de otras mujeres.

La pasada ha sido una semana desastrosa para la imagen y la política del presidente López Obrador: se pudo ver su peor rostro, la del político conservador e intolerante, insensible al dolor de las mujeres e, incluso, al feroz asesinato de una niña. Un mandatario a la antigüita, que no entiende ni quiere entender el movimiento feminista (al que califica de conservador) y al que ve como una conspiración del enemigo, al igual que cualquier otro movimiento social que no encabece él mismo.

Una semana en la que, incluso, muchos de sus principales aliados decidieron apoyar el paro de mujeres del 9 de marzo, alejarse públicamente de las posiciones del Presidente, lo que llevó, incluso, a que su esposa, Beatriz Gutiérrez, apoyara primero el movimiento para, horas después, descalificarlo (pero la intervención presidencial en medio de ambos pronunciamientos, por supuesto, no tuvo nada que ver con ese cambio de opinión de 180 grados), o que la secretaria de la Función Pública (de asuntos del pasado, porque de los actuales no se entera) Irma Eréndira Sandoval hiciera el ridículo vía Twitter, junto con su esposo, el conductor de televisión John Ackerman, descalificados por la propia coconductora de Ackerman en Canal Once, la dramaturga Sabina Berman, quien les recordó que el paro de mujeres “ya no lo para nadie”.

A ese ambiente de intolerancia y falta de sensibilidad hay que sumar, en plena crisis, el recorte a los recursos públicos del Fucam, la institución civil que atiende con enorme éxito y en forma gratuita el cáncer de mama, asociación que ha salvado la vida de cientos de miles de mujeres y que deja en el desamparo a sus pacientes. Una decisión que el vocero gubernamental, Jesús Ramírez, justificó diciendo que será reemplazado por un Insabi que, por cierto, aún no funciona, no tiene aún medicinas para cáncer ni para enfermos de VIH, mismos que se manifiestan públicamente exigiendo atención médica y son ignorados.

En medio de todo esto, se decidió la destitución del director del Instituto Nacional de Neurología, el doctor Miguel Ángel Celis, con la intervención de la inefable Irma Eréndira en apoyo a un grupo militante de Morena en el INN, encabezado por Rodolfo Ondarza. El pecado del doctor Celis fue decir que el INN no se adheriría al Insabi.

El doctor Celis fue descalificado por el propio presidente López Obrador: “eminencia para qué, se preguntó, porque eso decían también de los tecnócratas, que eran eminencias y miren cómo dejaron el país, a veces son eminencias para sacar provecho personal”. ¿Sabe usted por qué el doctor Celis es una eminencia, señor Presidente?, porque es el mejor especialista en México, y uno de los mejores en el mundo, en esclerosis múltiple; en tratamiento de cisticercosis cerebral, clave en la epilepsia y distintos trastornos neurológicos. Sus aportes son muchos y conocidos. Por eso es una eminencia médica, como la que todos nosotros buscamos para que nos salve la vida. Como hizo usted, señor Presidente, cuando sufrió un infarto o cuando debe ser atendido de su columna. Pero para el gobierno no quiere ni eminencias ni especialistas, sólo leales e incondicionales, aunque no sepan ni tengan experiencia en las labores que les encomiendan.

Una vorágine de errores que proviene de ideologizar exigencias sociales que son concretas y verificables, que no se atienden y sobre las que el gobierno no parece atinar a dar respuesta. Y esas respuestas parten del sentido común: ¿no sería más fácil reconocer errores, establecer una política pública completa, desde la seguridad hasta el trabajo, para atender la situación de las mujeres; solucionar de una vez el abasto de medicamentos (el gobierno lleva ya año y medio, no puede seguir responsabilizando de ello al pasado); reconocer que el Insabi es un instrumento en construcción y mantener lo que existe en lugar de desproteger la salud de la ciudadanía?, ¿respetar a los especialistas en el ramo que sea y cambiar a los funcionarios que dedican más tiempo a la propaganda que a la gobernanza?

En esta crisis, la única funcionaria del gobierno federal que no ha perdido la cabeza es Claudia Sheinbaum, trabajando sobre cosas concretas en el caso Fátima y de otras mujeres. Y Marcelo Ebrard quien, por alguna razón y como había anunciado, estuvo fuera de circulación esta semana (y su ausencia se notó). Pero ¿quién puede salir indemne ante tal protagonismo presidencial?

EL OBISPO Y LOS NARCOS
Resulta que el obispo de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel, sigue defendiendo públicamente a los narcotraficantes. Ahora asegura que Los Ardillos, con los que mantiene una magnífica relación, no son los responsables de masacres ni del asesinato de una banda de música en Chilapa. Dice que mantiene el diálogo con ellos, un grupo criminal que ha recompensado con generosidad la protección del obispo.

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