Lo más importante es el texto: mujeres editoras .

*Diana Aguirre Beltrán, Claudia Domínguez Mejía y Angélica María Guerra Dauzón reflexionaron sobre sus experiencias en el Foro Mujeres en la Edición, en el marco de la FILU .

*Coincidieron en que detrás de este quehacer hay un trabajo obsesivo y casi siempre invisibilizado.

/ Texto y foto: Dunia Salas Rivera /

10/09/2022, Xalapa, Ver.- El trabajo editorial es un proceso colectivo en el cual lo verdaderamente importante es el texto, no el autor, ni el lector, ni el editor, coincidieron las participantes en la Mesa “Trayectorias editoriales”, que formó parte del Foro Mujeres en la Edición, efectuado en el marco de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2022.

Diana Aguirre Beltrán, Claudia Domínguez Mejía y Angélica María Guerra Dauzón compartieron sus experiencias de más de tres décadas dentro de este campo disciplinar, detrás del cual –afirmaron– hay un trabajo obsesivo y casi siempre invisibilizado; por ello, la propuesta del foro fue mostrar y reconocer la trayectoria de los trabajos, así como las vicisitudes y retos que enfrentan las editoras en su labor.

Para Claudia Domínguez, jefa del Departamento de Integración de Información de la Dirección de Consolidación de Informe Gubernamental de la Oficina de Programa de Gobierno, el propósito final de cualquier trabajo editorial es el texto y los elementos disponibles para desarrollarlo, “es todo ello a lo que hay que saber escuchar, porque eso es editar: es escuchar al texto, al documento, a la idea”.

Con más de dos décadas de trabajo como redactora y correctora de textos académicos, literarios, periodísticos, administrativos y de divulgación para diversas instituciones, lo cual ha combinado con la docencia universitaria, Domínguez Mejía afirmó que lo que a ella le gusta del trabajo editorial es el camino de ese hacer.

“Me gustan los procesos y la dificultad de transitarlos, me gustan los detalles y su cuidado; las palabras y la ilusión de lo correcto; la intención de simetría en la edición, la homologación de los estilos, la necedad de seguir una pauta y el secreto de ceder cuando no hay más alternativa.”

Respecto al trabajo editorial como un proceso colectivo, la editora independiente, librera y autora del libro Tlacotalpan. La perla del Papaloapan, Diana Aguirre Beltrán, refirió que el haber transitado por todas las fases del proceso editorial, desde la revisión, maquetación, lectura y relectura de originales, hablar con los autores y conocer los procesos de impresión cuando echó a andar una editorial independiente, hizo que fuera más consciente de la importancia que tiene la labor de cada una de las personas que participan en la edición de un libro.

Por ello, reiteró, lo sustancial es “dejar que el texto te habite y tú habites en él, es prestarle tu yo editor a la escritura narrativa del autor, es pensar su pensamiento, navegar entre las líneas de su discurso, conocer a fondo –o lo más que sea posible– el objeto de su contenido, para después leer y releer hasta que el texto encuentre su voluntad de goce”.

El Foro Mujeres en la Edición, efectuado en el marco de la FILU 2022, congregó a un público diverso en la sede de la Escuela para Estudiantes Extranjeros

Acerca de la invisibilización de este oficio, quien fuera asistente y encargada de la biblioteca particular de Ida Rodríguez Prampolini, fundadora del Instituto Veracruzano de la Cultura, refirió que fue hasta finales del siglo XVIII cuando se comenzó a nombrar a las editoras, a hacerse un recuento de quiénes eran estas mujeres obreras de la palabra.

“Esto me conmueve porque pienso en lo importante de nombrar. Si no nombramos, no existimos. Si no se alude a algo o a alguien, pasa inadvertido, aunque su silencio ahí está y dice mucho, pero nombrar es darle la existencia a otro. Por ello, en ese nombrar e imaginarnos a todos es que ahora es posible este foro de mujeres editoras”, enfatizó.

Por su parte, Angélica Guerra, quien hace más de 30 años comenzó su carrera como correctora bajo la tutela de Roberto Zavala Ruiz y Felipe Garrido, entre otros, y desde hace tres décadas trabaja como editora en la Dirección Editorial de la UV, refirió que en este oficio se dan dos procesos, que son de ida y vuelta, de enseñanza-aprendizaje.

Por una parte, recibe un libro que no le cuesta un solo peso y con ello recoge conocimientos de diferentes naturalezas, tanto de discurso como de escritura y, por otra parte, el autor aprende sobre todas las fases del proceso de edición traducidas en tiempo, dedicación y esmero, en las que su texto es ese espejo en el que se ve reflejado nítidamente cuando ella, como editora, cuestiona, observa, consulta dudas o recomienda sugerencias.

“El editor es el primer lector de ese libro, ese puente entre el autor y el lector, una especie de filtro que debe dejar pasar o no el contenido y la forma, desde luego, con anuencia del autor, quien al estar satisfecho de que su libro llegó a buen puerto me produce paz y tranquilidad”, agregó.

Por ello habla de un principio de reciprocidad, porque “consigo conocimientos y al lector le procuro ofrecer –como editora– un ejemplar accesible, que le enseñe, que lo disfrute, que retorne a él, que lo comparta o que lo recomiende”.

Para saber más de las participantes, consultar: https://www.uv.mx/editorial/mujeres-en-la-edicion/participantes/