Las Increíbles cifras de la 4T en materia de violencia e inseguridad, y los crecientes ataques a la población civil, tuvieron su clímax con la burla del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, de las masacres contra el pueblo, el que dice gobernar y al que lo ha dejado en la indefensión frente los criminales que se adueñaron del territorio nacional en tan sólo dos años.
Dios mío. Qué difícil trabajar para este Señor . Siento pena hasta por Durazo y el de la SEDENA. pic.twitter.com/6B3BfWoxpw
— CLAUDIA es CLAUDIA (@panaclo) September 18, 2020
Las víctimas de las 45 masacres en lo que va del año 2020 (sin contar las del 2019), las extorsiones, cobros de derechos de vida, secuestros, los robos de autos, a casa habitación, la violencia feminicida, las desapariciones, familias enteras desplazadas por la violencia o despojadas de sus recursos ambientales, etc., ven con indignación esta burla presidencial y las cifras alegres que dan los gobiernos de Morena, en una rendición de cuentas falaz, oprobiosa y vergonzante.
Como su mecenas, estos gobernantes que arribaron como su dueño, sin sensibilidad política, creen que solo con enunciar su imaginario, borran la dramática verdad en su no ejercicio de gobierno.
Un Mesías que se ríe de las masacres, del dolor de sus gobernados, no merece la silla presidencial, ni ningún liderazgo. Es alguien que merece la avaluación de un psiquiatra.
Creen que con solo construir un imaginario colectivo, entendido bajo el concepto de Edgar Morin, quien define como un conjunto de mitos y símbolos que funcionan como de “mente” social colectiva, NO les alcanza para tapar el horror, el dolor, el sentimiento de traición al ver la colusión con los delincuentes que atacan impunemente a la población civil.
Un imaginario colectivo alimentado por la diaria mañanera en lo nacional, y en lo local por tuits de los gobernantes morenos, con mensajes en su redes sociales que retroalimentan con las transferencias y proyecciones, de una forma cuasi-religiosa, y que además es replicada por los medios de comunicación sin contextualizar sus locuras, donde enmarcado en un discurso de odio se les ve promoviendo el amor (al prójimo), obsesión con el tiempo (pasado para exculparse, futuro para proyectarse narcisimamente), al que suponen héroe (Mesías que se cae a pedazos por sus mentiras y contradicciones sistemáticas).
Es la máxima traición a un pueblo extorsionado, que momento a momento los delincuentes masacran impunemente para obtener el patrimonio familiar que va a dar a las fauces de políticos y funcionarios corruptos. Esos que amparan y liberan a los criminales que algunos buenos elemento atrapan, para su fines personales o de grupo.
Sin duda es tan escandalosa la negligencia que esto llegará al límite, pese a las risas desde la silla del poder, pese a los defraudadores que le vendieron el traje del emperador, pese a los corruptos. La mofa a las miles de víctimas de su gobierno lo acaban de exhibir como al rey desnudo de Hans Christian Andersen.
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