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/ Ricardo Homs /
El linchamiento al que se vio expuesto el futbolista Chicharito Hernández derivó en sanciones por parte de la Federación Mexicana de Futbol, de su equipo Las Chivas de Guadalajara, e incluso, sus declaraciones llevaron a la presidenta Sheinbaum a dedicarle tiempo durante su conferencia mañanera. Ésto nos debe llevar a profundas reflexiones.
No compartimos la visión tradicionalista de Chicharito respecto al rol de la mujer en la sociedad, pero la respuesta pública que generaron sus declaraciones nos desenfoca y distrae de los grandes retos que enfrenta México para proteger a las mujeres.
En este país son asesinadas diariamente entre 9 y 10 mujeres, -según cifras de ONU Mujeres-, y seguramente un gran porcentaje de ellas por violencia intrafamiliar. Las noticias cotidianas nos alertan de que todos los días desaparecen mujeres seguramente para engrosar las cifras de las redes de trata.
Según la Secretaría de Salud durante 2024 casi 8 mil niñas de entre 10 y 14 años se convirtieron en madres, lo cual indica que fueron abusadas sexualmente frente al silencio cómplice de la sociedad, considerando que la mayor parte de las agresiones sexuales infantiles se dan dentro de la familia.
Las cifras de acoso sexual en el ámbito laboral, educativo, -e incluso político y en el del entretenimiento-, es muy alto aún.
Los salarios entre mujeres y hombres siguen siendo altamente diferenciados.
Un país donde al amparo de “usos y costumbres” se sigue vendiendo a las hijas para matrimonios forzados a muy temprana edad, exhibe aún graves problemas sociales por resolver.
El alto índice de impunidad en los delitos en contra de la mujer mucho tiene que ver con la indiferencia de las autoridades, principalmente de los ministerios públicos, -que dependen de las fiscalías-, donde el trato es irrespetuoso principalmente cuando se denuncia la desaparición de una de ellas y las autoridades deslizan con sorna la posibilidad de que se haya escapado con el novio.
En fin, en un país donde las mujeres no viven como las de Dinamarca, sobredimensionar los significados de declaraciones como las de Chicharito se convierten en distractores que nos alejan de las exigencias y presión que debemos ejercer para que las autoridades se comprometan y brinden protección y justicia a las mujeres mexicanas respecto a los peligros reales, esos que ponen en riesgo su integridad física y emocional.
El respeto a las mujeres, -reconociendo sus valiosas aportaciones a la sociedad-, se debe manifestar con hechos y no con palabras, protegiéndolas de los riesgos reales, manteniéndolas libres de violencia-, en lugar de distraernos con palabras vanas.
Y respecto a los dichos del Chicharito, parafraseando al librepensador, escritor y filósofo francés Voltaire, quien hace más de 300 años nos dejó una gran reflexión que dice: “No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.
Del mismo modo que Voltaire fijó postura, yo manifiesto que no comparto la visión ni me identifico con el significado de las palabras del Chicharito respecto al rol social de la mujer.
Sin embargo, debemos proteger su derecho a la libertad de expresión, por ser éste una garantía constitucional que tenemos todos los mexicanos, consignado en nuestra Carta Magna en el Artículo número 7, que a la letra dice:
“Es inviolable la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de cualquier medio. No se puede restringir este derecho por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares, de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otros medios y tecnologías de la información y comunicación encaminados a impedir la transmisión y circulación de ideas y opiniones.
“Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura ni coartar la libertad de difusión…”
La tolerancia y el respeto por las ideas opuestas a las nuestras es la esencia de la democracia.
El silencio de la SCJN
Ahora el Tribunal Electoral del Estado de Guerrero impuso sanciones a la publicación Acapulco Trends por cuestionar la actuación de la alcaldesa morenista de Acapulco, Avelina López, argumentando la “violencia política de género”.
Esta sentencia se suma a la del Tribunal Electoral de Tamaulipas en contra de Héctor de Mauleón y el periódico El Universal, así como los de las ciudadanas Karla Estrella y Laisha Wilkins además de otros casos más.
Es evidente la “controversia constitucional” que se da a partir de que estas autoridades electorales y jueces con sus sentencias han pasado por encima del Artículo 7 de nuestra Constitución que garantiza de forma irrestricta el derecho a la libertad de expresión.
¿Por qué razón la Suprema Corte de Justicia de la Nación no ha atraído este caso, tan fundamental para la preservación de la democracia en nuestro país?
Seguramente los miembros actuales de la SCJN ya están en el proceso de entrega de sus cargos. Sin embargo, hasta el último día de agosto tienen la autoridad jurídica y moral para generar jurisprudencia en casos tan significativos como lo es éste.
Adán y Hernán
Ahora que el senador Adán Augusto López se justifica diciendo que como gobernador de Tabasco nunca se enteró de la trayectoria delictiva de su secretario de seguridad pública Hernán Bermúdez, -con quien seguramente se reunía continuamente-, nos da una sorpresa mayúscula todavía más preocupante.
Si no tenía controlado a alguien tan cercano como lo era su colaborador, -en un territorio tan pequeño como su estado-, ¿cómo fue que como secretario de gobernación pudo controlar a todo un país, en un territorio tan extenso que va de Mérida a Tijuana?
El secretario de gobernación es el responsable de la seguridad interna del país.
Ahora nos explicamos el crecimiento tan veloz de los grupos delictivos por todo México, con regiones donde los cárteles locales controlan la economía y la vida de sus comunidades con más precisión que las instituciones gubernamentales y todo esto en tan sólo un sexenio.
Si no sabía es gravísimo, pero si estaba enterado es aún peor. ¿Qué futuro le espera a México?
¿A usted qué le parece?