/ Por Rosalinda Martínez*/
¡Atrévete a leerlo!
Imaginemos que es 8 de marzo y en algún lugar, por no decir en miles de ellos, una migrante no tuvo tiempo de reflexionar en la fecha, sino solo de realizar lo que debe ¿Trabajadora? Pongámoslo así. Por lo mismo, aunque tal hecho, implicaría, en horas de labor, su propia sujeción (nuestra imaginación pretende ser realista y visualizar a una migrante pobre, no a una rebelde opulenta, ni a una becaria). Prosigamos: si, por ejemplo, en California el 90% de las mujeres recién emigradas se inserta al rubro de servicios, en la escena que aquí describo, esa mujer deberá estar haciendo trabajos que otras mujeres que quieren “salir adelante” no desean hacer, es decir, cumpliendo roles que las otras, de piel blanca, de esposos ricos, de cunas universitarias intergeneracionales, han dejado por emancipación. En un esquema de cosas como el que aquí se describe, irremediablemente, opera el sistema de clases, la división laboral sexualizada, la desigualdad interseccional derivada de la etnicidad, idioma, raza, educación etcétera. Nuestra migrante podría estar en California, o Nueva York, tiene la piel morena, el alma broncínea por su raza, guadalupana por su corazón, habla español.
- Tener el micrófono
Se entere o no, el 8 de marzo, nuestra migrante desconocida, será traída a cuentas, se hablará de ella, justamente porque en sentido genérico, tal día la invoca, concitando a todas las mujeres, intenta narrarlas en conjunto. Aquí debo agregar que otras mujeres, solo algunas de ellas, tendrán la palabra ¿Sabrán que decir esas representantes? En nuestro supuesto, tendrían la voz cantante, las del micrófono, con más tiempo disponible, me refiero a las portadoras de la estafeta del empoderamiento, pensemos en algunas de sus cualidades: intuición, sensibilidad, valor, activismo y, desde luego, experiencia. Pensemos que nuestras representantes empoderadas, incluso se dedican a eso, a reflexionar y así exponer los grandes problemas de la nación itinerante, que legislan por su solución. Es aquí en donde ya se puede hablar de objetiva realidad pues la comunidad migrante cuenta con representantes migrantes, hombres y mujeres y, dispone de representación en un escaño en el Senado en México. A estas personas no es necesario imaginarlas, son conocidas, tienen nombres y apellidos, están allí porque fueron elegidas en forma plurinominal, en un intento por generar condiciones afirmativas para APOYAR a las comunidades migrantes. Nótese: Nuestra trabajadora imaginaria, nos hace pensar en la cantidad de mujeres que cada día, confeccionan la ropa, liman las uñas, cortan el cabello, cosen, asean, cosechan, curan y cuidan de las familias del país otrora más poderoso de la tierra, me refiero a las migrantes invisibilizadas, las que no tienen documentos, son miles, pueblan los cuartos de servicio de las casas ricas, viven en trailas y suburbios sureños y norteños, los más precarizados, cosechan uvas o naranjas en California, coliflores en Uthah, procesan carne en Chicago. Las que ocultan su nombre con timidez, en un contexto donde, deben cuidar de no ser detenidas por la migra, especialmente si son chaparritas y morenas. Son tiempos en que el estigma campea. Bien: ¿Cuantas trabajadoras habrá detrás de las puertas de las mansiones, que debieron laborar el ocho de marzo olvidando e incluso desconociendo la fecha?
Solo en California, hay más de un millón de ellas, sin documentos que, sostienen las organizaciones locales: “viven en las sombras”.
- No te vi en la marcha. No leí tu manifiesto
En contrapartida, hay algunas pocas mujeres migrantes con micrófono, electas como diputadas, o senadora, se fueron a vivir a México, acudiendo al Congreso, para crear un espacio en favor de las necesidades del migrante, en favor de la justicia, así fue dicho y por ello es que operó la mentada acción afirmativa. Se fueron presumiendo la vivencia de las dificultades de aquí en su propia vida. Era pues de esperarse primero; una agenda de tareas de su lucha en favor de las migrantes, después; su presencia aquí, de cuando en cuando acompañando la lucha en las calles, la que hoy dan las comunidades extraterritoriales ante el racismo del nuevo gobierno estadounidense.
III. Sábado soleado y quieto.
El ocho de marzo transcurrió con sus horas de sol, dando la oportunidad de que las compañeras del micrófono, las diputadas o el diputado porque también hubo un empoderado, hablaran para hacer notar las dificultades de las migrantes y sus específicas batallas como madres, constructoras de hogar, trabajadoras, copartícipes de una vida comunitaria en riesgo, en este lado, capitalista y patriarcal. Enfocar los roles subordinados de la proveeduría de servicios que tantas extraterritoriales asumen, es fundamental (La casa del empresario más rico, por ejemplo, cuenta con ama de llaves, doméstica, jardineros, chofer, lavacoches, plomero, cocinera, niñeras). El ocho de marzo también debió reparar en los retos de las migrantes alrededor de la CONSTRUCCIÓN DE HOGAR o de sus sus puntos de conflicto: responsabilidades compartidas, erradicación de la violencia doméstica, cuidado de los hijos, etcétera, sin dejar de lado la vigilancia y miedo a la migra por las comunidades migrantes. Como se observa, la complejidad rebasa lo laboral, salarios bajos, robo de horas, riesgos e inseguridad, sino que demanda un acercamiento proactivo a la condición flexible de la trabajadora no de la triple jornada, sino de la jornada interminable (Martinez, 2022). Sin embargo, en síntesis, en la sabatina, de nada de ello se habló. No por las representantes, las que sí tuvieron el micrófono y también la oportunidad histórica, fueron escuchadas desde su buena voluntad pero de un plan hacia la migrante: nada.
- Chayito y un rosario!
Si como algún filósofo (Henry Lefevbre, 1990), dijo: toda representación es una ausencia, la de la agenda de género para las migrantes, brilló por su ausencia en el mensaje de una legisladora migrante, en este caso, durante el evento que el Instituto Nacional de Formación Política de Morena, INFP, organizó durante una sabatina: m i g r a n t e. Allí se expuso no lo relacionado a una agenda o a una problemática sino argumentos insuficientes. La senadora, también de representación migrante Karina Ruiz, no siendo expositora, por propia iniciativa decidió retomar mi inquisitiva sobre un plan de atención a la trabajadora extraterritorial: volvió a repetir lo dispuesta que está para “escuchar nuestras demandas” y que “se las hagamos llegar”.
En este punto, aparte del tiempo que lleva legislando, como una mujer que tanto ha dicho conocer nuestra problemática, en ningún momento le escuché hablar de las que viven en Estados Unidos lidiando diversas encrucijadas, para atenderlas de forma objetiva. Por otro lado, subrayó mi preocupación ante el relato personal, victimizado y que no logró conmover, aún si lo intentó, de la diputada migrante, Maribel Solache, quien refiriendo el ejercicio de sus funciones, dijo algo así como ser “empujada”, por sus compañeros varones del Congreso (entre ellos el diputado de Morena, Pedro Haces, brazo derecho de Ricardo Monreal), más allá de su voluntad (SIC), viéndose irremediablemente “orillada” a viajar a Roma e ir a solicitar al mismo y reverendísimo Papa del Vaticano para que rezara por las y los migrantes. No es suficiente sino contradictorio ¡El capitalismo nació patriarca, siendo la institución Vaticana uno de sus más acabados representantes! Aun si ella perjurará lo contrario. ¿Dónde queda el plan y la perspectiva de género de la diputada Solache como migrante que es? Frente a los argumentos de ambas partícipes, pese a su buena voluntad, cuando menos durante el evento, se quedó a deber una agenda realista que beneficie la cotidianidad de la mujer que atravesó la frontera. La periodista Alina Duarte cerró el evento con el compromiso de volver a este punto, abriéndolo a la oportunidad de exposición de las respectivas agendas extraterritoriales por parte de las y el legislador. Se le agradece.
- El ocho de marzo no me regalen flores.
En conclusión, me queda un deseo proactivo. Proclamado en Estados Unidos el día internacional de la mujer no es, ni festejo, ni reconocimiento, es memoria, experiencia y aprendizaje; requiere sopesar las luchas laborales, y el tesón femenino. Por tanto, su quintaesencia debiera ser el análisis del rol laboral. El de servicios, o como le llaman “de piel”, involucra procesos de colonización en los cuerpos y debe repararse en ello desde el género. La cuarta transformación será feminista o no será. Eso se dijo¡
Repensar un modo equitativo, afirmativo, y que transforme la construcción de la vida del otro lado, donde también, POR EL BIEN DE MÉXICO, PRIMERO LOS POBRES (si es que de verdad se considera a las familias mexicanas de bajos ingresos que aquí luchan). Valga entonces el pretexto del día internacional de la mujer para reflexionar en estas cuestiones. Hoy, aun si no lo plantearon las funcionarias, tenemos dos motivos de orgullo: La generación de jóvenes que claman por el derecho a la residencia de sus padres y madres migrantes – de quienes aprendieron la palabra en español-, por la que hoy toman las calles de Los Ángeles o de Nueva York para arengar en favor de sus comunidades, secundados por marchas en Colorado, Seattle, Houston, Chicago (de los que las que pueden decirlo, ni lo hablan o, a las que quizá menos, han acompañado). Hay otro motivo de gusto: el día internacional de la mujer, que en su origen lleva el día internacional de la trabajadora, atañe a las poderosas migrantes pues ellas dentro de su jornada interminable, también son asalariadas. A pesar de la maldición, la amenaza o el riesgo de ser detenido, en tanto el trabajo, es el enclave de la riqueza, sobre el que el odio no puede actuar sin cortarse las venas, el mango de la sartén lo tenemos quienes trabajamos en este país.
*Socióloga, Orizaba, Ver. Migrante en California.
*Academia Mexicana de Geopolítica y Estrategia