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/Agustín Basilio de la Vega/
La temporada de huracanes inició el 15 de mayo en el Pacífico y el primero de junio en el Atlántico y ambas concluirán el 30 de noviembre. Las principales afectaciones a la población y su entorno se derivan de la potencial precipitación de agua de lluvia y de los vientos huracanados que se pueden presentar en las costas.
Con el cambio climático, las tormentas tropicales y los huracanes se han hecho más intensos y su capacidad destructiva ha aumentado. Si tomamos en cuenta que la infraestructura en el mundo, y particularmente en México se diseñó con parámetros anteriores que incluso datan del siglo XIX y XX, cuando la ingeniería civil no contaba con suficientes datos estadísticos para conocer las tasas de retorno de tormentas atípicas, hoy existe más vulnerabilidad y riesgo de padecer desastres por estos fenómenos meteorológicos.
Por lo anterior, es indispensable prevenir, mitigar y en su caso atender durante y después las emergencias que se presentan en forma de inundaciones, derrumbes, deslaves, socavones, corte de vías de comunicación, etc. Los gobiernos de todos los órdenes deben tener establecidos planes y programas para la prevención y atención de los desastres naturales ya que su naturaleza es la consecución del bien común.
Una de las acciones fundamentales es contar con un buen sistema de alerta que contribuya a la prevención y monitoreo de los huracanas por lo que es conveniente que la CONAGUA disponga de suficiente presupuesto para atender sus instalaciones y programas.
También es necesario que todos los municipios, Estados y la Federación realicen obras de infraestructura bien planeadas, con estudios completos, permisos y proyectos ejecutivos autorizados debidamente. No se vale que a los particulares les exijan todos los requisitos que establecen las normas técnicas, ambientales y de planeación mientras que al gobierno se le excluye de cumplirlas.
Se requieren planes de protección civil y buen presupuesto para las dependencias que están involucradas en la atención de emergencias. Lo importante es la integración de una plantilla de personal profesional y experimentado que siga en su puesto pese a los cambios de administraciones.
Para prevenir, atender y realizar en su caso la reconstrucción de infraestructura o para ayudar a las personas afectadas por un huracán o lluvias atípicas es indispensable contar con una bolsa de recursos que estén a la mano y no dependan de que el gobierno tenga que buscarlos recortando otras actividades también importantes por lo que es muy lamentable que desde hace 6 años haya desaparecido el FONDEN.
Finalmente es necesario que México tenga una pujante iniciativa privada y particularmente empresas constructoras que conozcan bien los lineamientos para construir responsablemente, las reglas de operación de los programas de reconstrucción y cuenten con certeza jurídica para que, en caso de atender una emergencia, reciban el pago justo de las obras realizadas para abrir un camino, atender un deslave o restablecer el funcionamiento de la infraestructura afectada.
Si se sigue privilegiando el derroche de recursos en ocurrencias y malas obras y se sigue despreciando la planeación, el orden y la prevención creyendo que tener fideicomisos es tener recursos ociosos, cada año será más penoso prevenir, atender y reconstruir la infraestructura afectada por fenómenos meteorológicos cada vez más devastadores.
X @basiliodelavega