Las oraciones fueron escuchadas y el milagro se repitió: Se licuó la sangre de San Genaro

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19/12/2021:- En la tarde del jueves 16 de diciembre se repitió el milagro de la licuefacción de la sangre de San Genaro en la Catedral de Nápoles, en Italia.

Los fieles habían quedado expectantes y en oración, debido a que durante la mañana y luego de la Misa, el milagro no se había producido.

Según informó un medio local, el abad de la Capilla de San Genaro en la Catedral, Mons. Vincenzo De Gregorio, abrió la caja fuerte con la reliquia del santo alrededor de las 9:00 a.m. y la sangre estaba totalmente sólida.

El relicario se colocó en el altar al culminar la Misa y se quedó allí durante todo el día a la espera de que se repita el milagro de la licuefacción, lo que ocurrió finalmente a las 5:59 p.m. (hora local).

La página de Facebook de la Capella di San Genaro informó que “la ceremonia se ha desarrollado excepcionalmente sobre el altar mayor de la Catedral de Nápoles y no, como de costumbre, en la Capilla de San Genaro, en respeto a las normas anticovid”.

“El prodigio de diciembre, el último de las tres ceremonias en las que se licúa la sangre tradicionalmente cada año, se conoce también como ‘milagro laico’, porque usualmente se realiza en la Capilla del Tesoro de San Genaro”, agrega la publicación.

La sangre de San Genaro, que se conserva sólida en un relicario, se suele licuar tres veces al año: el primer domingo de mayo, el 19 de septiembre (fiesta de San Genaro) y el 16 de diciembre, en memoria del milagro producido por la intercesión de San Genaro que evitó una catástrofe tras la erupción del volcán Vesubio en 1631.

El milagro de la licuefacción de la sangre de San Genaro también ocurrió este año en mayo y el 19 de septiembre; pero no ocurrió en diciembre de 2020.

El milagro no siempre ocurre igual: a veces la licuefacción tarda varias horas, o incluso días. En otras, como en 2018, el milagro se produce antes de la celebración litúrgica, y en otras ocasiones, por motivos desconocidos, la sangre no se licúa.

El mismo Papa Francisco fue testigo del milagro en marzo de 2015. En aquella ocasión, la sangre se licuó delante de la mirada del mismo Santo Padre.

Se trata de un hecho extraordinario que también se produjo en 1848 delante del Papa Pío IX. El milagro, en cambio, no sucedió durante las visitas de San Juan Pablo II en 1979, ni de Benedicto XVI en 2007.

El martirio de San Genaro

San Genaro, patrono de Nápoles, fue Obispo de Benevento. Durante la persecución contra los cristianos fue hecho prisionero junto a sus compañeros y sometido a terribles torturas. Un día, él y sus amigos fueron arrojados a los leones, pero las bestias solo rugieron sin acercárseles.

Entonces fueron tildados de usar magia y condenados a morir decapitados cerca de Pozzuoli, donde también fueron enterrados. Esto sucedió aproximadamente en el año 305.

Las reliquias de San Genaro fueron trasladadas a diferentes lugares hasta que finalmente llegaron a Nápoles en 1497.

El 19 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta de San Genaro, obispo, mártir y santo patrono de Nápoles, (Italia). Tradicionalmente, en este día y en otras dos ocasiones al año, ocurre el milagro de la licuefacción de su sangre.

Aquí te contamos todo lo que debes saber sobre este prodigio que se realiza, según una documentación citada por el medio italiano Famiglia Cristiana, desde el año 1389.

1. La sangre se conserva en dos ampollas de vidrio
La sangre seca de San Genaro se conserva en dos ampollas de vidrio en la Capilla del Tesoro de la Catedral de Nápoles.

2. La licuefacción es un milagro
La Iglesia considera que el milagro sucede gracias a la dedicación y las oraciones de los fieles.

Este consiste en que la masa de sangre reseca rojiza, adherida a un lado de la ampolla, se convierte en sangre completamente líquida, llegando a cubrir todo el vidrio.

3. Se licúa tradicionalmente tres veces al año
La sangre del santo se licúa tradicionalmente tres veces al año: en recuerdo de la traslación de sus restos a Nápoles (el sábado anterior al primer domingo de mayo), en su fiesta litúrgica (19 de septiembre) y en el aniversario de su intervención para evitar los efectos de una erupción del volcán Vesubio en 1631 (16 de diciembre).

4. La licuefacción puede durar días
El proceso de licuefacción a veces toma horas o incluso días, pero en ocasiones no sucede.

Las ampollas, que conservan una masa sólida oscura, están en un relicario que es sostenido y girado por un sacerdote, por lo general el Arzobispo de Nápoles, mientras el pueblo reza.

Normalmente, después de un período que puede ir desde los dos minutos hasta una hora, la masa sólida se torna roja y empieza a burbujear.

Según señala Famiglia Cristiana, el relicario con las ampollas permanece a la vista de los fieles durante ocho días, durante los cuales pueden besarlo mientras un “sacerdote lo mueve para mostrar que (la sangre) sigue líquida. Luego se coloca nuevamente en la bóveda con llave” dentro de la Capilla del Tesoro de la Catedral.

5. Los fieles veneran la reliquia cada año
Con la exclamación: “¡El milagro ha sucedido!”, las personas caminan en orden y en dirección al altar para besar la reliquia y cantan el “Te Deum” en acción de gracias.

6. No existe una explicación científica
En el pasado ya se han realizado varias investigaciones para encontrar una explicación científica que responda a la pregunta sobre cómo algo sólido puede llegar a licuarse repentinamente, pero ninguna ha sido satisfactoria hasta el momento.

7. No siempre ocurre la licuefacción
Cuando la sangre no se ha licuado, los napolitanos toman el hecho como un augurio de desgracias.

La sangre no se licuó en septiembre de 1939, 1940, 1943, 1973, 1980 y tampoco en diciembre de 2016.

La reliquia también permaneció sólida el año en que Nápoles eligió a un alcalde comunista, pero se licuó espontáneamente cuando el fallecido Arzobispo de Nueva York, Cardenal Terence Cooke, visitó el santuario de San Genaro en 1978.

8. La sangre se licuó en presencia de algunos Papas
En el año 2015, mientras el Papa Francisco daba algunos consejos a los religiosos, sacerdotes y seminaristas de Nápoles, la sangre se licuó nuevamente.

La última vez que ocurrió la licuefacción ante un Pontífice fue en 1848 con Pío IX. No había sucedido cuando Juan Pablo II y Benedicto XVI visitaron la ciudad en octubre de 1979 y en el mismo mes en 2007, respectivamente.

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