La virtud de la dignidad.

* Paralaje.

/ Liébano Sáenz /

Gobernar un estado es una experiencia singular, se vive con intensidad y al término siempre se tiene la impresión de que se hizo todo lo posible para honrar el voto que los llevó al poder. No es un tema de evidencias ni de razones, es, fundamentalmente, de emociones. Seis años son muchos y la realidad es que, al concluirlos, ya no estarán los problemas cotidianos y los dilemas propios del ejercicio del gobierno, pero tampoco los privilegios o todo aquello que invariablemente acompaña con amabilidad al poder.

Recibir del Presidente de la República la invitación para continuar en el servicio público es anhelo de muchos y adquiere relieve cuando es de un partido distinto. Es explicable que los gobernadores de Sinaloa, Quirino Ordaz y de Nayarit, Antonio Echevarría, se sientan honrados por el llamado del mandatario de continuar en el servicio público, el primero en la representación del país en España y el segundo en una responsabilidad por definir. Ambos aceptaron.

En medio del ambiente de polarización se entiende la desconfianza de sus correligionarios por la decisión. No debiera ocurrir así, debiera entenderse como un gesto de reconocimiento. Sin embargo, la diferencia no está en los cargos a los que van, ni en los partidos o estados de los que provienen, sino en la conducta que cada cual muestra frente a la oferta del presidente.

El ex gobernador de Nayarit comete la falta de actuar con imprudencia e insensibilidad ante la inquietud de sus compañeros de partido. Incluso, reniega militancia cuando ha usufructuado tal pertenencia. La militancia no es una credencial ni un club, es la identidad que se tiene con una organización a la que se debe. Las diferencias con sus dirigentes son aparte. La gratitud no es lo suyo.

Caso diferente el del ex gobernador de Sinaloa. Además de un tono mesurado, entiende lo que es, una invitación personal y, en todo caso, mantuvo comunicación con la dirigencia de su partido para encontrar una salida respetuosa para todos. Además, el perfil de Quirino Ordaz es el adecuado para recuperar los términos positivos y constructivos de la erosionada relación entre ambas naciones y que el sector empresarial, de aquí y de allá, encuentren una instancia con conocimiento de formas y compromiso de estadista.