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08.09.2023 BPNoticias.- La Intersección de la Violencia Política de Género, la Misoginia y el Patriarcado resulta un Desafío Global pues resulta es una realidad inquietante que afecta a mujeres en todo el mundo. En la encrucijada de esta problemática, se entrelazan la misoginia arraigada y el patriarcado arraigado, creando un caldo de cultivo para la discriminación y la violencia sistemática contra las mujeres en la esfera política.
Esta violencia es mucho más que un problema criminal, puesto que pone retos muy grandes a la democracia, los derechos humanos y la igualdad de género -tanto que leyes que no son efectivas, pueden desempeñar un papel normativo muy importante, calificando estos actos como un “problema”.
La Violencia Política de Género en Contexto
La violencia política de género se refiere a las agresiones, amenazas y discriminación dirigidas específicamente a mujeres en el ámbito político. Esto incluye desde comentarios sexistas y humillantes hasta agresiones físicas y asesinatos. Las mujeres en la política a menudo enfrentan obstáculos considerables en su camino hacia la participación y el liderazgo, y la violencia política de género es una manifestación extrema de estos obstáculos.
La Misoginia: Un Elemento Central
La misoginia, el odio y el desprecio hacia las mujeres, desempeña un papel crucial en la violencia política de género. Los ataques y las amenazas dirigidos a mujeres políticas suelen estar impregnados de misoginia, desafiando su autoridad y capacidad en función de su género. Esto va desde descalificar sus opiniones hasta amenazar con violencia sexual.
El Patriarcado: El Sistema Subyacente
El patriarcado, un sistema de poder arraigado que otorga a los hombres el control sobre las estructuras sociales, económicas y políticas, también contribuye a la violencia política de género. En un sistema patriarcal, la presencia de mujeres en la política se considera una amenaza a la norma establecida. Esto lleva a la resistencia y a menudo a la violencia para mantener el status quo.
Ejemplos Globales de Violencia Política de Género
El fenómeno de la violencia política de género se observa en todo el mundo. Desde el asesinato de líderes políticas en América Latina hasta las amenazas de violación a parlamentarias en Europa, las criticas sexistas para descalificarlas, el control del crimen organizado sobre alcaldesas y otras funcionarias mediante la violencia hasta las campañas en redes y de medios, las mujeres enfrentan una variedad de ataques en sus esfuerzos por liderar y representar a sus comunidades.
Sexismo de género y sexismo político
Cuando un hombre critica a una mujer política por su físico de manera despectiva y sexista,sea escrito verbal o visualmente, esto se considera una forma de “sexismo o misoginia de género”. En el contexto de la política, esta conducta sexista a menudo se denomina “sexismo político” o “sexismo de género en política”. El sexismo político implica juzgar a las mujeres políticas en función de su apariencia física en lugar de sus habilidades, logros o propuestas políticas, y es una manifestación de discriminación de género en ese ámbito.
El sexismo se refiere al conjunto de prácticas discriminatorias que existen tanto en conductas como en pensamientos, basadas en creencias en torno al sexo y el género de las personas. Estas acciones discriminatorias que benefician a un sexo sobre el otro pueden estar dirigidas también a identidades sexuales diversas (lésbico, gay, bisexual, transexualidad, transgénero, travestis, intersexo) y otras condiciones marcadas por la desigualdad o estigmatización.
El sexismo se expresa a través de la hostilidad, la exclusión, la invisibilidad, la agresividad y la violencia física o simbólica; y no sólo se ejecuta por una persona en contra de otra, también escala a nivel institucional (escuelas, dependencias de gobierno, iglesias, hospitales) y social; esta perspectiva excluyente es transmitida por medios de comunicación (prensa, televisión, radio, internet) y reproducida en el lenguaje y demás discursos presentes en nuestra sociedad.
Si bien existen varias formas y expresiones del sexismo, una muy común, recurrente y visible es la que se expresa a través del lenguaje y de la comunicación a través de los medios masivos, digitales o redes sociales.
Desafíos para Combatir la Violencia Política de Género
Combatir la violencia política de género es un desafío complejo. Los sistemas patriarcales y las actitudes misóginas a menudo están profundamente arraigados en las sociedades. Además, las víctimas a menudo enfrentan obstáculos para denunciar la violencia debido al temor a represalias y la falta de apoyo institucional.
Hacia un Cambio Significativo
A pesar de los desafíos, hay esperanza. Los movimientos feministas y las organizaciones de derechos de las mujeres han estado luchando incansablemente para poner fin a la violencia política de género. La conciencia pública sobre este problema está aumentando, y los gobiernos y las instituciones internacionales están empezando a tomar medidas para abordarlo.
Conclusiones
La violencia política de género, impulsada por la misoginia y el patriarcado, es una afrenta a la democracia y a la igualdad de género. Erradicar esta forma de violencia requiere un esfuerzo conjunto a nivel global, que incluya la educación, la promoción de la igualdad de género y la protección de las mujeres en la política. Solo entonces podremos construir un mundo donde todas las voces sean escuchadas y donde la violencia de género en todas sus formas sea cosa del pasado.
Debate en Academia acaba en criminalidad
El fenómeno de la violencia contra las mujeres en política está ganando cada vez más atención por parte de diversos actores alrededor del mundo. Piscopo (2016) critica teorías y estrategias emergentes para teorizar y combatir este fenómeno, con el argumento de que las académicas han aceptado las definiciones de las activistas de manera acrítica, que la violencia contra las mujeres en política es simplemente una subcategoría de la violencia política en general, que la debilidad estatal y de los sistemas judiciales (resultado de procesos de consolidación democrática inacabados) explican este fenómeno, que estos actos de violencia no sólo violan los derechos políticos de las mujeres sino otras leyes, que la legislación es insuficiente dada la impunidad rampante en cuestiones criminales, y que otros actores y políticas estatales deberían encargarse de este problema.
Como respuesta, argumentan que los nacientes estudios académicos sí brindan nuevas herramientas para la creación de definiciones de este fenómeno. Argumentamos que la violencia contra las mujeres en política es distinta de la violencia política puesto que busca impedir la participación de las mujeres por ser mujeres.
De manera muy preocupante, este problema se presenta en todas las regiones del mundo, no sólo en América Latina, aunque el contexto pueda influir el tipo y la prevalencia de diferentes actos de violencia.
Esta violencia es mucho más que un problema criminal, puesto que pone retos muy grandes a la democracia, los derechos humanos y la igualdad de género -tanto que leyes que no son efectivas, pueden desempeñar un papel normativo muy importante, calificando estos actos como un “problema”-.