Líderes que trascienden son quienes no esquivan los conflictos .

*Notistarz-Foto- Jacques Giraud .

/ Por Jacques Giraud /

Vivimos en entornos laborales donde los conflictos no son la excepción, sino la norma. Las tensiones, los malentendidos y las diferencias de criterio forman parte del día a día. El problema no es el conflicto en sí, sino cómo lo gestionamos.

Con frecuencia escuchamos que debemos “controlar” nuestras emociones, como si fueran un enemigo a vencer. Pero, como explica la psicóloga de Harvard Susan David, las emociones no son un obstáculo, son información. Nos muestran qué valor se ve amenazado, qué decisión estamos postergando o qué aspecto de nuestra vida necesita atención. Un líder que aprende a escuchar esa información convierte la tensión en una brújula para actuar con coherencia.

Estudios recientes lo validan: el World Economic Forum (2025) incluyó la inteligencia emocional y la resiliencia entre las competencias más importantes para el liderazgo actual. Además, investigaciones de McKinsey han demostrado que los equipos con líderes emocionalmente ágiles alcanzan hasta un veinte por ciento más de productividad y retención de talento.

Un reporte de Harvard Business Review (2024) recuerda que, aunque la tecnología optimice procesos, el setenta por ciento de los colaboradores valora más un jefe que escuche y los inspire, que uno que solo se enfoque en métricas.

Recuerdo a un directivo que, en lugar de evitar una conversación incómoda con una colaboradora, decidió detenerse primero a analizar su propia ansiedad. Descubrió que lo que estaba en juego era su valor de justicia. Desde esa conciencia, pudo dar un feedback honesto y empático que no solo mejoró su rendimiento, sino también la confianza del equipo completo.

Un líder que ignora sus emociones se convierte en prisionero de ellas; uno que las reconoce, las transforma en guía. La diferencia radica en cultivar la capacidad de observar lo que sentimos antes de reaccionar, una práctica que se convierte en la base de tres herramientas fundamentales: la primera es aprender a nombrar la emoción con precisión, porque no es lo mismo sentir rabia que frustración, ni ansiedad que decepción.

La segunda es dar un paso atrás para preguntarse qué valor está en juego en ese momento: justicia, reconocimiento, seguridad, crecimiento. Y la tercera es actuar desde esa claridad, eligiendo una respuesta coherente con los propios valores en lugar de dejarse arrastrar por el impulso inmediato.

Los conflictos activan emociones intensas: frustración, ansiedad, ira. Lo que marca la diferencia no es reprimirlas, sino entender qué función cumplen y qué aprendizaje traen consigo. Esa es la esencia de la inteligencia emocional aplicada al liderazgo: transformar la confrontación en confianza, y la tensión en oportunidad de crecimiento.

En un mundo saturado de presión y de voces reactivas, los líderes que trascienden no son los que esquivan los conflictos, sino los que los transforman en crecimiento colectivo. Liderar con inteligencia emocional es atreverse a ver el valor detrás de cada emoción, la lección detrás de cada desacuerdo y el potencial de cada diferencia. Solo así el conflicto deja de ser una amenaza y se convierte en una herramienta de construcción.

Jacques Giraud es ingeniero, especialista en desarrollo organizacional, master coach y mentor, con más de 27 años de experiencia y más de 400 seminarios impartidos como facilitador de Insight Seminars en más de 15 países. Autor del libro “Super Resiliente”.