/ Roberta Barbi – Ciudad del Vaticano /
El resultado de la larga llamada telefónica de ayer entre el presidente estadounidense Donald Trump y su homólogo ucraniano Volodymyr Zelensky, que siguió a otra muy esperada llamada telefónica entre Trump y el presidente ruso Vladimir Putin el día anterior, fue esencialmente positivo.
Zelensky declaró que Estados Unidos no le había presionado en el tema de las concesiones a Moscú y que había hablado de la posible participación estadounidense en las reparaciones de la central nuclear de Zaporizhzhia, actualmente bajo control ruso.
Entre los temas tratados en la llamada telefónica entre ambos, surgió lo que podría interpretarse como una reapertura parcial por parte de Trump sobre el suministro de armas a Ucrania, tras haberse comprometido a ayudar a Kiev a obtener nuevos sistemas de defensa antiaérea, en particular el sistema Patriot, aunque no directamente de las reservas del Pentágono, mientras que el acuerdo sobre tierras raras parece suspendido.
Por último, también se trató el tema de los niños ucranianos secuestrados y llevados a Rusia: un asunto cercano al corazón del presidente Zelensky, que también se comprometió a poner fin a los ataques contra la energía y otras infraestructuras civiles, como se pedía en la propuesta de tregua parcial de Rusia.
Llamamiento de la ONU en favor de una paz justa y duradera
El domingo próximo se reanudarán en Arabia Saudí las conversaciones sobre la propuesta de alto el fuego parcial e intercambio de prisioneros entre Moscú y Kiev, que, sin embargo, no han dejado de acusarse mutuamente de ataques contra objetivos estratégicos.
Del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, el llamamiento para que «el alto el fuego parcial allane el camino hacia una paz justa que respete la independencia, la soberanía y la integridad territorial de Ucrania».
