Alguien como tú.
Gladys de L. Pérez Maldonado.
El 56% del territorio mexicano se encuentra en Alerta por Violencia de Género, en nuestra Entidad existen dos AVG, una por feminicidio (2016) y otra por Agravio comparado (2017).
En materia de feminicidios, Veracruz sigue ocupando los primeros lugares a nivel nacional, al alcanzar 67 casos, tan solo de enero a abril de 2019. Las cifras oficiales arrojan que tan solo en el mes de abril se registraron 21 asesinatos de mujeres.
Terriblemente los datos anteriores los hemos ido naturalizando, lo cual trataremos en otro espacio, ahora nos ocupa preguntarnos: ¿En dónde están las niñas y los niños que quedan huérfanos después de que estos crímenes son cometidos y cuya situación económica y psicológica se ve gravemente afectada poniendo en riesgo su futuro? ¿Están en edad escolar? ¿Asisten a la escuela? ¿Quién los cuida?
Desafortunadamente no existe una base de datos oficial o extraoficial de quienes son, en dónde están, quién los cuida, simplemente no existen.
Estos infantes han sido sometidos en su corta vida a situaciones de violencia familiar extrema, tan es así que muchos de ellos fueron testigos del momento que privaron de la vida a su madre, son minimizados por las autoridades considerando que por su edad no han entendido lo vivido, y resulta todo lo contrario, las circunstancias les han provocado un daño psicológico, que de no ser tratado por especialistas puede llegar a ser irreversible.
En el mejor de los casos, estas niñas y niños quedan bajo el cuidado de las familias maternas, casi siempre por personas de la tercera edad, que por su condición cronológica son personas jubiladas o pensionadas y que su ingreso económico no es suficiente para la manutención de los menores de manera adecuada.
Otro escenario es cuando quedan bajo la custodia de los padres agresores o de la familia del agresor, siendo sometidos a situaciones de violencia motivada por el odio y rencor hacia la mujer que les dio la vida.
En tres décadas, de 1985 a 2016, han muerto 52 mil mujeres, no en todos los casos ha sido reconocido el feminicidio, en algunos se ha determinado la muerte por homicidio doloso. No obstante, aunque nos escuchemos feministas, estas muertes han sido ocasionadas en su mayoría por violencia generada en el núcleo familiar o de relaciones de pareja.
La pregunta obligada es: ¿Cuántos personas dependían de esa mujer muerta? ¿Cuántas mujeres muertas eran madres?, ante esta situación los tres niveles de gobierno deben identificar y apoyar a las y los huérfanos del feminicidio y homicidio, para sacarlos de situaciones de violencia con programas para cubrir sus derechos humanos, siempre velando por el interés superior del niño y la niña, el cual está protegido en la Constitución General de la República en el artículo 4, en el que se establece que el Estado otorgará facilidades a los particulares-ascendientes, tutores o custodios- para que coadyuven al cumplimiento de los derechos de la niñez.
Las niñas y los niños tienen derecho a la satisfacción de sus necesidades de alimentación, salud, educación y sano esparcimiento para su desarrollo integral. La orfandad provoca problemas psicológicos y económicos, generando a futuro mujeres y hombres sin rumbo, que pueden llegar a tomar el camino del dinero fácil y la violencia. Si no hay atención profesional de sanación los estereotipos se repiten.
En Veracruz, ¿Qué ha pasado con el Sistema Estatal de Atención a Víctimas? Desde la entrada en vigor de la Ley de Víctimas en abril de 2017 y hasta la fecha han transcurrido dos años sin que se haya llevado a cabo su instalación formal. Lo cual es muy preocupante, porque el Sistema Estatal es la instancia superior de coordinación y formulación de las políticas públicas que se implementen para la protección, ayuda, asistencia, atención, acceso a la justicia, a la verdad y la reparación integral a las víctimas en el ámbito estatal y municipal.
Las hijas y los hijos son víctimas colaterales del feminicidio u homicidio de sus madres, la sociedad y el Estado no podemos ser indiferentes ante la re victimización que viven, pasemos del discurso a los hechos.
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