ALHAJERO
/Marta Anaya/
Las matemáticas deben estar al servicio de la política, ¡reivindiquemos a la política y no a las ciencias exactas!, pedía Marco Antonio Medina
Complicado, por decirlo suavemente, resultó el debut de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, como interlocutora única del gobierno federal con el Congreso.
“No hay condiciones” para sacar adelante el periodo extraordinario para la Revocación de Mandato, advirtieron los coordinadores de las distintas fracciones parlamentarias, incluido el coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal. Pero en Palacio desconfiaban del zacatecano.
Urgieron a doña Olga a intervenir. Sánchez Cordero cabildeó intensamente varios días. Platicó telefónicamente con los distintos coordinadores del Senado y todavía ayer por la mañana se reunió en privado con diputados y senadores de Morena y sus aliados: PT, PVEM y PES. Pensó que podría lograrlo.
Según sus datos, traía dos votos extras de la oposición, por lo que en la sesión de la Permanente alcanzarían los votos requeridos por la mayoría calificada, para ir por ese tercer periodo extraordinario al que les urgió el Presidente de la República. ¡Y se lanzaron! Con dos horas de retraso —a la una de la tarde— comenzó la sesión con Eduardo Ramírez al frente. Prácticamente sin decir agua va, el de Morena se saltó la discusión y abrió la votación para llamar al periodo extraordinario.
Votación nominal. Cada uno de los legisladores mencionando ante el micrófono de su escaño, el nombre, partido al que pertenecen y el sentido de su voto. Resultado: de 35 votos en total, 23 a favor (de Morena, Verde y PT) y 12 en contra (PAN, PRI, MC y PRD). Asombro de los morenos. No alcanzaban la mayoría calificada… Les faltaba un voto (Joel Padilla, del PT) para lograr las dos terceras partes. ¡Comenzó entonces la revuelta de los morenos! Gritos de la oposición tratando de acallarlos y hacerlos respetar la votación.
El presidente de la mesa no cantó la decisión. Comenzó a otorgar la palabra a unos y otros. Y entonces sí escuchamos cosas extraordinarias… Unos acusaron de “albazo”, de “burlarse de los acuerdos” al propio Ramírez. La diputada María del Carmen Almeida reclamaría a Arturo Garita (toda una institución en el Senado) de “manipular la democracia”, de entusiasmarse de que no exista la discusión legislativa. María de los Ángeles Huerta (Morena) sostenía que había “un brutal error aritmético”. ¡Saquen su calculadora!, pedía.
Pero el diputado Marco Antonio Medina se llevó las palmas con sus argumentos: “la política no es una ciencia exacta”, inició; recordemos el reloj legislativo…, “las matemáticas deben estar también al servicio de la política”, “¡reivindiquemos a la política y no a las ciencias exactas!”, clamaba el veracruzano de Morena. Rubén Cayetano le hizo segunda: Sentemos un nuevo precedente, propuso: “Interpretemos a favor del pueblo de México… ¡Atrévase presidente!”, animaba al chiapaneco.
Del lado del PAN, PRI, MC y PRD, Marco Antonio Adame, Dulce María Sauri, Noé Castañón, Xóchitl Gálvez, Manuel Añorve respondían a su vez: “¡Les fallan las matemáticas y el proceso legislativo!”, “las matemáticas son una ciencia exacta. No alcanzaron la mayoría, ¡aguántense!”, “No hay mayoría calificada, así de simple”, “¡Aprendan a perder!” Desde el ala Morena, César Cravioto sacó entonces el colmillo.
Metió la duda sobre cuántos y quiénes habían votado. Y pidió un receso. Vino el receso. Pero Ramírez no tardó mucho en volver. Su propio paso, su prestigio como presidente del Senado estaba en vilo. Retornó con la ley en la mano. Estamos obligados a una mayoría calificada, sentenció.
El periodo extraordinario fue rechazado. Así, Sánchez Cordero acusó su primera derrota en esta nueva tarea de interlocución con el Congreso que le encargó López Obrador. Le fallaron los números. Aunque en Segob siguen optimistas: Apenas está empezando, dicen
GEMAS: Obsequio de AMLO: “Gerardo Esquivel ya se volvió ultratecnócrata”.