*La lucha principal es contra la violencia y el feminicidio, pero quedan otros temas pendientes que se han ido rezagando, que la pandemia frenó, y que es necesario visibilizar.
o se puede hablar hoy de la agenda feminista, tenemos que hablar de las agendas; tampoco puede hablarse sólo de un feminismo, hay muchos feminismos. Aunque actualmente la lucha principal es en contra de la violencia y el feminicidio y así lo expresamos en las calles cada 8 de marzo, quedan otros temas pendientes que se han ido rezagando. La pandemia misma ha sido un freno para el análisis de ellos, e incluso, muchos han tenido retrocesos en México y en otros países.
Coincidieron en señalar Julia Carabias Lillo, doctora honoris causa por la UNAM; Marta Lamas Encabo, integrante del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG); Alethia Fernández de la Reguera, del Instituto de Investigaciones Jurídicas; Paola Zavala Saeb, abogada y analista que colabora con proyectos centrados en la cultura para la paz desde el Centro Cultural Universitario Tlatelolco; Alejandra Collado Campos, especialista en Estudios de la Mujer y jefa de Medios de Comunicación del CIEG; Melissa Hernández Méndez, activista medioambiental y ecofeminista, y María Elena Medina-Mora Icaza, directora de la Facultad de Psicología.
Durante los últimos 15 años el movimiento feminista ha logrado conquistas como la Ley de la Despenalización del Aborto, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, o mayor participación política, pero es evidente que hay violencias que se han recrudecido, por ejemplo: “salimos de una pandemia para entrar a una guerra y no hay nada más patriarcal que eso”.
Con el objetivo de visibilizar otros temas que pueden incidir en una nueva agenda que reúna a todos los feminismos y que permita acelerar la marcha en la consecución de los derechos de las mujeres se realizó el diálogo Las Reivindicaciones Feministas, organizado por El Colegio Nacional en el marco de la conmemoración del Día internacional de la Mujer, evento moderado por la periodista Gabriela Warkentin de la Mora.
Un movimiento político debe tener objetivos compartidos
En ese contexto, Marta Lamas acotó que para poder avanzar en las reivindicaciones hay que discutir los objetivos y ponerse de acuerdo, “sin tratar de convencer que una agenda es mejor que otra”.
Explicó que aunque mujeres de distintas clases sociales, condiciones étnicas y edades distintas comparten el mismo anhelo de justicia, en el feminismo, como en todo movimiento social y político, hay posturas divergentes que no sólo derivan en reivindicaciones contrapuestas, sino que causan alejamientos y disputas entre las feministas.
“Las mujeres somos seres humanos y como tales tenemos los vicios y las virtudes inherentes a la condición humana”. No obstante, hay feminismos que sacralizan la identidad de mujer y viven la crítica política como una suerte de traición a lo que consideran la auténtica postura feminista e incluso muchas la experimentan como un ataque personal.
El sentimiento de lealtad hacia una comunidad de compañeras (nosotras las mujeres) puede también equivocarse al afirmar, por ejemplo, que si una mujer hace una denuncia tenemos que creerle porque es mujer, “obvio que hay que tomar muy en serio las denuncias que hacen, pero no hay razones para asumir a priori que siempre dicen la verdad”.
La activista señaló que no hay una unidad natural entre mujeres. El desafío de todas es sumar a la pregunta de ¿quién soy yo?, la pregunta de ¿dónde estoy?, para ver y pensar en las otras personas que están al lado. “Habría que reflexionar acerca de cómo ciertas actitudes personales pueden llegar a ser patológicas, contraproducentes o simplemente reaccionarias”.
Propuso diálogo y debate entre las distintas colectivas para acordar propuestas que beneficien a todo el movimiento y llamó a articular peticiones concretas y realizables que se puedan negociar.
“Vislumbro un horizonte al mismo tiempo estimulante y preocupante, yo sí dejaría de hablar de hombres y de mujeres, hablaría de seres humanos distintos, diversos, pero que viven la desigualdad y el acceso a la justicia de la misma forma”.
Con el ambientalismo, agendas cruzadas
Uno de los principales problemas ambientales globales es el de la pérdida de la biodiversidad, por el crecimiento poblacional, la forma insustentable de producción y consumo y el cambio climático, entre otros factores.
“Si incluyéramos con fuerza en la agenda ambiental la perspectiva feminista tendríamos solución a muchos de estos problemas, porque las mujeres son quienes mejor conocen el uso de la biodiversidad y lo valoran”. En este sentido, una política reproductiva adecuada, la decisión informada de las mujeres sobre su cuerpo, la educación de niñas y adolescentes y la incorporación de ellas a empleos con salarios dignos podrían ayudar a abatir el crecimiento poblacional.
Además, las mujeres pueden hacer un cambio en las dietas y hábitos de consumo de las familias, usar los recursos naturales de forma sustentable y rescatar los saberes tradicionales que constituyen un patrimonio de conocimiento ante el cambio climático, subrayó la experta.
Repensar los derechos humanos desde una perspectiva de género
La jurista Alethia Fernández resaltó que 71 por ciento de las horas que se dedican en México a labores de cuidado dentro del hogar sin percibir remuneración, las realizan las mujeres y que los mecanismos para garantizar el acceso a los servicios de salud se vinculan al empleo formal “en un país donde lo que tenemos es la cultura del empleo informal”.
“Sabemos que las mujeres son los grupos que están haciendo los trabajos más precarizados, más flexibles, con menos accesos a los mecanismos del cuidado“, y a eso se suma la noticia de que se suspenden las escuelas de tiempo completo.
Propuso reflexionar sobre cómo viven las mujeres migrantes las dificultades para acceder a la justicia en México y la violencia que ejercen las instituciones de seguridad del Estado sobre ellas. “Como mujeres, ser sujeto de derechos en México no elimina la subordinación ni los sistemas de opresión, por ser mujeres enfrentamos mayores obstáculos para acceder a la justicia”.
Para mí justicia es que no me maten
Paola Zavala consideró un avance pasar de un feminismo aglutinador a los feminismos, y desde esa visión abordar la participación política de las mujeres.
Destacó que todas las instituciones y las leyes que tenemos, incluso en México, han sido pensadas, diseñadas y operadas por hombres y, en este sentido, aquellas quienes han llegado a puestos de decisión en el gobierno están en la lógica partidista de votar agendas y no en la lógica del enfoque de género.
El militarismo, el punitivismo y el prohibicionismo a las drogas son tres temas fundamentales en México y en el mundo a los que se les destinan recursos humanos y monetarios, pero la justicia restaurativa, reparar el daño a mujeres y hombres se ha dejado de lado, “en nuestra idea de justicia recordemos que los hombres también sufren el patriarcado”.
Por su parte, Alejandra Collado subrayó que la lucha por la autonomía del cuerpo sigue siendo el hilo conductor que atraviesa todos los ámbitos: la salud, la educación, las emociones, la sexualidad y el deporte, por ejemplo. Logros como el derecho al aborto y a las maternidades libres, a la identidad sexogenérica, el autocuidado y el acceso a una menstruación digna, constituyen el meollo del asunto en los temas feministas.
Mencionó que, “nos apropiamos de las nuevas tecnologías y desde ahí se ha denunciado a los agresores”, sin olvidar que es un espacio donde más violencia se ejerce sobre las mujeres. Y “hemos entrado al espacio público de lo laboral, pero no hemos salido del espacio del hogar, del cuidado y del trabajo en casa”.
Asimismo, la feminista Melissa Hernández expuso que las mujeres que viven y crecen en Ciudad de México tienen 30 por ciento más de probabilidades de desarrollar problemas de salud reproductiva a causa de la contaminación ambiental.
La rabia que expresan las mujeres cuando toman las calles “más que una emoción es una urgencia común por hacer un cambio y dentro de todo este caos siempre hay un momento para intervenir, ser sororas, quizá no compartimos las mismas agendas pero sí las reivindicaciones”.
Cuando se habla de rabia y caos hay cambio
Finalmente, María Elena Medina-Mora Icaza dijo que la rabia tiene una función importante; no obstante, hay que reflexionar qué se hace con ella. El caos es un signo positivo porque estamos asumiendo las diferencias. Resaltó que 72 por ciento de las personas que cuidaron a enfermos de la Covid-19 son mujeres y ponderó la diferencia de sueldos que se perciben en carreras como las ingenierías, en comparación a las que se ocupan de los cuidados.