La violencia vicaria le quitó a sus hijos y fue enviada a prisión. Hoy, Elisa va por justicia ante CIDH.

Escrito por Arantza Díaz

20.05.2025 /Cimac Noticias.com/

Ciudad de México. Y cuando volvió a casa, sus hijos ya le habían sido arrebatados. Si se puede nombrar la lucha incansable de una madre por recuperar a sus hijos, entonces, llevaría el apellido Zaldívar Barcelata. Desde 2021, Elisa ha emprendido una luchas para recuperar a sus 2 hijos; ha encarnado el dolor de la violencia familiar, pero también, la rabia de injusticia al ser confinada en el Penal de Quintana Roo por 6 meses y ahora, tras 4 años, se prepara para convertirse en una de las primeras mujeres de la región en llevar su caso ante la Corte Interamericana de los Derechos Humanos por violencia vicaria.

Entre 2021 y 2022, la violencia vicaria aumentó 14.09 por ciento, con afectaciones a 22 mil 904 niñas y niños víctimas de esas violencias la cual se ejerce contra las mujeres utilizando a sus hijos, hijas, personas de la tercera edad o con discapacidad o incluso bienes materiales, causándoles daño o amenazando con hacer algo en perjuicio de aquellos con el objetivo de hacerlas sufrir.

Así lo documenta la investigación “La violencia vicaria: Acciones desde el legislativo federal y local para su prevención y erradicación”, del Instituto Belisario Domínguez (IBD) del Senado de la República, en la cual señala que a la fecha el Código Nacional de Procedimientos Civiles y Familiares reconoce a la violencia vicaria como un tipo de violencia contra las mujeres y ordena medidas de protección para las víctimas.

De acuerdo con la Encuesta Nacional acerca de la Violencia Vicaria en México (2022), realizada por el Frente Nacional contra la Violencia Vicaria (FNCVV), la Ciudad de México ocupa el primer lugar con mayores casos de violencia familiar, seguido por el estado de México y Nuevo León, y una de las formas más insidiosas de la violencia contra la mujer, es la familiar.

En el 80 por ciento de los casos analizados (2 mil 231 mujeres sobrevivientes fueron entrevistadas en todo el país), las víctimas fueron separadas de sus hijos de forma inesperada, con previas amenazas y sin tener contacto con las hijas e hijos.

De acuerdo con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una vida Libre de Violencia, la violencia vicaria es cualquier acto que busque causar daño a las mujeres a través de sus hijas, hijos o familiares allegados. La violencia vicaria cobra relevancia porque no solo es ejercida en las mujeres, sino en las hijas o hijos, convirtiéndose así en una herramienta de agresión y control que se puede manifestar de diferentes formas como:

  • Amenazar con causar daño a las hijas o hijos
  • Ocultar, retener o sustraerlos fuera de su domicilio o lugar de residencia
  • Utilizarlos para tener información de la madre
  • Promover, incitar o fomentar actos de violencia física de las hijas o hijos hacia su madre
  • Promover, incitar o fomentar actos de violencia psicológica que descalifiquen la figura materna
  • Imponer acciones legales con base a hechos falsos o inexistentes en contra de las mujeres para obtener la vida y custodia de las hijas o hijos en común
  • Condicionar el cumplimiento de las obligaciones alimentarias a las mujeres y sus hijas o hijos.

En México, la violencia vicaria se reconoció en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, así como en el Código Civil Federal y Código Penal Federal a inicios de 2024, por lo que aún no se cuentan con datos estadísticos que puedan aportar un panorama a nivel nacional.

Elisa

Contar la historia de Elisa Zaldívar va más allá de narrar conflictos de pareja; escucharla y desentrañar la corrupción que la ha atravesado esboza una verdad que poco se reconoce: La violencia vicaria también se disfraza de jueces, juezas, autoridades ministeriales, abogados e incluso, gobernadores, lo que convierte a esta expresión de misoginia y odio, en un fenómeno imbatible que ha doblegado históricamente a las mujeres. Sin recursos, apoyo y sin sus hijas e hijos cerca, el desarme de espíritu y fuerza es absoluto.

De profesión abogada, Elisa Zaldívar dedicó su carrera profesional al Poder Judicial, trabajó como funcionaria pública en distintas áreas como jefa jurídica de hospitales para la Secretaría de Salud y colaboradora del departamento de cultura de Coatepec, Veracruz. Gran parte de su trabajo se sostuvo en el territorio institucional y gubernamental, hasta que conectó con su pasión: Las comunidades indígenas y la herbolaria.

Nombrar esta afinidad que despertó en Elisa una gran pasión no es un hecho aislado, sino más bien, la primera capa de lo que comenzaría a deshojarse a continuación y que, aunque el nexo parezca lejano, terminaría por culparla y criminalizarla sólo un par de años después.

Elisa ha sobrevivido a la violencia familiar, a la desesperanza de no estar con sus 2 hijos y también, a un terrorismo jurídico que la amenaza de forma constante; tiene múltiples demandas en distintas entidades del país y sin saberlo, algunas avanzan de forma peligrosa hacia la judicialización, lo que podría implicar, de nueva cuenta, su inminente aprehensión.

Los delitos por los que se le acusan son vastos y abarcan desde robo a casa habitación, hasta tráfico de menores, aún, cuando tiene años lejos de sus hijos.

De violencia familiar al viaje que lo cambió todo

Elisa se enamoró y formó una familia; la vida apuntalaba bien, hasta que los primeros signos de violencia comenzaron a manifestarse. Desde violencia emocional, psicológica, hasta su veloz escalada, en agresiones físicas y sexuales.

La figura de sus dos hijos y la necesidad de sobrevivir ante el temor de agresiones más violentas, la empujó a abandonar ese hogar; escapó de esa relación y abandonó la ciudad de Cancún para posteriormente, mudarse con los dos menores a Playa del Carmen.

Elisa había retomado sus proyectos de vida, se encontraba plena y volcó todos sus cuidados a la educación de sus 2 hijos. Nunca denunció a su agresor bajo el escudo de que ahora todo estaría bien y que estrecharía acuerdos sanos con su expareja para que pudiera convivir con sus hijos, pero las agresiones y el hostigamiento no habían quedado atrás; venían implícitas en la figura de su expareja.

«Cuando tocaban los días de visita en los que tenía que llevarlos a pasear, él decía «No, yo no quiero llevarlos a pasear, yo quiero ir a tu casa» Eso se volvió invasivo, la forma en que llegaba siempre acosando (…) me decía que le diera de comer, me exigía cosas y se acercaba demasiado para darme un beso o cosas así. Yo la verdad me sentía mal, llegaba violando mi espacio, mi privacidad y a veces, mi cuerpo»

Para Elisa esas visitas se habían vuelto un acto de resistir a la incomodidad, sin embargo, también tenía la tranquilidad de saber que su expareja, tras 2 horas de convivencia, tenía que irse; existía la certeza de que tras ese tiempo, Elisa y sus hijos estarían seguros de nuevo.

Como herramienta de autodefensa, Elisa optó por hablar con algunos amigos sobre el hostigamiento que vivía y a manera de sostenerla, acordaron estar presentes en estas visitas a fin de garantizar la seguridad de Elisa.

«Entonces él veía y me decía, «¿Estás con un hombre?» y yo le decía, «Sí, estoy con un hombre.» «¿Quién es?», me respondía, «Pues es un hombre, es un amigo, que está ahí pendiente», narra Elisa.

Estando en Playa de Carmen, la abogada había comenzado a conectar profundamente con las comunidades indígenas de la región; habría aprendido herbolaria y técnicas de sanación. Este nexo entre líderes y lideresas indígenas hizo que Elisa aprendiera de ellos y en algunas ocasiones, la visitaran en su casa.

Estos dos últimos apuntes deben tenerse bien presentes para desenvolver lo que vendría después, pues serían elementos acusatorios para su aprehensión.

El tiempo pasó y tras un rato separada, Elisa inició una nueva relación y luego de 2 años en pareja, un febrero del 2021, ella decidió mudarse con él, lo que comenzaría a desatar la agudización de la violencia y las tensiones entre ella y su expareja quien le recriminaba y amedrentaba.

Sólo dos meses después de la mudanza, en abril del 2021, Elisa es invitada a Colombia y desde entonces, la vida no volvería a ser la misma.

«Tenía la opción de quedarme con mis hijos, pero también, de saber que me iban a pagar y que generaría un ingreso, porque todo giraba en torno a ellos, mis tiempos libres, cuando iban a la escuela y a sus clases extras (:…) yo estaba siendo mamá soltera todo el tiempo, iban al jardín de niños hasta las 12:00 y apenas me daba tiempo de comprar cositas como artesanías y ropa que promocionaba [vendía] en grupos de mujeres aquí en Playa del Carmen (…) así, literalmente me sostenía, vendiendo cosas, replicando las enseñanzas que aprendí con los grupos culturales, haciendo tinturas, temazcales (…) La mamá [de su expareja] eventualmente me mandaba dinero para la escuela y ahí iba yo campechaneando entre el dinero que ganaba y cuando me daban»

Elisa decidió dejar a sus 2 hijos con su papá a fin de reforzar la convivencia y tomar la oportunidad de viajar a Colombia, pero no lo haría sola, sino también con su pareja quien, al igual que ella, estaba involucrado en este rubro cultural, Se trató de un viaje estrechamente laboral donde la abogada sería interprete, sin embargo, el hecho fue recriminado: «Ay, ya te vas con el novio«.

Estando en Colombia, realizó el trabajo correspondiente y presurosa, volvió a México. Al volver, era tarde, ya tenía una orden de restricción y sus hijos ya no estaban en Quintana Roo, sino en Veracruz.

Yo me voy acompañada de una amiga a Veracruz donde él vivía con su familia, contesto mi demanda y voy a su casa a buscar a mis hijos, de repente, los escuché a lo lejos. Estaban en un parque cercano con la mamá [abuela paterna], mis hijos súper contentos de verme me preguntaron que si ya nos íbamos (…) Ahí estaba la mamá y la hermana de él, le llamaron [a su expareja], inmediatamente, él llega y me dice «No te los puedes llevar, si lo haces habrá problemas«, y entonces, voy viendo que todos me empiezan a rodear y es cuando me doy cuenta en la situación en la que estaba»

Elisa no pudo volver ese día a casa con sus hijos y sería el eje rector; no volvería a estar con ellos.

Con los conocimientos de su profesión, Elisa metió una denuncia por sustracción y retención de menores y conectó con el juez de lo familiar. En esa ocasión, la abogada expresó todo lo que había vivido, desde la violencia doméstica, hasta cómo sus hijos le habían sido arrebatados mientras se encontraba fuera del país, esa tarde, el juez la escuchó con atención y le refirió: «No te preocupes, yo te voy a apoyar porque claro, esto no está bien».

“«Sin embargo, yo me doy cuenta de que el juez de lo familiar está de lado de mi agresor y le da la custodia provisional a mi agresor y a su mamá (..) Es muy común que a los jueces les des dinero y te den todas las resoluciones a tu favor».

En la demanda contra Elisa, se sostenía que los había abandonado, pero no sólo cuando estaba fuera del país, sino que había dejado a los dos menores desde hacía años con la separación con su expareja; que nunca los había cuidado, que estaban desnutridos, sucios y que su expareja fue el responsable todo eso tiempo de velar por los niños.

Elisa presentó ante el juez todos los papeles que avalaban sus cuidados; le mostró con furia todos los cuadernos de los niños, las actividades a las que los llevaba, sus cursos de natación, los recados de las maestras del jardín de niños y toda prueba sólida de los cuidados que había proporcionado Elisa durante todo ese tiempo.

No había forma de echar para abajo su versión, Elisa tenía todas las de ganar, o al menos, eso apuntalaba. El contragolpe llegó de forma sucinta: Una nueva demanda acusándola de prostitución y tráfico de menores.

A este episodio en la vida, Elisa lo nombra como «la perversión de todo». En los argumentos, su expareja denunció que en sus visitas siempre había hombres –sus amigos que tanto la cuidaron-, pero también, «hombres indígenas» con quienes Elisa «se prostituía«, pero además, permitía que abusaran de los 2 menores.

«Él dice que yo metí a gente de «bajos recursos» claro, son personas indígenas que tienen mucha dignidad y honor, incluso, su mamá va a testificar a mi demanda y dice que «yo meto a indios a mi casa que se propasan con mis hijos» Cada hecho lo convirtió en una perversión»

Al darse cuenta del hecho, Elisa mete el recurso de reconvención que, de forma concreta, consiste en darle la oportunidad al juez décimo de primera instancia de Veracruz, Gustavo González Lazcano, de tomar nuevamente los elementos de prueba y considerar su decisión.

En enero del 2022, el juez ordena la restitución de los dos menores a Elisa, sin embargo, esa resolución nunca se ejecutó.

«En papel yo tengo la restitución de mis hijos en una resolución, pero nunca hubo ejecución. Cuando mi agresor se da cuenta de lo que está pasando, empieza a interponer denuncias en mi contra. Se da cuenta de que no le pegan en Veracruz y se va a Cancún, donde yo nunca viví, para interponer una denuncia de corrupción de menores por actos realizados en Playa de Carmen»<

Mientras Elisa intentaba ganarle al sistema veracruzano a fin de que le regresaran a sus hijos, a sus espaldas, en Cancún, su carpeta por corrupción y abuso de menores se judicializó de forma expedita.

En Veracruz, Elisa logró que su juez de lo familiar le dictara una convivencia, aún, cuando la abogada ya tenía una resolución para regresarle a sus hijos. Aun así, Elisa se preparó esa tarde y acudió al Centro de Convivencia Familiar (Cecofam) de Veracruz para ver a los dos menores; fue una tarde calma y con lo vigorizante que fue verlos, Elisa abandonó el Centro, sin saberlo, ya la esperaban a los pies del recinto; eran autoridades de Cancún quienes la arrestaron sin mediar palabra.

«Yo sólo estoy aquí de paso«: Zaldívar

«Cuando van por mí y me arrestan, yo pensaba en que todo estaba bien, que no existía ningún delito y que todo se iba a aclarar, tenía una confianza plena en que todo se iba a resolver», rememora Elisa Zaldívar. La abogada fue confinada en un espacio de un metro por 1 metro con 20 centímetros; ahí pasó su primera noche en Veracruz y a la mañana siguiente, arribaron elementos de seguridad con refuerzos y un vehículo: Se la iban a llevar a Cancún.

En su derecho a una llamada, Elisa llamó a su padre para contarle que la había aprehendido y que estaba por ser trasladada a Cancún. Llegando a la entidad, Elisa fue inmediatamente ingresada al Centro de Reinserción Social de Cancún y privada de su libertad en una celda de castigo en lo que se resolvía su caso con la audiencia de control.

En la demanda, su expareja presentó un peritaje que constataba el presunto abuso sexual que habían vivido los menores con Elisa. Era un documento escrito, sin audio, ni video, un hecho que la abogada recriminó, defendiendo que estos documentos siempre deben estar acompañados por otro recurso material, particularmente, si de menores se trata.

En ese peritaje declaraba, presuntamente, uno de los hijos de Elisa y para ella, fue evidente que todo estaba armado: «Es una farsa, mi hijo no habla de esa manera, yo le enseñé a hablar y hay palabras que él nunca diría». 

Se decretó que Elisa permanecería privada de su libertad en prisión preventiva por 6 meses, sin embargo, no sería la única atravesada por estos actos de violencia y fabricación de delitos. Pues a la par, su amiga que la habría acompañado la primera vez a Veracruz para recuperar a sus hijos, fue denunciada por daño moral y poco después, también perdió la custodia de su hija, esto luego de que su esposo y la expareja de Elisa sostuvieran que tanto Elisa como su amiga estaban involucradas en asuntos de «brujería», «rituales» y abuso infantil.

A su otra amiga, compañera de toda la vida en Playa del Carmen, comenzaron a acosarla; rayaron su casa y la amedrentaron. Junto a su esposo, tuvieron que huir de Quintana Roo y a él, se le señaló en el peritaje como uno de los abusadores sexuales; se refiere que este hombre introducía sus dedos en el ano de los hijos de Elisa. Acciones que, dice la abogada, nunca sucedieron porque el esposo de su amiga siempre trabajaba y nunca estuvo cerca de ellos.

Así, se comenzó a transgredir de forma violenta, ya no sólo los derechos de Elisa, sino de toda persona cercana a ella. Un monstruo estructural que pretende cooptarla de sus redes de apoyo y dejarla sola al interior del penal, pero la tirada, resultó contraria; Elisa robusteció su amistad con estas 2 mujeres que siempre la han acompañado y al interior del centro de reinserción encontró motivos para seguir luchando.

Estando dentro del centro de reinserción, el primer gran shock, dice Elisa, fue verse a sí misma esposada; esposada de sus manos y pies.
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«Era como si yo no estuviera ahí, incluso cuando llegué a la celda sólo podía pensar en qué momento había pasado y por qué él me estaba haciendo algo así»<

En un primer momento, Elisa fue puesta en esa celda de castigo donde su trabajo era hacer limpieza, y la única autodefensa que tenía era pasar desapercibida. La abogada explica en entrevista que no podía, siquiera, levantar la voz, porque si lo hacías y ofendías a una compañera, ésta te golpeaba.

¿Alguna vez te sucedió algo ahí adentro?: Pues mira, creo que las mujeres son tan ágiles y tan, tan experimentadas en reclusión que desarrollan un «sexto sentido» y saben perfectamente cuando alguien llega y no comete el delito. O sea, conmigo me preguntaban cosas como «¿por qué estás aquí?» Y yo les decía: «Acusada de corrupción«, me preguntaron por qué y les expliqué, «no pues me separé y este güey me violentó así«, entonces, inmediatamente cuando venía esa parte del hombre decían: «Ah, se la pendejearon«.

Así, las mujeres que la rodeaban sabían que Elisa era una mujer inocente que no implicaba algún peligro. En contracara, la abogada narra cómo era su jornada de limpieza; empezaba temprano y debía ser extremadamente meticulosa. Elisa limpiaba cada centímetro con cautela, pues las custodias llegaban a gritar y a tirar todo con violencia. En esa actividad, Elisa se llevaba toda su jornada, un hecho que ella reconoce como «una fuga» de la realidad donde reflexionaba de la situación, del dolor de no estar cerca de sus hijos y de cómo todo la había llevado hasta ahí en sólo unos meses.

Elisa permanecía a la espera de su audiencia y en esos días se mantuvo en aquella celda «de castigo» haciendo limpieza, ahí, compartía el espacio con todas las mujeres que habían cometido alguna falta administrativa; mujeres que se habían peleado o que se les había atrapado con drogas, aunque esto, más bien, resulta una formalidad, pues la mayoría de las mujeres que ahí se encontraban tenían alguna adicción.

En esas celdas, algunas compañeras no dormían, precisamente, por la abstinencia de las drogas; enfrentaban este síndrome en soledad y de manera muy violenta.

Ahí, dormía con 8 mujeres y la cabeza de la celda era una colombiana; una mujer mayor que era un as en el robo de joyas y que gozaba de una reputación que infundía miedo y respeto entre las otras compañeras.

La audiencia de control de Elisa llegó unos días después y sin mayor obstáculo, únicamente se le informó que no iba a salir, que tenía que regresar y que sería enviada a la misma celda en donde estaba hasta que le asignaran un nuevo espacio.
«Yo le dije a la colombiana que no me iba a ir, que me iba a quedar, me dijo: Ah, ya te van a asignar celda, mire Elisa, le voy a decir una cosa, tú aquí no vas a tener problemas, te lo digo yo. Eres una persona humilde y honesta, vas a poder con esto»

¿Qué sentiste al escuchar esto?: Para mí fue como si ella me diera la libertad, fue este sentimiento de saber que, una mujer como ella me dijera que iba a poder con esto me dio la fuerza que necesitaba.

Al llegar la noche, estando en Cancún, el calor sofocaba y en la celda, encerrada con 8 mujeres, el calor era abrasador. Ninguna tenía un espacio personal, por el contrario, Elisa se acomodaba en el suelo; todas dormían sobre concreto, sólo que unas arriba de las planchas y otras al ras del piso. Hasta que una noche, la colombiana le ordenó a Elisa: «Acuéstate ahí«.

Esa noche, Elisa durmió cerca de la plancha de la jefa quien tenía en su poder un pequeño ventilador. El aire alcanzaba a tocar el rostro de Elisa y para ella, esto era más que suficiente para resistir a las temperaturas tropicales del sur de México que sobrepasan los 32 grados.

Un par de días después, las custodias fueron por Elisa. Sería llevada a población con el resto de las compañeras, ahí, fue enviada a una celda todavía más poblada con un total de 11 mujeres y con una regla importante: A diferencia de otras celdas, esa estaba libre de drogas.

«Llegué a la celda y una chica alemana me dio un mat [tapete] y otra me dio un cojín, y yo pude dormir ahí, era la gloria dormir en algo acolchonadito. Yo siempre trataba de estar en lugares donde no estorbara y no anteponerme diciendo: Aquí quiero estar porque aquí me da el aire, no, era ponerme en donde no afectara a nadie y literal, encontré un lugar allí pegada a la pared (…) Me explicaron que era una celda sin drogas»<

Entonces, ¿es posible consumir drogas sin mayor problema dentro del penal?: Sí, claro que sí. Para mí fue un alivio pensar que era un sitio sin drogas, sin embargo, te das cuenta de que sí las hay, sólo que lo hacen con mucha discreción.

Además del problema agraviado de adicciones, Elisa refiere que los robos eran comunes. Se había convertido en un hecho rutinario que el dinero desapareciera en las celdas y si no era eso, eran algunos otros objetos que tenían, y si bien se hacían revisiones o las mujeres empezaban a indagar cuestionando: «¿Quién fue?«, la realidad es que no había mucho por hacer.

>«Ese tipo de cosas eran muy difíciles porque, o sea, te robaban lo único que tenías para poder sobrevivir un poco, las cosas que te habías podido comprar como, no sé, un rastrillo, un jabón e incluso tus toallas sanitarias, lo que sea. Sólo era quedarte ahí sin nada»

A propósito de toallas sanitarias, ¿cómo era la gestión menstrual?: Ese también es un tema muy difícil, pero se sobrelleva gracias a muchas donaciones de toallas que hacen las personas. Lo que sí es que el agua está medida, tú te tienes que bañar rápido y se recolecta en cubetas, porque a veces, el agua se va y hay que tener siempre una reserva. Es todo un sistema al que tienes que aprender a adaptarte, a estar guardando agua cuando te dicen «A ti te toca llenar las cubetas porque al rato que corten el agua no va a haber», eso significaba que nadie se podría bañar, ni echarse agua para antes de dormir, hacíamos eso para poder aguantar el calor de la noche.

Mientras Elisa encontraba la forma de adecuarse al espacio con sus nuevas compañeras y dedicarse a sus quehaceres diarios, afuera, sus amistades y familiares se encontraban empujando los engranes para conseguir su libertad. Realizaban colectas económicas y le preparaban sus despensas a fin de que tuviera alimento al interior del penal estatal. Así, Elisa comenzó a tejer redes con otras compañeras a fin de que todas alcanzaran alimento para determinados días; entre todas, juntaban las donaciones y pautaban acuerdos para preparar sus ollas de comida, en caso de que sobrara alimento, entonces, lo repartían a aquellas mujeres que estaban castigadas o que se habían quedado sin alimento.

Pero, ¿y qué pasaba con su derecho a la alimentación y el reparto de comida obligado? Elisa refiere que muchas mujeres preferían aguantarse el hambre, pues la comida que llegaba era muy escasa y muchas veces, incomible. No era que los ingredientes estuvieran echados a perder, sino más bien, la calidad y el sabor eran un reto; Elisa recuerda, por ejemplo, la cantidad enorme de sal que llevaban los guisos, el sabor era tan fuerte que era imposible no dejarla de lado o comerla entre arcadas.

«Si no te traían comida [de afuera] era decir: «No voy a pedir porque todas sabemos que lo que llega está contado», entonces ya sabías si, por ejemplo, llevaban despensas allá pues qué bueno, a ti no, y entonces, no te tocaba comer (…) Cuando tenías [comida] entonces, tú te administras, guardas algo para mañana y otro más para pasado mañana, y así te vas instruyendo para que todo sea equitativo para todas; mujeres que habían matado, que habían estado en un cartel o que habían participado en robos grandes, mujeres abandonadas que ya no eran apoyadas (…) ahí no importa lo que hiciste»<

Según datos del Cuaderno Mensual de Información Estadística Penitenciaria Nacional con corte a abril 2025, en el Centro Penitenciario Estatal No. 2 Cancún, el número de mujeres que han recibido una sentencia es prácticamente mínimo, es decir, que la mayoría de la población femenil está recluida sin ninguna resolución en sus casos. Por ejemplo, del fuero común (delitos como asaltos u homicidios)  hay 158 mujeres procesadas; sólo 14 han recibido una sentencia. En el fuero federal (tráfico de drogas, daños a la salud, delitos informáticos o entre otros) hay 14 mujeres procesadas y sólo 9 han recibido una sentencia.

En añadidura, el Centro Penitenciario de Cancún es el único en todo Quintana Roo que cuenta con sobrepoblación, si bien no está segregado por el área femenil, sí se reconoce que tiene una población extra de mil 114 personas, por tasa, la mayoría de este universo es ocupado por hombres. El margen de edad más común entre personas privadas de su libertad en este penal es de entre 30 y 34 años, sin embargo, también presenta una tasa alta de personas jóvenes que apenas sobrepasan la mayoría de edad (18 años), de hecho, hay más población en este rango de principios de los 20s, que personas de 40, 50 y +60.

Un apunte importante es reconocer la falta concreta de información sobre el estado de los espacios femeniles, pues los Cuadernos Mensuales de Información Estadística Penitenciaria Nacional no muestran datos segregados por género, dificultando el rastreo de violencia, homicidios, riñas, evasiones, huelgas de hambre, decesos, intentos de violación, autoagresiones y agresiones a terceros. La única información mapeable al interior del Centro Penitenciario de Cancún (abril, 2025) arroja el registro de 1 riña con 2 personas heridas y la muerte de 2 personas privadas de su libertad; se desconoce si estos hechos violentos se gestaron en el lado de población femenil.

Daños emocionales, adicciones y prostitución en el penal de Cancún

«Yo lloraba. Lloraba tanto porque ya no podía, era vivir en desesperación, ansiedad y mucho estrés, porque además, las custodias son muy violentas». Elisa rememora el ambiente de tensión y miedo que había; era un terror verdadero donde estaban a merced de las mujeres de seguridad. En ocasiones, cuando algunas compañeras despertaban tarde y no alcanzaban a colocarse bien su playera, eran agredidas y forzadas a limpiar todo el edificio desde las 4:00 de la mañana.

«Eran jornadas muy duras, y te levantabas tarde porque de repente, era tanta la depresión, que no podías ni pararte»

Las causas de estos sentimientos de desesperanza y depresión son variadas, sin embargo, sí existe una tendencia de mujeres en situación de abandono; mujeres que se encontraban ahí a causa de su expareja; mujeres que asesinaron a su agresor; mujeres que habían dejado de ver a sus hijas e hijos; mujeres que estaban lejos de casa e incluso, mujeres que fueron torturadas al momento de su aprehensión, particularmente, aquellas que estaban embarazadas y fueron golpeadas hasta la pérdida del producto. Todas estas historias de vida, sumadas al problema de adicciones -particularmente de mariguana-, convierten al penal de Cancún en un espacio donde los padecimientos psicológicos eran ley, según narra Elisa.

«Las custodias de ahí son muy crueles, incluso cuando yo salí, poco después, leí en las noticias que una había sido asesinada ahí afuera del reclusorio (…) Yo escuchaba que se contaban cosas muy fuertes, pero no quería involucrarme en nada, en mi mente siempre estaba: Yo estoy de paso, yo estoy de paso»<

¿Qué sucede con el personal médico?: Pues primero la depresión que hay ahí es muy fuerte y no hay apoyo médico en realidad. El médico nunca estaba, tenías que sacar una ficha y a veces no te atendía, ni te da lo que necesitas. Llegaban las mujeres en calidad de aborto porque, cuando eran arrestadas y la ministerial se enteraban de que estaban embarazadas o se les veía la panza, las empezaban a golpear en el estómago y lo que tenían eran hemorragias fuertísimas (…) llegaban ahí con hemorragias y después, con infecciones que no eran bien atendidas. Me hacía pensar de dónde venía esto de querer hacerte tanto daño en tu vida, en tu cuerpo, en tu salud, era demasiado odio.

En materia de agresiones sexuales, Elisa no apuntala a nada particular, sin embargo, sí a la fuerte tendencia a la prostitución al interior de este espacio. Sin embargo, como su caso estaba en el ojo público y con frecuencia la prensa la buscaba para pedirle entrevistas, las autoridades tomaban distancia y existía mucha discresión sobre la violencia en las prácticas sexuales que ahí adentro se gestaban.

Con las necesidades de alimento, protección y apoyo, muchas mujeres optaban por la prostitución; las cruzaban a la población de los hombres y pasaban la noche en ese espacio o las «agendaban» para las visitas conyugales.

«De alguna manera, esas personas las protegía, entonces, son mujeres que venden su cuerpo por protección, porque ellas al ya no tener ninguna ayuda externa, su cuerpo se vuelve moneda de cambio, pero después también se tiende al romanticismo, al enamoramiento (…) esa es su forma de vida y de ahí, hay embarazos también, cuando había un bebé, se le dejaba en las celdas con mayores privilegios»<

¿Cómo era cuidar de estos bebés?: Pues por cualquier cosa que pasara llegaban corriendo los custodios porque tenían la obligación de hacerlo, en esta situación, todas maternaban (…) los niños son muy cuidados por todas, es impresionante cómo la mujer hace manada para proteger.

Cimac entrevistó en «Muertes en custodia» a la psiquiatra Gisel Cano, especializada en adicciones sobre cuáles son los efectos adversos de las adicciones.

Eso es terrible, terrible, porque precisamente como ya se generó el proceso adictivo a un medicamento controlado se va generando tolerancia, luego la dependencia y posteriormente, viene la abstinencia. Entonces, si una persona tenía depresión, obviamente se le va a agudizar su padecimiento de base, además, la abstinencia per se nos puede generar alteraciones en la presión arterial, ansiedad, sudoración, temblor, nos puede llegar incluso a generar convulsiones porque bioquímicamente el cerebro ya requiere de esa molécula, sostiene la doctora.

En un escenario idóneo, la especialista explica que, la única opción para evitar la abstinencia entre las internas es quitar las drogas de forma paulatina con ayuda de un equipo psiquiátrico que pudiera apoyarse de otros fármacos que no sean de abuso; medicamentos que apoyen a las internas a mejorar su estado de ánimo y posteriormente, desarrollar un plan especializado para evitar el uso de medicamento controlado en medida de lo posible para garantizar la no repetición.

¿Qué emociones experimentamos cuando vivimos la abstinencia?: Por ejemplo, una persona que venía tomando un medicamento y se le quita, definitivamente su nivel de tolerancia va a ser cero, o sea, nulo y entonces, ¿qué pasa? Estalla la agresividad. Si era una mujer que querían controlar o “medio controlaban” y que abusaba del medicamento cuando no lo obtiene, se van a sumar 2 cosas: La necesidad de la molécula, pero además el estallido de su personalidad de base que habían mantenido apaciguada. Otro de los apuntes preocupantes derivados de la abstinencia es la falta de sueño, ansiedad e insomnio factores que tienen un impacto directo en la conducta de las personas, refirió la doctora Gisel Cano.

La presunta compra de su abogado y el camino a la libertad

Las mujeres que rodeaban a Elisa siempre le animaban diciendo que pronto se iría, que no estaría más tiempo ahí, sin embargo, la justicia parecía tardía y el temor de la abogada de alcanzar una pena de años se recrudecía. A la par, el abogado que le había prometido sacarla de ahí, había comenzado a tener comportamientos erraticos e incisivos, exigiéndole a Elisa que se declarara culpable de todos los cargos y dejara toda la custodia a su agresor.

En cada visita, su abogado metía presión insistiendo en que firmara la abreviada, pero Elisa rechazaba estas recomendaciones de su defensor y fue cuando las sospechas de que, al igual que el juez de lo familiar en Veracruz, ya había sido comprado por la familia de su expareja.

«Cuando él me empezó a decir eso, recordé que poco antes, me había pedido el teléfono de mi expareja para hablar con él al final, me di cuenta de lo inocente que es una en estos procesos, [el abogado] quería que firmara como responsable de esos delitos graves contra menores y yo no iba a salir en al menos 2 años (…) el abreviado es algo que muchos abogados incitan a las mujeres, nos engañan y yo les decía [a sus compañeras reclusas] que no se dejaran, que defendieran su verdad (…) la mayoría de las abreviadas que se han aventado a las mujeres es por salir rápido, para una persona es una total injusticia, una sarta de lagunas que existen en nuestro poder judicial»

En su andar por la justicia, Elisa conoció a uno de los pilares más grandes; Gabriela Pablos, otra mujer sobreviviente de violencia vicaria que, al igual que ella, sería figura clave para llevar sus casos ante la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos. Pablos, finalmente, la acercó con un segundo abogado quien la acompañaría hasta su libertad.

Las piezas comenzaron a acomodarse para la abogada Elisa Zaldívar, pues mientras ella estaba privada de su libertad, Gabriela Pablos y la familia Zaldívar se encontraban luchando por colocar el caso en el ojo público. Y en un giro importante, durante una conferencia de prensa donde la defensora Pablos exponía el caso, la expareja de Zaldívar apareció acompañado de los dos menores, ahí, gritó sobre el abuso sexual y mostró a los niños, un hecho que, contrario a lo que pretendía, terminó causando la molestia colectiva entre los medios de comunicación presentes y en un efecto dominó, sólo horas después, el caso había alcanzado la viralidad.

“>«Me llevaron impresos muchos artículos de la prensa donde los periodistas cuestionaban el cómo se atrevía a llevar a los niños, gracias a Dios, mucha gente en los medios tuvo criterio y mucha experiencia para exponer cómo mi agresor había expuesto 2 menores y denigrado la imagen de la madre (…) la gente le empezó a pegar muy duro a las autoridades de Cancún y llega a los oídos de Mara Lezama [gobernadora de Cancún] y fue como «Bueno, a ver, ¿quién es la mujer que está ahí [en el penal]?» y es cuando me visita un magistrado»

Paralelamente, Gabriela Pablos, junto al nuevo abogado, habían agilizado unas mesas de trabajo con todas las mujeres que habían estado con Elisa desde la violencia que vivió; mujeres que atestiguaron de primera mano todo el proceso y las injusticias. Este intercambio de saberes, permitió armar un rompecabezas masivo para entender cómo el sistema había sido orquestado -y comprado- para criminalizar a Elisa.

Así, esta maquinaria sostenida en sus redes de apoyo comenzó a dar frutos; la información recabada, la identificación de violaciones a derechos humanos, el apoyo de su nuevo abogado y la presión con el magistrado, quien prometió revisar el caso, permitieron que, en la siguiente audiencia, las autoridades determinaran juicio sobreseído; «sobreseer» es un hecho histórico que no suele darse, pues significa que las autoridades reconocen que cometieron un error y que sistema cometió negligencia.

El primero de mayo del 2023, luego de 6 meses privada de su libertad, Elisa obtuvo su libertad. Se despidió de sus compañeras de celda, donó su ropa, sus lápices de colores, sus libros y su despensa sobrante.

«¿Ya te vas Zaldívar?, ¿viste cómo ya te ibas?, ahí nos mandas saludos en los periódicos«, le dijeron sus compañeras a manera de despedida.
< >«Yo salgo con muchas ganas de estar viva, de no parar de buscar a mis hijos; agradecí estar viva y libre»<
Elisa no frenó la lucha, su libertad sólo significó una cosa; era momento de agilizar su proceso, pelear y recuperar a sus hijos. De forma inmediata, interpuso una denuncia por violencia vicaria ahí, narró absolutamente todo lo que había vivido desde 2021, la violencia, el acoso, su injusta aprehensión, el daño moral y la sustracción y retención de menores a manos de su expareja y su familia, misma, ligada directamente al poder judicial.

Esa denuncia es el testimonio de primera mano de todas las vivencias de Elisa, pero resultó evidente que vendría el segundo golpe de su agresor; su liberación fue una señal de alerta y se haría hasta lo imposible para volver a privarla de su libertad. De forma sucinta y sin saberlo, Elisa fue denunciada por incumplimiento de la pensión alimentaria, ahora, en Veracruz; la fiscal responsable del caso había agilizado el proceso, pues, según Elisa, se le había prometido una cirugía estética a cambio de lanzarse en su contra.

>«La asistente de esta jueza fue quien filtró esta información en una reunión y alguien que yo conocía estaba ahí. Fue cuando me avisó y me dijo que tuviera cuidado porque ya me iban a judicializar otra carpeta a cambio de una intervención estética. Cuando me entero, me voy a hablar con el fiscal especializado del Estado y le conté todo lo que estaba pasando y exigí que se me cambiara esta denuncia de fiscalía (…) sí me la cambiaron»

En agosto del 2024, Elisa fue denunciada nuevamente, ahora, por corrupción de menores, de nueva cuenta, en Cancún. Es decir, la abogada tiene la misma denuncia, por los mismos hechos, en el mismo lugar, sólo que fue aceptada porque los acontecimientos fueron narrados ligeramente distintos.

¿Por qué allá en Cancún?: Pues porque ahí operan, ya saben que pueden dejar ir dinero y judicializar sin hacer las cosas legalmente, porque él tendría que poner mi domicilio y el de mis abogados, pero él pone otros y hace ese tipo de cosas para no ser notificada. Un día [él] pone dinero sobre la mesa, se me judicializa mi carpeta y vienen otra vez por mí.

A la publicación de este artículo, Elisa permanece vigilante ante el temor de que su última denuncia -incluso otras más-, lleguen y se judicialicen si baja la guardia. Elisa vive ante la incertidumbre de esta persecución, pero también, carga con el dolor de no saber más de sus hijos; ellos tampoco de ella. El miedo más grande es que, para este momento, los menores no la reconozcan más como su madre.
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>“Ellos no tienen ni una imagen mía, mi rostro no lo tienen presente (…)  tal vez, sólo en algunos recuerdos”

La llegada de Elisa Zaldívar ante la Comisión Interamericana

Elisa recién salió de prisión cuando su caso estaba caminando hacia la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Esto gracias al empuje de su par, la defensora Gabriela Pablos, quien se convirtió en bandera de este movimiento; junto a ellas, Blanca Paredes, tercera sobreviviente a la violencia vicaria. Juntas y bajo el escudo de la colectiva Madres Libertarias, emprendieron una serie de viajes en aras de demostrarle a la Corte que estos actos de terrorismo judicial y sustracción de menores constituye un tipo de tortura que anula los derechos de las mujeres, las criminaliza y segrega.

Cimac entrevistó a Gabriela Pablos sobre cómo fue llegar a estas instancias internacionales y el futuro que se avizora.

Al igual que Zaldívar, Pablos ha emprendido una lucha muy compleja en contra de su agresor, quien le arrebató a su bebé a los meses de nacido. Gabriela Pablos ha vivido la criminalización e incluso, la negligencia del -entonces- ministro Arturo Saldívar.

Fue hasta que llegó con la Red Solidaria Década Contra la Impunidad A.C. (RSDCIAC) y su titular, el obispo Raúl Vera, quienes se especializan en la defensa de los derechos humanos. Ahí, se le explicó que los temas de género no eran precisamente su fuerte, sin embargo, al escuchar a Pablos narrar su experiencia y también la de su par, Elisa Zaldívar, la organización decidió acompañar. Para este momento en el que Pablos se encontraba tocando puertas, Elisa estaba recién encontrando la libertad.

«Les conté que era muy fuerte, que Eli lo vivió por 6 meses [la privación injusta de su libertad] entonces, Magda y Ernesto [de la Red Solidaria] me dijeron: Pues vamos a meter los casos a la Comisión Interamericana»<

Antes de buscar a la CIDH, se acordó que, acompañadas por Raúl Vera, buscarían al Vaticano, quien tiene un espacio particular llamado el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, espacio encargado de atender los derechos humanos y garantizar una vida digna. Así, el grupo se fue hacia el Vaticano en aras de reconocer la violencia vicaria y visibilizar que es un acto sistémico.

Posteriormente, viajaron con dirección a Ginebra, Suiza para tocar las puertas de las comisiones defensoras de derechos humanos; tanto Gabriela como Elisa, en calidad de defensoras y activistas.

Sucintamente, fueron derivadas a la Comisión de las Mujeres donde conversaron con la comisionada Reem Alsalem, misma, que ya ha colocado el tema de la violencia vicaria de forma incisiva en diversos juzgados de lo familiar por todo el mundo. Estando en Ginebra, se explayó todas las condiciones que atraviesan las sobrevivientes de violencia vicaria, concretando una conversación con la Comisión para la Tortura, donde se narró la necesidad de que este tipo de violencia fuera tipificada como tortura, esto, derivado de la criminalización, del encarcelamiento injusto y del daño emocional que se vuelve imborrable.

Ese viaje se dio en octubre del 2023 y con todas las herramientas listas, ingresaron sus casos en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

«Teníamos la expectativa de que una visita de la ONU nos ayudaría, porque nos comentaron que ellos enviarían un boletín al gobierno de México para saber sobre la situación de nuestro caso y pensamos que con eso, se tendría ya una presión externa, sin embargo, no sabemos si mandaron al boletín y si lo hicieron, al Gobierno le valió un pepino que fuéramos para allá»

Así, los casos de Elisa María Zaldívar, Gabriela Pablos y Blanca Paredes, han sido derivados al área de admisibilidad, representando esto, la primera vez que la Comisión Interamericana revisa casos de violencia vicaria.

Para entender mejor cuál es el panorama actual, Cimacnoticias preguntó a Tze Rodríguez, representante del área de mujeres de la Red Solidaria Década Contra la Impunidad A.C. (RSDCIAC)

¿Qué hace falta para que avancen estos casos y cuánto tiempo puede tardar?: Está en etapa de admisibilidad, si el estado no contesta se junta el estudio de fondo con la admisibilidad y se saca un informe. La CIDH está a la espera de una respuesta del Estado y la expectativa [de tiempo] puede ser larga, pero al momento de que pasa a admisibilidad el tiempo puede ser de 2 a 4 años en los mejores casos, sólo quiero recalcar que un caso que se presenta ante la CIDH, tarda de 4 años a 7 para que resuelvan si pasa o no a etapa de admisibilidad y estos casos tardaron en ser admitidos de 6 a 8 meses, verdaderamente histórico, responde Tze.

Situación actual de estos casos ante la CIDH

Elisa María Zaldívar Barcelata

Se ingresó la Petición el 11/02/2024

P-366-25

Pasa a la Admisibilidad el 5 de diciembre de 2024

Le otorga la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al Estado mexicano 3 meses máximo 4, sin prórroga que envíe la información de este caso

Gabriela Pablos Saucedo

Se ingresa la Petición el 2/02/2024

P-275-24

Pasa la Petición a Admisibilidad el 08/08/2024

Le otorga la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al Estado mexicano 3 meses máximo 4, sin prórroga que envíe información de caso

Blanca Estela Paredes Hernández

Se ingresa la Petición el 5/12/2023

Pasa la Petición a Admisibilidad el 13 de junio de 2024

Le otorga la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al Estado mexicano 3 meses máximo 4, sin prórroga para que envíe la información del caso