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/ Judith Álamo López /
“El deporte es una escuela de coraje, perseverancia y desinterés. Nos enseña a luchar por lo que queremos y a no rendirnos ante los obstáculos”: Juan Antonio Samaranch
Mientras los medios y redes sociales se ocupan de las hazañas deportivas de atletas asombrosos que en nombre de su país compiten repitiendo el mantra: “Más rápido, más alto, más fuerte”, generando emoción y asombro entre sus coterráneos del mundo globalizado, México se sostiene al borde del abismo, y no exagero.
En este panorama, hay que celebrar las dos medallas, una de bronce y otra de plata, obtenidas en París 2024 por cuatro mujeres mexicanas aguerridas: tres de ellas del equipo de tiro con arco son militares, vencieron a Países Bajos y una guanajuatense por derecho materno, ganó la plata, en judo.
Felicidades a Prisca Awiti, por obtener plata para México; y a Alejandra Valencia, Ana Paula Vázquez y Ángela Ruíz, quienes ganaron bronce. Ellas son pioneras históricas de triunfos nacionales en las disciplinas de tiro con arco y judo, y ejemplo a seguir.
México ha obtenido 75 preseas en la historia del olimpismo, todo comenzó en 1900, cuando ganó una medalla de bronce, precisamente en París. Su mejor desempeño fue en 1968, cuando ganó tres oros, tres platas y tres bronces. En más de 100 años México ha obtenido 13 medallas de oro, 25 de plata y 37 de bronce.
Sólo para ilustrar la disparidad entre naciones y reflexionar cuáles son las condiciones propicias para que surjan deportistas prominentes cabe mencionar que el nadador estadounidense Michael Phelps posee el récord mundial por haber ganado un total de 28 medallas olímpicas, 23 de oro, 3 de plata y dos de de bronce. ¿Alguna vez podremos brillar como potencia?
Me temo que mientras elijamos gobiernos que opten por modelos educativos ideologizados, eviten el espíritu de competencia, la fraternidad universal y el libre albedrío, esa posibilidad será inalcanzable.
Siendo realistas, no figuró como opción en los gobiernos del pasado, tampoco en las prioridades de la administración actual estuvo apoyar a los deportistas, si alguien lo duda, analicemos la impunidad frente a presuntos actos de corrupción, nepotismo y desprecio hacia deportistas de alto rendimiento, denunciados en contra de la Confederación Deportiva Mexicana, bajo la dirección de Ana Gabriela Guevara, ¡ah, pero eso sí!, ella exige medallas.
El deporte es un lujo cuando se trata de la supervivencia de la democracia. A sólo dos meses de que el amado líder Andrés Manuel López Obrador concluya su sexenio, no decrecen los amagos a ésta, y el Instituto Nacional Electoral (INE), institución electoral autónoma que nos dimos para garantizarla, presidida por la consejera Guadalupe Taddei, se asemeja a haber puesto la iglesia en manos de Lutero.
La mujer no esconde su camiseta guinda, en lugar de preocuparse por cómo no traicionar la voluntad ciudadana, apegarse a la Constitución y detener la sobrerrepresentación que amenaza a la democracia, ya anda opinando en los foros legislativos, junto con las magistradas morenistas, sobre: cuánto costaría y cómo se realizaría la elección de representantes del Poder Judicial.
Desde la noche del 2 de junio, cuando el INE dio resultados de la elección y oficiosamente aseguró que Morena y aliados obtuvieron la mayoría calificada en el Congreso –otra vez Taddei– no han cesado los reclamos de la oposición (PAN, PRI, PRD, MC) y de organizaciones ciudadanas ante autoridades electorales exigiendo que se respete el artículo 54 Constitucional y se asignen plurinominales en la misma proporción de los votos obtenidos.
Pero como si ya fuera asunto resuelto y Morena y aliados tuvieran la mayoría calificada para aprobar la manida reforma, Taddei da un paso adelante, y como el INE, de aprobarse la reforma se encargaría de la parte operativa, la implementación y la organización en campo de la elección de magistrados, ministros y jueces, ella ya hizo sus cálculos, costará lo mismo que la elección presidencial de 2024, o sea 12,428 millones de pesos. (Fuente INE, citada por Expansión 11-06-2024).
Todo por un capricho. Ese oneroso gasto de recursos públicos destinado a destruir un sistema de impartición de justicia que si bien adolece de fallas y requiere mejoras, es represalia de AMLO ante el “malestar por la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que invalidó el pase de la Guardia Nacional (GN) a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena)”, deploró el ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá.
Nueve de los 11 ministros de la Corte estimaron que el decreto promovido por el Presidente el año pasado violaba el Artículo 21 Constitucional y representaba un “fraude a la Constitución”, se explicó en los Diálogos Nacionales sobre la Reforma Constitucional al Poder Judicial, donde se pidió a los diputados reflexionar si vale la pena cambiar toda la estructura del Poder Judicial por una sentencia que molestó al poder, e invitó el ministro a pensar si conviene como sociedad “cambiar todo”.
Pero los legisladores de Morena, PT y PVEM, hasta ahora, han adoptado una posición alienada, como si fueran miembros del Politburó soviético o la Asamblea Nacional cubana, no se atreven a cambiarle ni una coma a las 20 iniciativas presidenciales que recibieron el pasado 5 de febrero. Será que nadie quiere sufrir que el líder populista los desconozca, como les ocurrió al senador Ricardo Monreal o a la entonces “corcholata” Marcelo Ebrard, cuando quisieron reclamar diferencias. Los dos acabaron por disciplinarse.
Para enterrar cualquier asomo de esperanza, la presidenta virtualmente electa, Claudia Sheinbaum Pardo (CSP) ha ratificado que, con algunos cambios propuestos en los foros, en septiembre próximo, la próxima Legislatura (LXVI) aprobará el dictamen elaborado por la actual, porque “la elección de los jueces por el voto popular fue un mandato del pueblo de México… del 2 de junio del 2024”
Sobre la desparición de organismos autónomos, creados durante los últimos 30 años, reiteró la próxima mandataria:“La idea de la reforma es que no desaparece su función sino que se incluye dentro de las secretarías”. Esto ratifica que AMLO Y Claudia Sheinbaum trabajan en equipo.
López Obrador, pese a su fatigado rostro y figura cansada, mantiene un cerebro energético, es el dirigente carismático que sigue sembrando propaganda a favor del proyecto hegemónico que soñó: hacer todopoderosa e inamovibe la presidencia imperial, el Plan “C”, aún desconocido por la mayoría de la población, incluidos los votantes que lo avalaron. Esas 20 reformas contienen el nuevo ideario de un nuevo régimen hegemónico centralizado, inspirado quizá en la Cuba de Fidel o la Venezuela de Chávez, ambos regímenes admirados por el creador de la 4T.