* Sincretismo de las culturas indígenas y las celebraciones católicas.
Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas
18 abril 2019.- Estos festejos surgen en el periodo de evangelización por parte de las órdenes religiosas como una forma de teatralización, para que los rituales católicos pudieran ser mejor comprendidos y asimilados por la población indígena.
La cosmovisión indígena, que considera a la vida como un ciclo y al mundo como un lugar hecho de dualidades, se manifiesta de una forma clara en la fiesta, esta dualidad se da en la misma Semana Santa donde las fuerzas del mal se hacen presentes y luchan contra las fuerzas del bien. Esta visión de la dualidad como “opuestos” complementarios conforman una unidad cosmogónica compleja, lo que permite que la otredad, la alteridad o el “Otro”, tengan cabida en la fiesta indígena e incluso sea necesaria para mantener la estabilidad, la identidad, la unidad; es decir, es necesaria para la existencia misma de la comunidad
La celebración anual de la Semana Santa o Semana Mayor tiene sus orígenes en la Fe Cristiana Católica en la cual se conmemoran los últimos días de la vida de Jesús de Nazareth, desde su entrada triunfal a Jerusalén hasta su resurrección gloriosa. No existe una fecha precisa para su celebración, ya que está supeditada a la fase de luna llena, por lo cual las fechas varían año con año, aunque la secuencia y su significado no se altera en su esencia.
De acuerdo con la tradición católica, la Semana Santa es la última semana del periodo conocido como Cuaresma, que da inicio con el Miércoles de Ceniza y termina el Viernes Santo. Durante este periodo se tienen que cumplir siete viernes de cuaresma, ya que cada uno de ellos está dedicado a una advocación religiosa o pasaje del periodo de la pasión de Jesucristo. Hay personas que afirman que durante los siete viernes se tiene que hacer penitencia total.
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La cuaresma periodo de cuarenta días en el que se establecen los ritos de penitencia y arrepentimiento, contrastan con las fiestas de Carnaval, que son la antesala de la Cuaresma. En dichas fiestas de Carnaval, se transgreden las normas, se desfogan las pasiones humanas y deseos carnales, existiendo un refrán que dice: “El miércoles de Ceniza se separan los amantes y el sábado de gloria vuelven a lo que fueron antes”.
Los orígenes
La celebración de la Semana Santa, tiene sus orígenes en las peregrinaciones a los lugares de la pasión y muerte de Jesucristo, que se llevaban a cabo entre los Siglos IV y V, donde se recitaban oraciones e himnos según afirma San Jerónimo, pero son los franciscanos quienes después de 1342 (año en que se hacen cargo de la custodia de los Santos Lugares) cuando se inicia la devoción fuera de Jerusalén, principalmente en Italia, tratando de imitar a los devotos peregrinos que van a venerar los Santos Lugares de Jerusalén. Otro de los factores que originó que esta celebración se propagara por toda Europa, fue la conquista de Jerusalén por los musulmanes, reavivada por el regreso de los cruzados y por algunos frailes como Alvaro de Córdoba quien en el siglo XV fue impulsor del Vía Crucis en el mundo hispano.
Al propagarse la celebración de la Semana Santa, la iglesia trata de establecer una norma para su festejo, en un principio no existía una división en estaciones, es hasta el siglo XIII cuando se determina la ruta de la Vía dolorosa y se establecen cuatro estaciones; y en el siglo XVI se establece el actual número de catorce..
Las estaciones
•Primera estación. “Los Azotes”
•Segunda estación. “La Cruz a Cuestas”
•Tercera estación. “La Primera Caída”
•Cuarta estación. “Los finos Amantes”
•Quinta estación. “El Cirineo”
•Sexta estación. “La Verónica”
•Séptima estación. “Segunda caída”
•Octava estación. “Las Piadosas”
•Novena estación. “Tercera Caída”
•Décima estación. “El Expolio”
•Undécima estación. “La Crucifixión”
•Duodécima estación. “La Expiración”
•Decimotercera estación. “El Descendimiento”
•Decimocuarta estación. “El Santo Entierro”.
La celebración de misas, procesiones, así como la conmemoración de los últimos pasajes de la vida de Jesús de Nazaret, se han ido instituyendo por la iglesia católica al pasar de los años. Sin embargo la iglesia no pudo ni a podido evitar que cada pueblo, región o país, le ponga su propio sello.
Aspectos de la celebración en México
Sabemos que estos festejos, así como otros con temática religiosa, surgen en el periodo de evangelización por parte de las órdenes religiosas como una forma de teatralización para que los rituales católicos pudieran ser mejor comprendidos y asimilados por la población indígena.
Durante la época virreinal encontramos descripciones de estas fiestas que datan de 1582 donde se señala la gravedad y solemnidad con que se llevaban acabo las peregrinaciones, y como éstas eran acompañadas de tres individuos enlutados que tocaban de cuando en cuando tres grandes trompetas destempladas. Entre estas descripciones sobresale la del Jueves Santo de 1609, referida por Torquemada, donde nos dice que más de veinte mil indios entre los cuales iban más de tres mil penitentes, salieron de la capilla de San José de los Naturales en procesión.
En la actualidad, la celebración de Semana Santa en México tiene variaciones de una comunidad a otra en lo que se refiere a las representaciones y a la organización, sin embargo, también mantiene una serie de constantes. En el caso de la celebración de la Semana Santa entre los indígenas, existe una combinación de elementos en donde no solo se recuerda la Pasión de Cristo, sino también la toma política – religiosa del continente americano, la renovación de la tierra y en algunos casos, se llega a la transgresión de las normas como sucede con los rarámuris en la Sierra Tarahumara, donde los fariseos rompen los tabúes sexuales de su propia cultura en complicidad con el Judas que se caracteriza por su “actividad sexual”; muy similar sucede entre los coras en Nayarit, donde también son los fariseos quienes transgreden la norma a través de juegos sexuales, peleas, etcétera. Pero todos estos elementos tienen una secuencia y una relación lógica de acuerdo a su cultura.
Es importante señalar que entre los pueblos indígenas de México, las fiestas son parte de un sistema de ordenación del tiempo, son parte de un engranaje, es decir un ciclo festivo. Dicho ciclo esta directamente asociado al ciclo agrícola, es por eso que la Semana Santa entre los indígenas esta constituida de tantos elementos, que no se entenderían nada más con la explicación religiosa de la muerte y resurrección de Cristo. Las fiestas en estas culturas de transmisión oral, se convierten en instancias socializadoras, pues son el espacio donde se registran y transmiten sus valores, sus normas, su concepción del mundo, su cosmovisión. En estos festejos la danza la música y la teatralización, así como el arte en general, juegan un papel importante. En estas culturas, las artes entre ellas la música, “se encuentran íntimamente relacionadas a la reproducción social, no como reflejo mecánico, sino como la materialización del pensamiento en una interrelación global y constante”.
Lo anterior se pone de manifiesto en el gran mosaico dancistico – musical que se presenta durante la Semana Santa entre los pueblos ndígenas de nuestro país, ya que podemos presenciar danzas cosmogónicas, del culto solar como: el palo volador, los quetzales o quetzalines, los acatlaxques; danzas dramático-históricas como: moros y cristianos, santiagos, cruzados, de la pluma, tocotines, matlachines; personajes como: los fariseos, los judíos, los mecos, etc. que representan al “indio salvaje” pintándose el cuerpo, que además de ver con la evangelización están ligadas a la purificación; Danzas propiciatorias de cacería como: la danza del venado o el pascola, que si bien, ésta última es una danza propiciatoria, también esta relacionada con la purificación y la evangelización. Como nos podremos dar cuenta, el complejo dancístico – musical, es comparable a grandes textos que nos hablan de su historia, sus mitos, su forma de vida, sus valores, su visión del mundo; generando una multiplicidad de significados que están relacionados de cierta manera.
Es por todo esto, que en las festividades de Semana Santa entre los grupos indígenas, encontramos muchas manifestaciones que podríamos pensar opuestas, pues no sólo se recuerda la Pasión de Cristo, sino también pasajes históricos como la conquista, o elementos como la vida y la muerte, la lucha del mal contra el bien, lo divino y lo profano, la abstinencia y los excesos. “No obstante debemos tener presente que dichos “opuestos”, son complementarios y el uno se reviste del otro conformando una unidad cosmogónica de gran complejidad. Estas unidades conforman sistemas integrativos complejos, poco comprensibles para la cultura occidental”.
El fenómeno musical que se da en esta celebración, no se entendería sin la comprensión del contexto y de la cultura que le dio nacimiento, pues la música entre los pueblos indígenas se encuentra íntimamente ligada a la danza, la mitología, a su forma de pensar y de concebir el mundo. Es así, que rompiendo con el ceremonial católico los indígenas han elaborado su propia versión de la muerte de Cristo y su música es la ventana a través de la cual intentamos comprender esta otra realidad de los pueblos indígenas de nuestro país, para reflejarnos en ella y así, poder entender mejor nuestra realidad mexicana.
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