Las campañas políticas cuestan caro y son fiscalizadas

Más claro…

Por Felipe Mendiola Parra

Los aprendices de políticos  deben entender que no se trata de una aventura o un ensayo para ver qué pasa; quienes realmente se interesen para ser candidatos por algún partido y buscar una alcaldía, tienen que ver la realidad de ese municipio, medir sus capacidades personales para intentar llegar a esa postulación, pero sobre todo, ver desde ahorita si cuentan con el capital político y económico para incursionar en esa actividad.

Dicen los que saben, por dar un ejemplo, que quien pretenda ganar el municipio de Xalapa, debe pensar en una inversión de cuando menos 50 millones de pesos. Con ese parámetro ahora deberán pensar en el resto de los municipios, considerando su densidad poblacional y el territorio que tengan.

Estas elecciones serán completamente distintas, porque desde ahora a esos aprendices les espanta hablar de dinero y todo lo quieren gratis, entonces volveremos a escuchar esa famosa frase “Político pobre, pobre político”.

No significa que quien más gaste podrá tener seguro el triunfo, de ninguna manera, porque sabemos que para su campaña política a diputado federal, Cuitláhuac García Jiménez solo gastó 20 mil pesos y, para su campaña a gobernador el gasto total ascendió a 250 mil pesos y en las dos elecciones ganó.

Es un caso excepcional, hubo muchos factores que contribuyeron. Tal vez fue suerte.

Quienes sueñan con llegar a ser alcalde de su tierra, tendrán que ir pensando  en serio, que una campaña política cuesta mucho dinero.

Hace algunos años, cuando un candidato resultaba “ahijado” de un prominente político, desde esa oficina se enviaban los recursos económicos suficientes, como para sostener esa campaña, pero ahora el INE y el OPLE van a fiscalizar el origen de esos apoyos de manera muy puntual, como lo hicieron en las elecciones pasadas.

Nadie se podrá ir por la libre, nadie podrá recibir apoyos fuera de lo que se autorice, vamos, ni siquiera regalos en especie se podrán ofrecer como botellitas de agua, espectaculares, sombrillas, gorras, playeras, paliacates, comidas en restaurantes. Nada y nada es nada.

Los ciudadanos quieren conocer los méritos, las fortalezas, la preparación académica y la facilidad que tengan para relacionarse con la gente, porque esos prepotentes e insensibles, tampoco serán bien vistos en estas votaciones, que se llevarán a cabo el 6 de junio del próximo año. Más claro ni el agua.

 

 

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