Lo monstruoso de Samuel.

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/ Guadalupe Loaeza /

Queridos y queridas amigas de Nuevo León:
Descubrió quién es gracias a la escritura y al periodismo. Ha publicado 43 libros. Se considera de izquierda aunque muchos la crean “niña bien”. Cuando muera quiere que la vistan con un huipil y le pongan su medalla de la Legión de Honor; que la mitad de sus cenizas quede en el Sena y la otra mitad, en el cementerio de Jamiltepec, Oaxaca, donde descansan sus antepasados. Sus verdaderos afectos son su marido, sus hijos, sus nietos, sus amigos y sus lectores

Me permito dirigirme a ustedes por medio de este texto para transmitirles mi preocupación por su estado amenazado por las estupideces de su gobernador, Samuel García, quien intentó de la manera más burda convertirse en candidato a la Presidencia de México por el partido (esquirol) Movimiento Ciudadano. Qué mal le salió su jueguito al trío: Samuel, Dante y Andrés Manuel. Pensaban que podían, con la mano en la cintura, burlarse de la ciudadanía sin vergüenza alguna. Los tres creían que no nos dábamos cuenta de sus triquiñuelas. Y creían que se saldrían con la suya violando la ley sin ningún recato.

Todo el mundo sabe, porque se ve a leguas que Samuel García es un narcisista, ególatra e intolerante. Basta escuchar sus intervenciones dichas casi a gritos, con sus refranes vulgares y fuera de lugar. Como dice la politóloga Soledad Loaeza, en el diario El País: “Samuel García ha quedado ante la opinión pública como un sinvergüenza que no ha entendido que la política es un asunto serio que afecta la vida de mucha gente. Me parece que ahora para gobernar su estado tendrá más dificultades que antes. ¿Quién puede tenerle confianza? ¿Quién puede creer en su buen juicio? Este es un episodio más de la degradación de la política que hemos vivido desde hace más de diez años”. Capítulos así orillan a los mexicanos, opina, a mostrar su “repugnancia por la política”.

Es tan monstruoso el pequeño Samuel García, que es capaz de llegar a extremos como poner reductores de agua en casas de sus adversarios y familiares de éstos, y ordenar que un camión de basura tirara los desperdicios frente a casa de un hermano de Mauro Guerra, presidente del Congreso local, porque avalaron una ley contra los intereses del gobernador. “O estás conmigo o estás contra mí”, dice constantemente, sin el menor empacho. Es conocido que Samuel “coyotea” y compra amparos. Después del circo que provocó al intentar convertirse en candidato a la Presidencia, es evidente que todo el mundo lo ve con extrema desconfianza. Sus discursos sonarán totalmente huecos. Ya no tiene tanto poder, eso sí, mucho dinero y seguramente mal habido. Habría que preguntarle cuándo va a pagar los fondos que tomó “prestados” que por ley les corresponden a los municipios. ¿Cómo podría seguir gobernando con tan poco oficio político, con tantos enemigos y con tanta animadversión ganada a pulso? Cuando lo critican, contesta con frases de tan mal gusto como la que sigue: “Estamos a oídos sordos, como carnicero a los cerdos chillones”.
¿Por qué será que nadie hace nada para parar a un individuo tan tóxico? ¿Será que Samuel García cuenta con muchos expedientes de todo tipo para amedrentar a sus enemigos? ¿Por qué con tanta impunidad regresó al gobierno de Nuevo León como si nada hubiera pasado? Ojalá que el Congreso de Nuevo León pusiera el ejemplo de destituir al gobernador como un acto ejemplar para probar que nadie puede estar encima de la ley. Si el Congreso local no hiciera nada sería como un cheque en blanco para que otros gobernadores actuaran de la misma manera.

Queridos amigos y amigas del estado más próspero de la República, me apena mucho tener que escribir esta misiva con estas reflexiones. Tengo muchos amigos en Nuevo León, escribo en un periódico que nació en Monterrey. Cómo olvidar a Alfonso Reyes autor de la Cartilla Moral, la cual debería de leer Samuel García. Cómo olvidar al poeta, miembro del Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de la Lengua. Cómo olvidar al noveno hijo del general Bernardo Reyes, secretario de Guerra y gobernador de Nuevo León. Al evocar todo lo anterior, acerca de este intelectual, qué pequeño aparece un personaje como Samuel García.

No me quedan palabras para suplicarles a los regios y regias que hagan todo para impedir que ese gobernador tan monstruoso, despreciable y tramposo, se salga con la suya.
Recuerden, queridos amigos y amigas, lo que decía don Alfonso Reyes: “Mi respeto a la sociedad, y el de cada uno de sus miembros para los demás, es lo que hace posible la convivencia de los seres humanos”.

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