La plataforma CSP-24-30 y una carta compromiso.

  • Retrovisor.

/Ivonne Melgar /

En medio de las tronantes amenazas de Donald Trump y la normalizada violencia criminal, pasan de largo las constantes noticias de los jaloneos que se dan al interior de lo que sus protagonistas llaman “el movimiento”.

Son pleitos en entidades donde los nuevos gobernadores de Morena hablan sobre el tiradero de inseguridad y/o corrupción que les dejaron sus antecesores del mismo partido. Las declaraciones en contra de gestiones avaladas por “el movimiento de la transformación” se han presentado en Chiapas, Tabasco, Veracruz y Morelos.

Así que el recurso de echarle culpas al pasado salpica al cónsul en Miami, Rutilio Escandón; al jefe de Morena en el Senado, Adán Augusto López; al titular de Cenagas, Cuitláhuac García, y al diputado Cuauhtémoc Blanco.

Los codazos también se dan en el Congreso, donde el líder de los senadores de la mayoría sigue ventilando sus resquemores contra Ricardo Monreal, jefe de los diputados morenistas. Esas rencillas se observan al interior de la megabancada del partido gobernante en San Lázaro, donde más de la mitad de sus integrantes le hizo el vacío a una asamblea que convocó el 13 de enero.

Experimentado político, Monreal le dio la vuelta al plantón realizando una gira por 10 capitales para encontrarse con legisladores de las 32 entidades y mostrar su buena relación con los gobernadores. Y, aunque la presidenta Claudia Sheinbaum, los dirigentes de Morena, Luisa María Alcalde y Andrés López Beltrán, y los líderes parlamentarios presumen de unidad, la línea y la disciplina se dan en medio de tensiones reveladoras.

Dos hechos ilustran cómo ese cierre de filas tiene matices en “el movimiento”, que podría colocarse por encima de la Presidenta, como lo viene advirtiendo la exlegisladora e historiadora Dulce María Sauri: el anuncio de una plataforma para respaldar a la mandataria y “la carta compromiso” que la dirigencia de Morena ha pedido firmar a sus representantes populares.

Veamos, primero, el lanzamiento de la Plataforma CSP 24-30, el sábado 1 de febrero en Naucalpan. En el juego de palabras, la iniciativa se llama Constructores del Segundo Piso; su acrónimo, de color guinda, alude al nombre de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y a los años de su sexenio.

El comunicado del evento incluyó fotos en las que destaca Alfonso Ramírez Cuéllar, vicecoordinador de la diputación de Morera, y a quien se le considera el operador de la mandataria en San Lázaro. En el acto fundacional de la plataforma CSP-24-30 estuvieron los diputados Leonel Godoy y Juan Hugo de la Rosa, así como el senador Raúl Morón, los tres morenistas.

En la imagen están el exgobernador priista del Estado de México, Eruviel Ávila, hoy en la diputación del PVEM, y la excandidata a la gubernatura, Alejandra del Moral, otra renegada del PRI. Se detalla en el comunicado que “el movimiento CSP” trabaja para la ratificación de mandato de Sheinbaum en 2027.

En su mensaje, Ramírez Cuéllar expuso: “Queremos que el segundo piso de la cuarta transformación tenga éxito, a eso estamos abocados, decididos a apoyar hasta las últimas consecuencias al gobierno de nuestra república, por eso creemos que sus políticas deben concretarse tal y como se han definido en todos los programas anunciados por la doctora Claudia Sheinbaum Pardo”.

Según el comunicado, hubo personas del PT, PVEM, PES y sin partido; y se anunció que mañana harán una concentración en Ecatepec.

Ahora veamos la “carta-compromiso” que la dirigencia de Morena les está pidiendo firmar a “las autoridades emanadas” de ese partido: legisladores, alcaldes y gobernadores. La instrucción es que deben tomarse una foto con este Decálogo, mostrando la firma autógrafa, señal de que se comprometen “a regir mi conducta bajo los siguientes diez principios” que a continuación transcribimos:

“1. Las y los servidores públicos de Morena se deben al pueblo y deben ser leales a él. Atienden sus reclamos en audiencias públicas semanales.

2. Se cuenta con un Plan de Austeridad Republicana que incluye erradicar privilegios de las y los funcionarios. Ningún funcionario gana más que la Presidenta de México.

3. Somos demócratas. Cuando existe duda, conflicto o alguna decisión difícil, se consulta al pueblo.

4. Se informa de manera periódica y con absoluta transparencia el destino de los recursos públicos.

5. La corrupción no se tolera y se cuenta con mecanismos eficaces para evitarla y castigarla. No hay cabida al nepotismo, amiguismo, influyentismo, sectarismo ni a los aviadores.

6. En los equipos de gobierno hay el mismo número de hombres y mujeres. Se da oportunidad a las juventudes.

7. Los recursos públicos, la inversión pública en infraestructura y programas, siempre están enfocados en las y los que menos tienen.

8. Los servicios públicos se fortalecen y mejoran, no se privatizan. Se respeta la naturaleza. Las reservas naturales por encima de intereses privados.

9. En ningún caso la policía se utiliza para reprimir al pueblo y hay una línea divisoria con el crimen organizado.

10. El poder se ejerce con humildad. No hay espacio para banalidades”.

Ambos acontecimientos aún en marcha evidencian el contraste: un balbuceante intento de arropar a la Presidenta en su singularidad política y el tono de soviet supremo que toma el partido de López Obrador, ya sin él en Palacio Nacional.