Las Adelitas del siglo XXI: la revolución que sigue viva

  • Alguien como tú .

/ Gladys Pérez Maldonado /

Más de un siglo después de la Revolución Mexicana, el espíritu de las soldaderas renace en las mujeres que hoy luchan contra la violencia, la desigualdad y la impunidad.

En los trenes de la Revolución viajaban mujeres que curaban heridos, cocinaban para los soldados y, a veces, empuñaban el fusil. Las llamaron Adelitas, símbolo de amor y entrega, aunque la historia oficial las redujo a una figura romántica. Sin embargo, aquellas soldaderas fueron mucho más, fueron las primeras revolucionarias de un México que aún no sabía escuchar a las mujeres. Hoy, más de cien años después, su espíritu revive en otras trincheras, en las calles, las universidades, los tribunales, donde nuevas Adelitas luchan, no por una revolución armada, sino por una revolución de derechos, justicia e igualdad.

Durante la Revolución Mexicana, las mujeres participaron en todas las etapas del conflicto. Algunas acompañaban a los hombres por amor o supervivencia; otras, por convicción política. Entre ellas destacó Petra Herrera, quien se hizo pasar por hombre para liderar un batallón y tomó la ciudad de Torreón en 1914. También Valentina Ramírez, que se disfrazó de soldado para combatir. Estas mujeres, entre otras, rompieron los moldes de su tiempo y demostraron que la revolución no era un asunto exclusivo de los hombres. Su coraje marcó un precedente histórico que hoy encuentra eco en una nueva generación de mexicanas que resisten desde otras trincheras.

Las Adelitas del siglo XXI ya no cargan fusiles, pero siguen en guerra. Sus batallas se libran contra la violencia de género, la desigualdad laboral, la impunidad y la falta de justicia. Las calles se han convertido en los nuevos campos de batalla, y sus armas son la palabra, la organización y la solidaridad.

Entre estas nuevas protagonistas destacan nombres como María Herrera Magdaleno, madre buscadora que ha recorrido el país entero en busca de sus cuatro hijos desaparecidos y que se ha convertido en emblema de resistencia frente al dolor. Su lucha recuerda a la de las mujeres que, durante la Revolución, buscaban a sus familiares entre el caos del combate.

También están las activistas Yesenia Zamudio y Frida Guerrera, quienes desde el feminismo denuncian los feminicidios y acompañan a las familias de víctimas. Su voz encarna la fuerza de aquellas soldaderas que desafiaron al poder con determinación y sin miedo. Y en el terreno político, la llegada de la Doctora Claudia Sheinbaum Pardo a la presidencia de México representa otro capítulo en esta historia de resistencia, su ascenso simboliza la conquista de espacios públicos que durante siglos estuvieron negados a las mujeres.

En el siglo XX, figuras como Hermila Galindo, Elena Garro y Rosario Castellanos abrieron brecha desde la educación, la literatura y la política. Hoy, ese legado se multiplica en miles de mujeres que marchan cada 8 de marzo con el rostro cubierto, el puño en alto y el grito de ¡ni una más!,  las colectivas feministas, las redes de periodistas, las maestras rurales, las mujeres indígenas defensoras del territorio y las madres buscadoras son las nuevas expresiones de aquel espíritu revolucionario, por mencionar algunas.

Comparar a las Adelitas históricas con las contemporáneas no es un ejercicio romántico, sino un reconocimiento de continuidad. Las primeras enfrentaron fusiles y jerarquías militares; las segundas, estructuras patriarcales y sistemas de impunidad, ambas desafían el poder y dejan huella en la historia mexicana.

El México actual es testigo de una revolución silenciosa protagonizada por mujeres. No buscan un lugar decorativo en la historia, sino el reconocimiento pleno de sus derechos. Si las Adelitas de 1910 abrieron la puerta de la participación femenina en los conflictos sociales, las de hoy la han derribado por completo.

Las Adelitas del siglo XXI no marchan detrás de los hombres, sino al frente, no se definen por la guerra, sino por la palabra, la educación, la organización y la sororidad, no son figuras del pasado, sino protagonistas del presente.

Porque cada vez que una mujer mexicana se atreve a levantar la voz, el espíritu de las Adelitas revive, recordándonos que la verdadera revolución, la de la igualdad, aún continúa…