*Tema de RefleAxión en la IBERO.
Nació en Tampico, Tamaulipas. De niña, la puerta de su casa estaba siempre abierta y creció jugando en la calle, fuera de cualquier peligro. A los 16 años, empezó a trabajar como reportera de nota roja y visitaba las zonas de tolerancia. Después trabajó por años en áreas de seguridad del gobierno estatal y federal. Actualmente, investiga las lógicas de violencia desde la academia, con más de 25 años en estas temáticas. Fue “de la calle a la institución y de la institución a la academia”. Y lo que la impulsa a continuar, es el sueño de que las nuevas generaciones puedan tener una infancia como la que tuvo, en vez del riesgo de ser reclutadas a cada momento por el crimen organizado.
Esta historia es la de la Dra. Marisol Ochoa Elizondo, actual Coordinadora del Posgrado en Historia de la Universidad Iberoamericana, quien invitó a un profundo diálogo y reflexión, durante la primera sesión del segundo ciclo de Refleaxión, titulada “Violencias descarriadas: aproximaciones a las lógicas de crueldad y criminalidad en nuestro tiempo”, que tuvo lugar en el Ágora del CEAN de nuestra universidad, organizada por la Dirección General de Vinculación Universitaria.
“No se trata de contar números y cadáveres, sino de contar historias”, afirmó la Dra. Marisol Ochoa ante la comunidad de la IBERO. Foto Alberto Hernández Mendoza. |
“Las violencias llegaron mucho antes de ser nombradas”
“Soy de Tamaulipas, con el paso del tiempo a la mayoría nos pasaron cosas similares y no tenía que ver con condiciones económicas, ni sociales, ni de creencias. A todos nos desaparecieron a alguien, a todos nos quitaron nuestras cosas en algún momento. Es decir, a todos nos llegó la criminalidad. Quien pudo se fue, quien pudo se quedó a sobrevivir y quien ya no está con nosotros, fue víctima de un proceso de descomposición. Las violencias llegaron mucho antes de que fueran nombradas. El gran dilema es qué pasó en aquel momento y qué nos pasó como sociedad, como comunidad”, narró.
En un México donde en el primer semestre de 2024 fueron asesinados 10,917 jóvenes por bala, donde se reportaron 188,987 homicidios entre 2019 y 2024 y en el que mueren entre 80 y 82 personas al día, toca ser autocríticos y preguntarnos “¿qué nos ha faltado para pensar las violencias?, ¿cómo estamos percibiendo el valor de la vida?
En medio de las alarmantes cifras diarias de asesinatos, feminicidios y desapariciones en México, la también consultora en seguridad, especialista en inteligencia y contrainteligencia, afirmó que “no se trata de contar números y cadáveres, sino de contar historias”, en un contexto en el que ya se ha normalizado la violencia a nivel nacional, en el que hemos dejado de hablar de ella y nos hemos dejado de indignar. “Estamos midiendo la muerte, pero no se trata de medir, sino de comprender por qué esas violencias están surgiendo en contextos cotidianos”.
Es por ello que invitó a motivar el diálogo y una conversación abierta, con preguntas que abran nuevos panoramas y nos saquen de los modelos anacrónicos en los que se encuentra el debate actual. Durante la sesión surgieron varias preguntas: ¿Cómo comprender la lógica de la violencia?, ¿cómo nos estamos relacionando socialmente?, ¿quién desaparece a los desaparecidos?, ¿por qué desaparecemos como desaparecemos?, ¿cómo resarcir el daño?, ¿cuál es nuestro posicionamiento como sociedad?, ¿qué promueve nuestras violencias?
“No me voy a rendir, mientras alguien siga creyendo genuinamente en que esto puede cambiar”, aseguró la Dra. Marisol Ochoa, durante la sesión de RefleAxión. Foto Alberto Hernández Mendoza. |
“La criminalidad es parte esencial del modelo económico”
La Dra. Ochoa, quien también ha trabajado como analista y estratega en la creación de políticas de prevención y control de riesgos en sectores públicos y privados, reflexionó sobre las lógicas económicas actuales, que han cosificado la vida hasta considerarla como desechable. Lógicas de violencia y modelos de transacción donde la libertad se ha equiparado con la violencia, donde los cuerpos están dispuestos al uso, al consumo, a la mercantilización y a la aniquilación; donde la vida se usa y se desecha, y donde la criminalidad es parte esencial del modelo económico.
La falta de educación, posibilidades y pobreza imperantes llevan a que “ya no existan buenos y malos, sino ganadores y perdedores”, explicó. “Se acabaron los pactos éticos”. El reto, es “empezar a pensar desde lo cotidiano” y volver a poner “un posicionamiento ético antes el dolor”. Recordó que “desde nuestras trincheras, podemos todos intervenir”.
Ante la inmediatez y la digitalización, cada vez es más complicado tomar tiempo para pensar y discernir, lamentó. Sin embargo, invitó a tomar distancia del fenómeno para saber por dónde intervenir. Nuevos códigos, nuevas ideas surgen en comunidad, para fomentar la solidaridad y la memoria colectiva… “No me voy a rendir, mientras alguien siga creyendo genuinamente en que esto puede cambiar”, remató.
Texto: Mariana Domínguez Batis / Fotos: Alberto Hernández Mendoza