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18/08/2022/UAM/ Ciudad de México.- Hacer de lo personal algo político y de lo individual algo colectivo, rechazar a vivir sus dificultades y su malestar eventual como desgracias privadas, “es la gran afrenta de la política feminista”. Eso es lo que el poder patriarcal no les perdona a las feministas: haber exteriorizado su desasosiego y su deseo, haber suscitado comunidades, expuso Josué Federico Pérez Domínguez, egresado del Posgrado en Comunicación y Política de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Al exponer el tema Violencia anarcafeminista y acción directa e insurreccional en el Coloquio de egresados y egresadas del Posgrado en Comunicación y Política. Repensar México hoy, realizado en la Casa Rafael Galván, dijo que eso está en el malestar de la política masculina, incluida la anarquista, ante el separatismo feminista, que “se crea la posibilidad de un mundo donde el honor, la virilidad, la dureza y demás formas de violencia política son imposibles”.
En referencia a grupos como el denominado “bloque negro” subrayó que además de la terrible situación de violencia hacia las mujeres “es el gozo politizado y el placer de la revuelta lo que ha provocado el incremento de la participación femenina en la lucha anticapitalista y antipatriarcal”. Es el mismo placer que se evidencia en los cuerpos cuando realizan el performance El violador eres tú, frente a la sede del poder patriarcal.
A pesar de la criminalización mediático policíaca, cada marcha y cada acción directa feminista es una explosión de deseo colectivo, donde el gozo politizado, o sea lleno de sentido emancipador, desborda los márgenes de lo políticamente aceptado por la moralidad burguesa patriarcal y, por lo tanto, se convierte en una potencia imposible de ser capturada.
La subversión anarcafeminsita es el más significativo desafío práctico en contra del orden social establecido, pues no sólo transforman las formas y contenido de la praxis política rebelde, “sino que al provocar por medios violentos y pacíficos la modificación de las relaciones entre los géneros, están cuestionando y redefiniendo el orden social de la modernidad”.
La maestra Dulce Asela Martínez Noriega abordó el tema del papel de la música en el proceso de construcción de identidades juveniles, en especial el reggaetón. Acusó que en el desarrollo de su trabajo encontró varios obstáculos, principalmente el cuestionamiento de profesores “e incluso instituciones” de por qué estudiar un género que desde su punto de vista no tiene propuesta, contenido musical y que además denigra y tiene implícita la violencia de género.
Pese a este rechazo, “me pareció un buen tema de estudio porque me interesó lo que me decían los jóvenes, ellos la escuchan y tiene gran difusión y una producción masiva no sólo en México (durante la pandemia fue uno de los principales géneros descargados en Spotify) y sigue vigente”.
La maestra Martínez Noriega consideró que este género es atrayente porque ha dado apertura a muchos enfoques hacia temas de feminismo, discriminación, estigmatización y violencia de género y entre hombres, que además se muestra tanto en la lírica de sus letras como en el baile conocido como perreo.
El perreo ha sido muy criticado y censurado; sin embargo, cuando hay un “blanqueamiento” de este género e inclusive participan cantantes de habla inglesa y de pop se mezcla con el reggaetón para poder estar vigente, “y a todo mundo empieza gustarle el reggaeton” y, por ende, se escucha por todos lados.
A partir de 2005 esta música “ha sido un elemento importante para la construcción de identidades juveniles en México”, quienes han construido vínculos y sentidos de identificación con los otros, ya que genera interacciones, lazos que incluyen también las emociones.
El maestro Luis Manuel Sánchez Orozco, egresado de la generación 2000-2002, habló sobre las juventudes de la Ciudad de México y en particular expuso algunos hallazgos a partir de una serie de entrevistas con jóvenes (cinco varones y cuatro mujeres de entre 16 y 24 años) de colonias de Iztapalapa, algunas de ellas consideradas por las autoridades como de alto índice de criminalidad.
“Pude conocer historias cargadas de emotividad y frescura, diferentes formas de vínculos socioafectivos, disputas con sus familiares o entre pares y les acompañé en la compra de sustancias, escuché relatos de consideraciones morales y, en un par de ocasiones, tuve que cancelar las pláticas y los trayectos por situaciones que nos ponían en riesgo”, relató.
Uno de los hallazgos de este ejercicio fue “inquietante, pues la palabra felicidad no aparece en ninguno de los testimonios recabados”. No mencionan panoramas alentadores acerca de posibilidades compartidas con otros para situarse en el mundo, para buscar soluciones o vislumbrar nuevas perspectivas sobre su entorno.
Otro descubrimiento fue que entre la mayoría de las juventudes hay una ausencia de definiciones acerca del orden global que descompone y corrompe la vida. La globalización y el neoliberalismo son conceptos reconocidos, “pero vacíos de significado concreto para las nuevas generaciones”.
En un mundo asolado por la exclusión y la precariedad educativa y laboral, o la condena a sufrir condiciones económicas sociales y de salud insuficientes, pareciera que las únicas opciones están en la incertidumbre de reconocerse en medio de esa dinámica que potencia la exigencia productiva, los deseos incesantes de consumo, el individualismo, así como la frustración, la desigualdad, la vulnerabilidad y el miedo.
Durante la inauguración del Coloquio el doctor Joaquín Flores Méndez, coordinador general para el Fortalecimiento Académico y Vinculación, sostuvo que una iniciativa de la presente gestión de la Rectoría General de la Universidad Autónoma Metropolitana consiste en fortalecer los procesos de vinculación con quienes representan, en el día a día, la cara más visible de la institución ante la sociedad: las y los egresados de la UAM.
Flores Méndez explicó que esta estrategia ha sido bien recibida y reforzada en toda la institución, porque sólo entablando diálogos con las personas egresadas, alumnos y alumnas, es que puede generarse información relevante que sustente la toma de decisiones académicas y de gestión, en particular en un entorno complejo y de grandes retos.
El mundo ya no es el mismo al de hace 30 meses, debido a que la pandemia ha tenido consecuencias de salud pública, económicas, sociales y culturales, por eso “la UAM propone repensarnos como colectividad para replantearnos entornos con equidad, inclusión, respeto a la diversidad y perspectiva humana, de tal forma que las y los universitarios tengamos capacidad de respuesta y adaptabilidad a las nuevas demandas y dinámicas de nuestro contexto”.
El doctor Francisco Javier Soria López, rector de la unidad Xochimilco, indicó que para esta sede académica es fundamental propiciar la socialización del conocimiento, y es justo esta interacción con egresados y egresadas “la que nos permite conocer y difundir los logros obtenidos de los trabajos terminales que realizan y así hacer una amplia difusión de lo que se está haciendo en nuestros posgrados”.
Durante la apertura del coloquio también estuvieron la maestra Dolly Espínola Frausto, directora de la División de Ciencias Sociales y Humanidades, y la doctora Reyna Sánchez Estévez, coordinadora del Posgrado en Comunicación y Política, además de Rafael Pérez Laurrabaquio, director de Relaciones Institucionales del Instituto de la Juventud de la Ciudad de México, y Jennifer Rosado, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México, quienes comentaron los trabajos de las y los egresados.