¿Las personas transgénero deben competir en la rama femenil del deporte?

*“Si las mujeres plantean que no pueden participar porque su testosterona las hace superiores, están legitimando un discurso que respalda los estereotipos de género”.

La idea de que una atleta transgénero es mejor intrínsecamente que una atleta cisgénero, debido sólo a sus características biológicas, presenta una serie de problemas, explicaron Lucia Ciccia y Hortensia Moreno, investigadoras del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG).

El deporte, en el origen y en sociedades patriarcales, se ha considerado masculino por asociarse con la fuerza, lo agresivo y lo físico, e incluso con el espacio público. Estos factores se han interpretado como un efecto directo de la testosterona.

Pero “la testosterona no es la causa de la supremacía atlética”, dijeron las académicas universitarias. Y señalaron que muchos de los factores que se vinculan con las habilidades deportivas no tienen una relación transparente y directa con la testosterona.

Tal es el caso de la densidad ósea, sobre la que el estrés y la alimentación tienen un papel fundamental, expresó Lucia Ciccia.

La masa muscular, por ejemplo, no depende nada más de la testosterona, puesto que también se encuentra involucrada la hormona del crecimiento y sobre todo la alimentación: el desarrollo muscular depende de la síntesis de proteínas, afirman las investigadoras. En este caso, la testosterona tiene un papel, pero no es el principal.

El punto más controversial es la testosterona y sus efectos en el cerebro, algo que explicaría la mayor agresividad en los cis varones. Pero Ciccia y Moreno sostienen que aquella tiene un componente psicológico que no se reduce a descripciones biológicas. Además, es inválido categorizar de manera binaria los cerebros, dada su gran plasticidad.

Así, en esta sociedad se plantea que la testosterona es la justificación biológica para legitimar relaciones jerárquicas que sitúan el cuerpo del cis varón como lo más valorado.

El caso de Lia Thomas

Plantear que los cis hombres son superiores a las cis mujeres, desde el punto de vista físico, en cualquier circunstancia, es irracional. Es sobre esta idea que se le quita el primer lugar a la atleta transgénero Lia Thomas. Para las investigadoras, este hecho es una aberración, porque ella trabajó y entrenó muy duro para obtener ese triunfo.

Ahora bien, hay seis cis mujeres con mejores marcas que esta atleta, pero nadie dice nada al respecto, enfatizaron.

La arena deportiva en general está diseñada como un montaje cuya principal función es demostrar la supremacía de unas personas sobre otras. Por ejemplo, la de las razas, las naciones, los imperios, y, sobre todo, la de los hombres sobre las mujeres.

Una constante a lo largo de la historia es el mito de que existe una superioridad intrínseca en el cuerpo de los varones que los vuelve más grandes, fuertes, rápidos y hábiles desde el punto de vista atlético.

Este espacio está diseñado para demostrar que los hombres son más fuertes, grandes, rápidos y eficaces que las mujeres. Cuando ellas invaden el escenario deportivo, de alguna manera se tambalea la estructura fundamental de esta institución.

De hecho, hay una enorme parafernalia que sostiene estas ideas, y cuando pasa algo dentro de este espacio que pudiese cuestionar esta supremacía, pareciera que el orden de género pierde su firmeza, enfatizaron las investigadoras.

Si las mujeres plantean que una persona transgénero no puede participar con ellas debido a que su testosterona la hace superior, están legitimando un discurso científico que, sin pruebas empíricas fehacientes, las ubica en un lugar inferior. Un lugar que respalda los estereotipos de género y sostiene la idea de que cualquier hombre es superior físicamente a cualquier mujer y de que ninguna mujer le puede ganar a un hombre.

“Tenemos que ser muy críticas en cómo entendemos la distribución binaria en las habilidades atléticas entre cis mujeres y cis varones, porque es en esta crítica donde veremos que la regulación deportiva opera como una vigilancia de género que afecta a las poblaciones más vulnerables: personas racializadas, cis mujeres intersex, y trans mujeres”, concluyeron.

 

Gaceta Unam

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