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/ Agustín Basilio de la Vega./
La semana pasada fue electo el Cardenal norteamericano-peruano Robert Francis Prevost Martínez como el papa número 267. En el segundo día del Cónclave, los cardenales dieron su voto calificado (2/3 o más) a quien, desde el pasado 8 de mayo, es el sucesor de San Pedro, después del papa Francisco y pastor formal de más de 1,400 millones de católicos y uno de los principales líderes espirituales en el mundo.
El nombre que escogió el cardenal Prevost fue León XIV lo que pone en el centro de su papado a la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) que desde 1891 es el fundamento de la acción social y política de los católicos. En efecto, el papa León XIII publicó en ese año la primera encíclica social denominada Rerum Novarun (De las cosas nuevas o de los cambios políticos).
El nuevo papa, matemático, formado en la orden de los Agustinos y con doctorado en Derecho Canónico, ha dejado claro, desde el primer día, su preocupación por la paz mundial, la búsqueda del diálogo para el entendimiento de las personas, la construcción de “puentes” y no muros (en alusión a quienes desprecian a los migrantes) y la unidad de la humanidad.
El papa León XIV, con este nombre, ya está imprimiendo el rumbo de la comunidad católica no sólo hacia un estudio profundo de la Doctrina Social de la Iglesia sino a ponerla en práctica en todos los ámbitos humanos como: la cuestión obrera y del trabajo, el orden social y el estado de derecho, la economía social de mercado, la justicia y la paz, relaciones entre comunidades políticas, la familia, el diálogo, el desarrollo integral de los pueblos, la participación de los cristianos en política, el fracaso de las ideologías, los derechos humanos empezando por la vida, las responsabilidades cotidianas, la propiedad privada, el Estado y la protección del medio ambiente entre otros asuntos que promueven la dignidad de la persona humana y el bien común.
La Doctrina Social de la Iglesia es la orientación para millones de laicos, sacerdotes y religiosas para encarnar el evangelio de Jesucristo en cada actividad humana, familiar, sindical, social, colectiva y nacional y mediante la solidaridad (el amor al que está junto a nosotros) así como de la subsidiariedad (ayudar temporalmente al prójimo para que se valga por sí mismo) promover al ser humano en todo momento y circunstancia. La puesta en práctica de la DSI es ciertamente, un cambio de actitud y compromiso para actuar integralmente en política convirtiéndola en una de las actividades más nobles.
León XIV ha dado testimonio con su vida de ese compromiso con las personas pues ha sido misionero, padre, pastor y ha ofrecido su vida por los más pobres dando ejemplo de sincero compromiso social. Llama la atención que, siendo ciudadano estadounidense de nacimiento, se haya nacionalizado latinoamericano (peruano) en estos tiempos de convulsiones y migraciones masivas pocas veces comprendidas.
La Iglesia católica cuenta hoy, en el siglo XXI, con el segundo Papa americano, que se propone continuar con el legado del Papa Francisco y que sabe que, mediante cambios políticos y sociales, es posible ayudar a la promoción de todas las personas con justicia y paz.
El lema del nuevo Santo Padre se resume su pontificado: “In Illo uno unum” palabras que pronunció san Agustín en su sermón referente al Salmo 127: “Aunque los cristianos seamos muchos, en el único Cristo somos uno”.
X @basiliodelavega