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/ Azul Etcheverry /
Esta semana se dio a conocer la noticia de que, derivado de una investigación del Departamento del Trabajo de Estados Unidos, se logró recuperar un aproximado de 840 mil dólares no pagados a trabajadores de tres empresas que operan en San Diego, cerca de la frontera con México. Una investigación con años de duración, finalmente llegó a su desenlace con resultados positivos para más de 30 trabajadores, entre los que hay varios mexicanos.
Todo el proceso se llevó a cabo en asociación con el consulado mexicano, en donde los trabajadores nacionales pudieron encontrar un apoyo y sentirse acompañados durante todo el proceso, que no es sencillo, pues incluso algunos denunciaron intentos de represalias por parte de sus empleadores al enterarse de las denuncias y, en consecuencia, una de estas empresas fue sujeta al cese de actividades por tales acciones.
Las dos caras. Por un lado, un discurso antiinmigrante que es sólo eso, un intento por politizar la migración y explotar el capital político que representa el tema, ganar o perder votos.
Por el otro, una realidad mucho más robusta que la retórica electoral, $324,000 millones de dólares que los trabajadores mexicanos aportan a la economía de Estados Unidos, 7 de cada 10 trabajadores agrícolas viajan cada año de nuestro país para cultivar lo que consume la mayoría de los ciudadanos de ese país.
Además, casos como el de San Diego aportan para reflejar mejor la realidad, los estadunidenses no sólo saben que hay millones de mexicanos en su país, sino que también los protegen, ¿por qué?, porque los necesitan. Es una sorpresa para muchos que existan agencias del mismo gobierno de Estados Unidos (como el División de Horas y Salarios o la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional, entre otras), organizaciones no gubernamentales e incluso firmas de abogados privados de los que su trabajo diario es velar por los derechos de los trabajadores sin importar su estatus migratorio. Por obvias razones, gran porcentaje de los casos atendidos por estas agencias son de nuestros mexicanos.
A lo anterior se suma la red consular mexicana, la más grande de un país en otro, nadie tiene más representaciones que México en Estados Unidos, esta gran inversión da sus réditos con casos de éxito como el de San Diego, y con muchos otros donde los connacionales no sólo son acompañados, sino asesorados y guiados en la dirección correcta, incluso hay casos de alta vulnerabilidad a los que México destina apoyos económicos especiales para representación legal.
Lamentablemente, el discurso republicano aún atrae a aquellos del lado de la ignorancia y que desconocen estos datos, sin embargo, cada vez más se ve caduco y rebasado al lado de esta realidad. El día a día de los mexicanos en Estados Unidos, tristemente, nos sigue demostrando que el “sueño” americano a veces es más una pesadilla, de la que los mismos estadunidenses no sólo están conscientes, sino también experimentan, pero en el que juntos encuentran pequeñas grandes victorias para demostrar que quien pretende construir muros en esta comunidad binacional, cada vez más interdependiente, está del lado equivocado de la historia.