Luna Nueva.
Elena Córdova Molina.
En situaciones y circunstancias especiales el ser humano muestra lo mejor de sí y también lo peor.
A nada de entrar a la fase tres de la pandemia, la mayoría de la gente en México cree que nada será igual en adelante. Es claro. Pero que no sea igual, no significa que deba ser malo sino mejor. Ese es el punto.
¿Hay algo peor aparte del miedo a infectarnos y morir? Si. El miedo. La gente en las calles se aparta a la ante la sospecha de que alguien pueda estar enfermo. La alarma que se enciende cuando alguien estornuda, y si tose, pareciera el fin del mundo. De ese tamaño es nuestro miedo
Hoy, vemos con horror en las redes sociales y medios de comunicación, cómo son atacadas enfermeras o doctores que portan su uniforme blanco. En Sabinas Hidalgo, Nuevo León, un hospital destinado atender a personas víctimas del coronavirus fue vandalizado por un grupo de personas que no están de acuerdo con que dicho hospital abra sus puertas para personas infectadas de coronavirus.
Vemos una psicosis generada por el miedo y la ignorancia contra personas, entre vecinos, en sus barrios o conjuntos habitacionales, agredidos con ataques verbales y hasta con algún tipo de instrumento. Lanzando agua, cloro u lo que sea para evitar su cercanía o peor, que se vayan a otro lado, según porque pueden infectar a los que viven ahí.
Como dice el artista y escritor chileno Alejandro Jodoroswky “El miedo se refugia en la ignorancia y la ignorancia produce el odio. ¿Qué produce al miedo? La falta de conocimiento de uno mismo”.
Por otro lado, el incremento de la violencia intrafamiliar es el caldo de cultivo para quienes son violentos con su pareja, hijos o familiares, debido al encierro voluntario por la cuarentena. Durmiendo con el enemigo es la frase que sintetiza el incremento silencioso de este fenómeno que no conoce razas, posición social o religión.
Así la vida, así las cosas. México sigue siendo de los primeros en el mundo en temas de violencia, machismo y discriminación. Y desafortunadamente estos actos no entraron en cuarentena.
Bajo ese panorama. ¿Hay algo bueno dentro de este contexto presente? Con optimismo y fe, puedo decir que sí. La primer pregunta que nacerá, una vez que pase esto, es ¿Cuál será el nuevo mundo que queremos habitar? La respuesta está a la vista. De esta forma, el orden mundial rectificará en materia de economía, política, cultura, protección al medio ambiente hasta nuestros hábitos alimenticios se verán modificados para bien. Parafraseando, todos tenemos miedo al cambio, pero cambiaremos por miedo.
Indudablemente. Dios mediante, la humanidad sobrevivirá en su mayoría, seguiremos vivos y con muchas esperanzas en un futuro mejor, más cálido, sensible, y con mayor empatía. La ciencia, la tecnología, los avances científicos ya no podrán ser propiedad de una nación o empresa en particular, estos logros deberán ser patrimonio universal. Así es como debe ser. La cooperación entre naciones que vemos marcara la ruta a un nuevo orden mundial y entre los países mismos.
La solidaridad en México se reinventará como en el terremoto del ‘85 -y en otros momentos históricos- donde los mexicanos mostraron un rostro humano, solidario, hermano. Como decimos cuando estamos frente a una amenaza nacional, somos un país de corazones solidarios. Hoy y siempre. Así debe y será.