De Interés Público
Emilio Cárdenas Escobosa
Este fin de semana habrá elecciones en Morena, el partido que fundó el presidente Andrés Manuel López obrador y que lo llevó a la Presidencia de México.
De acuerdo con la convocatoria lanzada por la Comisión Nacional de Elecciones de Morena el pasado mes de junio, este fin de semana y en la primera semana de agosto se elegirán a tres mil consejeros, a los dirigentes estatales y a toda la pléyade de morenistas notables y otros no tanto que tendrán decisión en los procesos de elecciones a las gubernaturas de 2023 y 2024, así como las reglas a la nominación presidencial.
El Congreso Nacional de Morena se celebrará los días 17 y 18 de septiembre próximos y para llegar a ese momento se tendrán que renovar sus coordinaciones distritales federales y consejos estatales en las 31 entidades federativas del país.
En Veracruz, Morena ha estado sin un dirigente oficial desde la salida hace casi cuatro años de Manuel Huerta, hoy delegado de los programas federales en la entidad, y quien ha estado a cargo del partido es Esteban Ramírez Zepeta como delegado con funciones de presidente en el estado, cuando el Comité Ejecutivo Nacional lo nombró hace un año y medio.
Bajo los términos de la convocatoria para renovar sus dirigencias y consejos, Veracruz, junto con el resto de entidades, renovará a su Comité Directivo Estatal el próximo 6 de agosto. Y para ello votarán los representantes acreditados ante el Consejo Estatal que serán elegidos el próximo 30 de julio en las asambleas distritales en las que los militantes de Morena o “Protagonistas Verdaderos del Cambio”, como los denominan, deberán ratificar su afiliación al partido para poder elegir a 10 coordinadores por cada distrito que hay en Veracruz, cinco mujeres y cinco hombres, para contar con un total 200 coordinadores distritales en todo el estado.
Estos 200 coordinadores distritales o consejeros estatales renovados, como quiera llamárseles, tendrán la tarea de votar en la asamblea estatal del próximo 6 de agosto para la renovación de la presidencia y seis carteras más de su Comité Directivo Estatal. Donde todo se prepara para ungir a Esteban Ramírez Zepeta, operador y cercanísimo al gobernador Cuitláhuac García.
El presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia mañanera señaló que confía en que en esta jornada electiva del fin de semana y en todos los procesos internos de su partido se demuestre que son buenos ciudadanos los que van a participar y pidió conocer a los aspirantes a consejeros para “no ser borregos”. Pidió evitar ser acarreado a este ejercicio, alertó sobre una eventual compra de votos para favorecer a determinados personajes y a no dejarse manipular porque “es ofensivo y si sale por ahí algún mapache que los manden lejos lejos, porque, dijo el mandatario, “nosotros hemos luchado siempre por la democracia y hemos luchado siempre contra el fraude”.
Hasta aquí los procedimientos establecidos por la dirigencia nacional de Morena y la convocatoria del presidente a que tengan juego limpio que no tienen nada de reprochable, pero la realidad siempre terca se encarga de demostrar que los políticos de todos los colores solo saben jugar con los mecanismos de siempre, con los resortes que patentaron los priistas el siglo pasado, pese a los llamados de López Obrador.
El caso es que en los estados en que gobierna Morena y en los ayuntamientos que controla, ante la falta de estructuras partidistas derivada de haberse echado a la hamaca y no haber establecido comités municipales, confiados en que la popularidad del presidente lo es todo para esa fuerza política y sus gobiernos, les agarraron las prisas y ante la urgencia de contar con un padrón de afiliados más o menos robusto decidieron armar un proceso de afiliación fast track.
Con esas prisas y en la plenitud del poder la solución la encontraron fácil: a todos los empleados públicos les exigieron contar con diez afiliados por cada uno de ellos y participar en la movilización para llevarlos a las asambleas de este fin de semana. Instrucción que lógicamente va acompañada del riesgo de tener represalias o incluso perder el empleo de no cubrir la cuota correspondiente y movilizar a sus invitados recién afiliados a la de a fuerzas.
Todo este procedimiento en curso representa justamente lo contario a lo que supone el presidente López Obrador que se está haciendo: que no habrá borregos ni acarreados a las asambleas; actos que, desde luego, contradicen su dicho de que ellos no son así porque han luchado siempre por la democracia y contra el fraude. Pero la evidencia es clara de que así preparan las asambles los cuadros dirigentes de Morena en los que tanto confía.
Además, el proceso de elección de sus delegados ha estado marcado por otros problemas como las impugnaciones por el presunto “rasuramiento” de militantes de la lista de candidatos y la “caída del sistema” en los sitios web de Morena que paralizó durante dos días la revisión íntegra de las listas de candidatos que serán votados. Se acusa que han dejado fuera, por ejemplo, a gente cercana al senador Ricardo Monreal y a los críticos de la dirigencia nacional de ese partido.
Las opiniones coinciden en que el rasurado de las listas y la purga de perfiles hecha en estados del país y en las instancias nacionales de Morena para preparar un Congreso Nacional a modo, tiene como finalidad asegurar mayoría de consejeros en favor de Claudia Sheinbaum.
En esas circunstancias, el proceso interno de Morena apunta hacia un choque de trenes habida cuenta la intolerancia de las diversas corrientes y grupos que conforman a este movimiento y que desatados rumbo a las elecciones estatales en puerta y a la elección presidencial anticipa un choque de trenes. Porque no debe olvidarse que el partido del presidente, como toda la izquierda tiene en su código genético el virus de la autodestrucción. Y si no, veáse lo que le pasó al PRD.
La historia reciente muestra que por mucho que se hable de la transformación nacional las prácticas políticas de la cultura política priista siguen tan campantes: las imposiciones, la cultura de la trampa, el acarreo, la compra de votos y el uso de recursos públicos para fines partidistas están tan vivos como ayer.
Es una pena que teniendo en Andrés Manuel López Obrador a un referente de lucha tenaz por construir un movimiento claramente opuesto a los gobiernos del pasado, a un líder que busca el cambio de prácticas nocivas que marcaron a las administraciones que abusaron del poder en beneficio propio, hoy vemos a quienes llegaron a las gubernaturas, congresos, ayuntamientos y a las estructuras gubernamentales gracias al empuje del carismático tabasqueño, usar y abusar del poder en beneficio propio o de sus camarillas.
A la incompetencia de buena parte de estos morenistas mostrada en el ejercicio de sus gobiernos ahora suman los malabares que hacen para acomodar a sus fieles rumbo a su Congreso Nacional para buscar asegurar, ya sin López Obrador, seguir disfrutando las mieles del poder.
Y, obviamente, a preparar el terreno a sus aliados para las elecciones estatales en puerta.
El caso de nuestro estado y la reforma constitucional que se prepara para “veracruzanizar” a la zacatecana Rocío Nahle para que pueda ser la candidata de Morena a la gubernatura, en detrimento de los derechos de miles de mujeres militantes de ese partido nacidas en Veracruz, lo ejemplifica.
La Cuarta Transformación ofrecida por AMLO para el país avanza a paso lento, mientras que la verdadera transformación se realizó ipso facto en muchos antaño aguerridos luchadores de izquierda transmutados en políticos profesionales, cortados, ahora se ve, con la misma tijera de los priistas o panistas que tanto dicen aborrecer.
Por sus obras los conocemos.
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