La situación es muy grave y se rebasó el poder del Estado .

**Confidencias

*Que renuncie Guadalupe Osorno Maldonado

*Y a Fernando Remes que lo juzgue la historia por omisión

/ Por Evelyn Hernández /

La situación es muy grave y ha rebasado la capacidad del Estado. Guadalupe Osorno debe presentar su renuncia inmediata, y el alcalde Fernando Remes será juzgado por la historia por omisión.

Los daños son cuantiosos, y la cifra de muertos y desaparecidos es una incertidumbre constante en las últimas horas en el norte de Veracruz, especialmente en los municipios de Álamo y Poza Rica. Hasta ahora, los apoyos entregados por las dependencias del Estado mexicano son insuficientes ante la magnitud de la tragedia, que hoy ocupa las primeras planas de los diarios nacionales con historias desgarradoras de lo que pudo haberse prevenido.

La Secretaría de Protección Civil del Estado actuó con negligencia al no prevenir a las familias sobre el desastre que se avecinaba. Los avisos fueron lentos y el actuar de la primera autoridad municipal, el alcalde Fernando Remes, resultó omiso e irresponsable. Era su deber advertir a la población, y no lo hizo.

Las circunstancias son gravísimas: no hay alimentos suficientes para los damnificados y cientos de viviendas han quedado destruidas. Familias enteras lo perdieron todo. El alcalde es responsable, por omisión, de una tragedia que pudo evitarse. Guadalupe Osorno no dimensionó lo que estaba por ocurrir, y hoy las consecuencias son muertes de inocentes, desapariciones y pérdidas millonarias en el comercio.

Veintinueve muertos en Veracruz a causa de las lluvias son razón suficiente para que la titular de Protección Civil deje el cargo y no siga dañando la imagen del gobierno de Rocío Nahle, quien tendrá que enfrentar los costos políticos de esta tragedia. ¿Qué necesidad había de llegar a este saldo brutal?

Ahora lo que se requiere es humanidad y sensibilidad en las políticas públicas que acompañen la recuperación ante la devastación. Se necesita dar certeza y esperanza a las familias de que la ciudad se levantará. ¿En cuánto tiempo? No lo sabemos. Pero sí podemos dimensionar que la productividad laboral tardará meses en restablecerse.

Los pocos locales y empresas que no fueron devastados temen reabrir por los saqueos. Y quienes perdieron su capital difícilmente volverán a invertir en una ciudad sumida en el dolor y la desgracia. Tan solo las siete agencias automotrices perdieron todos los vehículos nuevos; hoteles y restaurantes quedaron destruidos, y ni qué decir de los pequeños comercios arrasados por el agua. Miles de empleos se han perdido.

La situación es catastrófica para Poza Rica. Si bien la gobernadora Rocío Nahle se ha comprometido a apoyar a la población con respaldo de la Federación, hasta ahora el esfuerzo parece insuficiente.

Es momento de respaldar las acciones de la gobernadora, dejar de lado los egoísmos y no lucrar políticamente con la tragedia. Lo que hoy se necesita es sumar esfuerzos, mostrar unidad y actuar con verdadero humanismo ante el dolor de miles de veracruzanos.