Pero los mares no son los únicos ecosistemas que tienen a lideresas al frente. En la Amazonía, mujeres indígenas protegieron semillas, ríos y palmeras mientras construían economías alternativas para evitar que sus comunidades dependan de actividades ilegales o extractivas. Algunas de estas acciones incluso derivaron en sentencias históricas que reconocen derechos a la naturaleza, como la del río Marañón en Perú.
Sin embargo, este liderazgo no está libre de riesgos. En Colombia, las defensoras del territorio siguen viviendo al filo de la muerte: amenazas, estigmatización, desplazamientos y agresiones se han intensificado en los últimos años, especialmente en regiones atravesadas por economías ilegales y conflictos armados. Aun así, las mujeres continúan organizándose para proteger el agua, los bosques y la vida comunitaria.
También fue un año de memoria y legado. La muerte de Jane Goodall, científica que revolucionó la forma de entender la relación entre humanos y naturaleza y miembro del consejo asesor de Mongabay, nos recordó que la esperanza y la ciencia pueden caminar juntas incluso en tiempos de crisis ambiental. Entre resistencias y soluciones, estas historias trazan un mapa del rol indispensable que las mujeres han tenido en la conservación del continente.
En el cantón Muisne, en la provincia de Esmeraldas, las mujeres concheras encabezan desde hace años una lucha clave para proteger los manglares frente a la expansión de la industria camaronera. Esta actividad es señalada por la tala intensiva del manglar, la deforestación y el vertido de químicos tóxicos en ríos y esteros, lo que afecta gravemente a las especies que dependen de este ecosistema.
Ante la ausencia de apoyo estatal, las concheras se organizaron para resistir. Movilizaron a sus familias y a las juventudes locales, crearon redes comunitarias de vigilancia, impulsaron procesos de reforestación y promovieron la educación ambiental como una herramienta de defensa del territorio. Su trabajo no solo busca frenar la destrucción del manglar, sino asegurar que las nuevas generaciones continúen protegiendo un ecosistema del que dependen su cultura, su alimentación y su forma de vida.
Lea la historia completa aquí.
En el valle de Sibundoy, en el extremo sur de Colombia, mujeres de los pueblos indígenas inga y kamëntšá lideran la defensa de un territorio clave para el abastecimiento de agua del departamento del Putumayo. Este reportaje, realizado en alianza con La Silla Vacía y que forma parte de un especial sobre guardias indígenas en Colombia, narra como en una región atravesada por economías ilegales, grupos armados y la presión sobre la tierra, las mujeres resisten al avance de los monocultivos, la ganadería extensiva y los proyectos de infraestructura vial que amenazan ecosistemas sensibles y fuentes hídricas.
A través del cuidado de las chagras —sistemas de siembra tradicionales con cientos de especies de plantas alimenticias y medicinales—, al menos 45 mujeres se han organizado para mantener el control del territorio, transmitir conocimientos ancestrales y resistir la deforestación. Su vínculo profundo con la tierra les ha permitido participar en la creación de resguardos indígenas y oponerse a proyectos que fragmentan el paisaje, demostrando que la defensa ambiental también se sostiene desde la cultura, la lengua y las prácticas cotidianas.
Lea la historia completa aquí.
En la Amazonía peruana, la defensa del río Marañón ha sido una lucha larga y desigual frente a décadas de derrames de petróleo y contaminación crónica, un problema que hemos documentado de forma sostenida en Mongabay Latam. En ese escenario, la lideresa indígena kukama kukamiria Mari Luz Canaquiri Murayari se convirtió en una de las voces más firmes en la exigencia de justicia ambiental para su pueblo, históricamente afectado por la actividad petrolera y por la falta de respuestas del Estado.
Su trabajo junto a la Asociación de Mujeres Huaynakana Kamatahuara Kana logró en 2024 una sentencia histórica que reconoció al río Marañón como un ser vivo con derechos, incluido el de fluir libre y sin contaminación, y obligó al Gobierno a implementar medidas de protección para toda la cuenca. Por esta lucha, Canaquiri recibió el Premio Medioambiental Goldman 2025, un reconocimiento que visibiliza no solo su liderazgo, sino también el rol de las mujeres indígenas en la defensa de los ríos, la salud y los territorios amazónicos.
Lea la entrevista completa aquí.
En la comunidad indígena Monte Salvado, en el sur de la Amazonía peruana, cerca de 40 mujeres del pueblo yine lideran una estrategia de conservación basada en el uso sostenible del huicungo, una palmera amazónica central para el bosque. El territorio donde viven colinda con la Reserva Territorial Madre de Dios y el Parque Nacional Alto Purús, una zona por donde se desplazan pueblos indígenas en aislamiento voluntario, hoy amenazados por la tala ilegal.
Desde 2014, las mujeres yine recolectan y transforman las semillas de huicungo para elaborar artesanías, una actividad que les permite generar ingresos sin ampliar la frontera agrícola ni deforestar. A través de la zonificación de su territorio, han delimitado las áreas destinadas a la recolección y aquellas que se mantienen intactas para la regeneración de la especie. Al mismo tiempo, las lideresas alertan sobre el avance de los madereros ilegales que presionan a los pueblos en aislamiento y refuerzan la urgencia de proteger el bosque encontrando alternativas económicas compatibles con la vida amazónica.
Lea la historia completa aquí.
En la cuenca del río Ampiyacu, en Loreto, un grupo de mujeres del pueblo indígena bora encontró en la yuca una estrategia para proteger su territorio y mejorar la economía de sus familias en una región marcada por los cultivos ilícitos y la minería ilegal. En esta crónica de Mongabay Latam reconstruimos cómo, en 2019, conformaron la cooperativa Las hijas de la yuca, un emprendimiento comunitario que procesa derivados de este tubérculo amazónico sin expandir la frontera agrícola ni destruir bosque.
Su principal producto es el ají negro, una salsa elaborada de manera artesanal que ha logrado posicionarse en la gastronomía gourmet. Al mismo tiempo, las mujeres conservan más de 20 variedades de yuca como parte de un esfuerzo por preservar la diversidad agrícola y transmitirla a las nuevas generaciones. El proyecto funciona bajo acuerdos colectivos: cuando hay pedidos grandes, la yuca se compra a otras familias de la comunidad, evitando abrir nuevas chacras y reforzando una economía que apuesta por el bosque en pie. Mientras producen, las mujeres continúan monitoreando sus territorios, que forman parte de la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Yaguas.
Lea la historia completa aquí.
En el pueblo pesquero de Chelem, en la costa norte de Yucatán, un grupo de mujeres —amas de casa, jóvenes y adultas mayores— lidera desde hace más de una década la restauración de manglares gravemente afectados por la construcción de carreteras, un puerto de abrigo y la deforestación, como documentamos en esta investigación de Mongabay Latam. La alteración del flujo hidrológico provocó la muerte de amplias zonas de humedal, secando algunos sectores e inundando otros dentro de la Reserva Estatal Ciénagas y Manglares de la Costa Norte de Yucatán.
Frente a ese escenario, Las Chelemeras apostaron por la restauración ecológica. A través de la apertura y mantenimiento de canales y la siembra de plántulas de manglar rojo y negro, lograron recuperar más del 60 % de la topografía y el 90 % del flujo hídrico en el área intervenida. Los resultados son visibles: especies que habían desaparecido han regresado y el ecosistema muestra señales claras de recuperación. Con la mirada puesta en el futuro, las mujeres trabajan para involucrar a niñas, niños y jóvenes, convencidas de que la protección del manglar depende de que nuevas generaciones continúen cuidando el territorio.
Lea la historia completa aquí.
En el Golfo de California, uno de los mares con mayor biodiversidad del planeta, varias especies de tiburones han sido gravemente afectadas por la pesca, como revelamos en este reportaje. Frente a este escenario, Orgcas —una organización liderada por mujeres de distintas disciplinas— impulsa en Baja California Sur el Proyecto Tiburón, una iniciativa que busca proteger a estas especies y restaurar el equilibrio del ecosistema marino trabajando de la mano con comunidades costeras.
La estrategia se basa en alianzas con pescadores artesanales que operan en las aguas cercanas a la Isla Cerralvo, reconociendo su conocimiento del mar como una herramienta para la conservación. El proyecto promueve alternativas a la pesca de tiburones, como el turismo de conservación y los recorridos científicos, que permiten generar ingresos sin extraer fauna vulnerable. A partir de este trabajo conjunto, las científicas han comenzado a observar señales de recuperación, mostrando que cuando la conservación se construye con las comunidades, el mar tiene capacidad de regenerarse.
Lea la historia completa aquí.
En 2025 murió Jane Goodall, una de las científicas más influyentes del siglo XX y una figura indispensable para entender la relación entre humanos y naturaleza. A los 91 años, su fallecimiento cerró una trayectoria que transformó la ciencia cuando, durante sus investigaciones con chimpancés, demostró que estos primates fabrican y utilizan herramientas, un hallazgo que cambió para siempre la idea de que la conciencia era exclusiva de los seres humanos.
A lo largo de su vida, Goodall dedicó su trabajo a la conservación y a la divulgación científica, lo que la convirtió en una voz de referencia en un contexto de crisis ambiental global. Miembro del consejo asesor de Mongabay desde 2014, defendió el periodismo independiente y basado en evidencia como una herramienta fundamental para proteger la naturaleza. Su legado, marcado por la ciencia, la ética y la esperanza, sigue influyendo en generaciones de investigadoras, activistas y defensoras del planeta.
Lea la historia completa aquí.
En Colombia, defender el territorio sigue siendo una labor de alto riesgo, especialmente para las mujeres. En esta investigación realizada por Mongabay Latam en alianza con Rutas del Conflicto y Vorágine, informamos que solo durante 2023 y el primer semestre de 2024 el Programa Somos Defensores registró 238 agresiones contra lideresas y defensoras ambientales, una cifra que confirma la escalada de violencia advertida por organizaciones sociales y la Defensoría del Pueblo desde 2022. A diferencia de sus compañeros, ellas enfrentan una doble victimización: por ser lideresas comunitarias y por ser mujeres.
El especial reconstruye las historias de defensoras en la Amazonía y la Orinoquía colombiana en departamentos como Putumayo, Caquetá y Meta, donde continúan siendo estigmatizadas, amenazadas, desplazadas y criminalizadas por oponerse a economías ilegales, proyectos extractivos y al control de actores armados. A través de los casos de mujeres como Jani Silva, Marlen Arévalo y Waira Jacanamijoy mostramos que, pese a la violencia persistente, las defensoras siguen organizándose para proteger el agua, los bosques y los derechos de sus comunidades, aun cuando hacerlo implica poner la vida en riesgo.
Lea el especial completo aquí.
En Latinoamérica, la pesca artesanal ha sido históricamente entendida como un oficio masculino. Sin embargo, como documentamos en este especial regional, son las mujeres quienes preparan redes, limpian y filetean el pescado, comercializan los productos y sostienen la economía familiar en comunidades costeras. A pesar de cumplir tareas fundamentales para la actividad pesquera, su trabajo ha sido por décadas invisibilizado y, en muchos casos, menospreciado.
Este especial fue realizado por Mongabay Latam en colaboración con Vorágine (Colombia), Causa Natura (México), Plaza Pública (Guatemala), Contracorriente (Honduras), Revista Late y Mullu TV (Ecuador). A través de siete historias en distintos países de la región, mostramos cómo las pescadoras se han organizado para exigir reconocimiento, derechos laborales y participación en la toma de decisiones. Desde recolectoras de algas y cangrejeras hasta lideresas pesqueras y mujeres trans vinculadas a la pesca artesanal, documentamos cómo las mujeres no solo trabajan en el mar, sino también cómo defienden territorios, impulsan vedas, inciden en políticas públicas y enfrentan amenazas como la pesca furtiva y la degradación de los ecosistemas marinos.
Aunque las brechas de género persisten, su organización está generando cambios reales en la gobernanza pesquera y deja claro que sin mujeres no hay pesca ni conservación posible.
La serie de historias puede leerse aquí.
En Chile, mujeres pertenecientes a once territorios y cinco pueblos originarios integran la Red de Mujeres Originarias por la Defensa del Mar, una articulación creada en 2022 que actualmente reúne a más de 200 mujeres comprometidas con el cuidado del borde costero. A través del Monitoreo Biocultural, estas lideresas han documentado oficios tradicionales ligados al mar, conocimientos sobre mareas, clima y medicina, y han identificado las necesidades específicas de cada comunidad para la conservación de sus territorios.
La investigación recoge conversaciones comunitarias que luego se traducen en mapas que reconocen espacios con valor cultural y espiritual, algunos incluso georreferenciados con herramientas digitales. Este trabajo ha permitido la protección de más de 20 Espacios Marinos Costeros de Pueblos Originarios, una figura de conservación que fue reconocida en el Informe sobre Océanos y Derechos Humanos 2025 de las Naciones Unidas. Más que una iniciativa técnica, el proceso muestra cómo los saberes ancestrales liderados por mujeres pueden convertirse en políticas concretas de conservación para asegurar el mar a las generaciones presentes y futuras.
Lea la historia completa aquí.
Imagen principal:
Imagen principal: Matilde Mosquera (adelante, de negro) y Benita Rentería, en un descanso de la recolección de piangua, un molusco que se encuentra en las raíces de los manglares de Colombia. Foto: Laila Abu Shihab Vergara
Publicado originalmente en Mongabay Latam