**Números Rojos
/ Brenda Caballero /
“Prefiero aventar mi camioneta a un precipicio antes de dársela a Hacienda”. Fueron las palabras de un amigo que no tenía regularizado su vehículo. Corría el año 2002. Era Presidente Vicente Fox Quezada quien durante su mandato implementó una medida de regularización de autos provenientes de Estados Unidos, los conocidos “autos chocolate”. De allí que se convirtiera en “un gran negocio”.
Muchos iban al Norte a traer autos para revenderlos y los más osados sin conocer la carretera, sacaban sus ahorros y se aventuraban para ir por una “ganga gringa para ellos”.
Fue así como mi amigo fue al Norte a traer una camioneta, pero en el proceso de enajenación nunca le dieron el pedimento de importación para poder legalizarla, tan solo un permiso para pasarla donde el vehículo tenía que regresar a tierra americana en seis meses. La camioneta nunca fue regresada y permaneció en el país de manera ilegal.
Esos
vehículos, en su mayoría camionetas tipo van, eran identificados frecuentemente por traer placas de algún estado norteamericano, por lo que si no tenían sus documentos en regla, los tripulantes deberían andarse con cuidado para que sus unidades no fueran decomisadas por Hacienda, por ser ilegales.
Algunos no tenían tanta suerte y si sufrían un percance automovilístico tenían que abandonar el auto en el lugar de los hechos, perdiendo lo que habían invertido allí.
La medida
de Fox fue muy cuestionada, pues si bien permitía que la mayor parte de la población pudiera acceder a comprarse un carrito, esos vehículos eran considerados chatarra, y altamente contaminantes, pues era lo que los estadounidenses ya no querían y desechaban.
Además de que era muy caro repararlos, pues las piezas no se conseguían tan fácilmente.
La medida de legalización de Fox provocó una gran entrada de autos chocolate y la caída de la venta de autos nuevos, lo que repercutió de manera drástica en la industria automotriz local.
Hoy, la historia parece volver a repetirse. El pasado junio, el Presidente Andrés Manuel López Obrador prometió una campaña para regularizar los llamados autos chocolate. En la Mañanera del miércoles declaró que este fin de semana firmaría un Decreto para regularizar los que estén circulando en el país. Agregó que los propietarios pagarán un derecho y con lo que se recaude se hará un programa de bacheo en los estados. Así los Estados ya no le pedirán recursos a la federación para bachear calles y avenidas.
Esta medida de inmediato empezó a movilizar compradores hacia los Estados de la Frontera Norte para comprar vehículos, no importando su estado, hasta le entraron a los autos chocados o sin llantas, todo, con tal de revenderlos y obtener una ganancia extra.
Mientras, en la industria automotriz se pararon de pestañas, pues con la entrada de estos vehículos a territorio mexicano la alerta se prende, pues con toda certeza bajarán aún más sus ventas aunque la preocupación mayor es que con los estragos que les dejó la pandemia de Covid 19, tuvieron que cerrar algunas plantas y despedir a sus trabajadores. Todo indica que su crisis se acentuará en lugar de recuperarse, provocando más despidos.
Algunos Estados de la Frontera Norte ya empezaron a hacer su censo de identidad vehicular, como es el caso de Baja California, que cobra una cuota de mil pesos a los autos y motos chocolate modelos 1990 a 2015 por empadronarlos.
Sin duda, la legalización de estos vehículos es una medida populista que ayudará a unos y les pegará a otros, como a la industria automotriz que ve como desleal legalizar lo ilegal.
Ahora bien, el mayor impacto lo veremos cuando las calles ya no tengan baches (esperemos), pero sí aún más número de vehículos. Y cuidado con chocar con alguno de ellos, pues seguramente no tendrán un seguro para daños a terceros.
¿Y usted compraría un auto chocolate?
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