Las pruebas y ‘Los Chapitos’ .

**LINOTIPIA

/ Peniley Ramírez /

Cuando lo mataron, Mario Bobadilla, Liebre, había escapado de Culiacán y se había instalado en Phoenix. Era mayo de 2021. Habían pasado dos años y medio dede que asesinaron a su compañero Jesús Muñoz, Tony Montana, en Sinaloa. El padre de Tony era taxista en Navolato. Lo asesinaron pocos meses después. Liebre huyó. Algunos traficantes creían que Phoenix, “un hub del cártel de Sinaloa”, era un mal sitio para esconderse. Otros decían que Liebre fue enlace entre la DEA y su jefe, Dámaso López, y estaría seguro en EU. No lo estaba.
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Unos años antes, Dámaso era socio de El Chapo Guzmán. Pero en 2018, ambos estaban en EU, extraditados, y los hijos de El Chapo peleaban la sucesión. Entonces algunos creían que Los Chapitos eran unos juniors que no mantendrían el poder. No fue así. Cuando se fortalecieron, mataron a Tony. Liebre se ocultó por años. Esa noche en Phoenix, Liebre estaba afuera de su casa. Un sedán blanco se acercó a él. Dos hombres le dispararon y lo mataron.

En octubre de 2022, un gran jurado en Chicago escuchó detalles de estos asesinatos, cómo Los Chapitos matan a sus enemigos disparándoles, torturándolos o con dosis letales de fentanilo.

Los Chapitos son Iván, Jesús Alfredo, Joaquín y Ovidio Guzmán. El primer cargo es de 2008, cuando eran aún muy jóvenes y El Chapo dirigía las operaciones. A 350 millas de Guatemala, la Guardia Costera de EU interceptó un semisumergible con cocaína. Ahora, la fiscalía de Illinois pretende probar que Los Chapitos formaron parte de esa operación.
Desde entonces, y hasta 2018, dicen los cargos, los hermanos conspiraron para fabricar más de 5.7 toneladas de metanfetamina, más de 12 toneladas de cocaína y más de 33 toneladas de marihuana, que enviaron a Chicago, California, Arizona, Texas y Nueva Jersey.

Esta semana, Anne Milgram, administradora de la DEA, declaró que Los Chapitos y otros cárteles mexicanos son “empresas sofisticadas” que dependen “de una cadena de suministro” y una “red financiera ilícita global”. Añadió que esa red de colaboradores, para el Cártel de Sinaloa, significa unas 26 mil personas, que se comunican por correo y videollamada o redes sociales.

El presidente mexicano respondió: “No sé de dónde sacó (la información). Que nos diga cuáles son las pruebas”. Las pruebas, al menos enunciadas, llegaron hace poco a México en la solicitud de extradición de Ovidio, a quien detuvieron en enero. Describen la violencia de Los Chapitos y el tamaño de sus operaciones.

La DEA no escatima en metáforas empresariales. Tras el arresto de El Chapo en 2016, según los documentos, Iván se volvió “jefe operativo”. Jesús, Joaquín y Ovidio, “coordinadores logísticos”. Para comprar precursores de fentanilo, Los Chapitos envían dólares a China; mandan los químicos a Alemania y de ahí a México. Para cruzar la droga, tienen una oficina en cada lado de la frontera entre México y Arizona. Entre ambas hay un túnel subterráneo. Los traficantes entran y salen del túnel, de rodillas, con el fentanilo a cuestas. Luego caminan a la calle como empleados saliendo de su trabajo.

Dentro de EU, usan pandillas y criminales locales para distribuir y cobrar la droga. Para lavar las ganancias, venden los dólares que han cobrado a comerciantes en EU, México o a empresas chinas. Envían a mensajeros con el efectivo, hacen depósitos bancarios a compañías de papel, compran autos, aviones o celulares. También depositan en criptomonedas y adquieren más precursores, sin cambiarlo a efectivo.

Los precursores de fentanilo se obtienen por menos de un centavo por dosis. Producir una píldora cuesta 10 centavos. Los Chapitos pueden venderla en 30 dólares. Para garantizar la operación, Ovidio estableció un “puesto de avanzada en la Ciudad de México”. Desde allí controlaba laboratorios subterráneos en Sinaloa, con estufas industriales y prensas de píldoras.

Estos detalles están en dos casos criminales, en Chicago y Nueva York, que enfrentan Ovidio y sus hermanos. Y el gobierno de México también tiene esta información, de la que el Presidente dice no estar enterado. Para llegar a estos datos, la DEA incautó más de 58 millones de píldoras falsas y 13 mil libras de polvo de fentanilo y arrestó a más de 5,000 personas en Estados Unidos en los últimos meses. Bien haría el gobierno de México por comenzar a enterarse del tamaño del caso que comenzará en cuanto suceda la primera extradición.